XXVI. LA ESPERANZA

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Definición:


Es la espera tensa y confiada en la eterna bienaventuranza, de la participación completa e intuitiva en la vida trinitaria de Dios. *



Es probable que alguna vez en tu vida te hayas sentido sumido en el pozo de la desesperanza. Dentro de él, todo era oscuro, frío y sobrecogedor, nunca te encontraste más solo, lleno de preguntas pero sin ninguna respuesta. Impotente de no saber a quién recurrir y qué puerta golpear, ni un solo atisbo de luz que te indicara la salida para esta opresión y desesperación. El tiempo te pareció infinitamente largo, las soluciones imposibles o inalcanzables, todo parecía terminado para ti, y de repente, una voz amiga, el trozo de un libro, un hecho inusitado devolvió el brillo a tu mirada, se empezó a enderezar tu cuerpo y tu alma y un pequeño sendero apareció ante tus pies que conducía a una solución o a una explicación a tu problema; en ese momento fuiste bañado por la luz de la Esperanza.


Tener esperanzas, no es lo mismo que tener ilusiones. Mientras la primera no está condicionada ni al tiempo ni al espacio, ni a personajes ni situaciones definidas: algún día... La segunda, en cambio, está basada en expectativas muy concretas que nos hacemos del mundo que nos rodea y que si nos fallan, nos frustramos y desilusionamos. Ilusión es mentira - Esperanza es realidad.


Cuando tomamos conciencia que somos seres en camino a..., proyectos experienciales no terminados en la mente de Dios, ¡qué distinta dimensión toma el concepto de tiempo en nosotros!, se nos abren posibilidades infinitas, ya sea para esta vida o para la que continúa tras nuestra muerte física. Volvemos a sentirnos jóvenes ya que tenemos todo el tiempo en nuestras manos para proyectarnos, hacer planes... Los plazos se alargan, y la frase ya no, se borra de nuestro ser para cambiarla por aún es posible.


La semilla es la Esperanza, los frutos los da la Fe.


La esperanza tiene dos disvalores que la destruyen: por un lado está la desesperación, que sería caer en una impaciencia total de que las cosas no resulten como yo esperaba, que todos los caminos están cerrados. Por otro lado está la "presunción" que es creer que todo depende de uno, o sea: la ilusión de una seguridad antinatural basada en gran parte en lo que poseemos y no en lo que somos.


Vamos a tratar de aproximarnos a esta virtud para buscar las formas de perfeccionarla.




¿VIVO LA ESPERANZA?


1. ¿Estoy convencido que mi paso por la tierra es una etapa corta, con respecto a muchas alternativas que me quedan por recorrer en mi camino para unirme a Dios?


2. ¿Experimento la certeza que muchas cosas que no me han sido posibles obtener hasta hoy, algún día las tendré?


3. ¿Practico la oración como una forma de ejercitar y exteriorizar mi esperanza?


4. ¿He trabajado en aprender a distinguir entre ilusiones y esperanzas?



* J. Pieper: Las virtudes fundamentales, p. 380. 200


5. ¿Reconozco que para vivir la esperanza debo ser:


magnánimo para exigir lo grande y dignificarme con ello?


humilde, reconociendo la grandeza y direccionalidad que Dios le da a mi vida?


6. ¿He aprendido a recoger la cosecha cuando está madura, y no cuando los frutos están verdes?


¿Cultivo mi paciencia ocupándome del presente y no pre-ocupándome del futuro?


¿Tengo conciencia de que las duras pruebas de la vida no son eternas y que hoy, mirándolas con la distancia del tiempo y la objetividad, puedo reconocer que todas ellas tuvieron un sentido para mí?


En mis momentos de desesperación ¿rezo, pido ayuda? O más bien presto oído a mi flojera, a mi negligencia y abulia para quedarme "abonando" y "saboreando" mis dificultades?


Pienso que el hombre no trasciende en nada mas allá de esta vida, por lo tanto ¿vivo un presente liviano, aferrado a los placeres momentáneos y sintiéndome dueño y guía de todo lo que hago?


¿Es mi día a día una continua sensación de ilusiones fracasadas, sintiendo que ya nada tiene sentido y que mas vale no esperar nada de nada ni de nadie?


¿Has pensado que muchas veces no buscas solución a tus problemas, porque si la encontraras, no serías capaz de cumplir con esas exigencias, por lo que prefieres mantenerte enfermo?


Cuando la gente te ofrece ayuda o soluciones, ¿te gusta jugar al Si... pero... para sentirte ganador (ya que dejas al otro sin posibilidades de ayudarte), aun sea a costa de tu propia salvación?


¿Has observado que tu mente a veces vagabundea de un tema a otro, que no pones todas tus energías hacia un solo fin, y que eso es un síntoma de estar perdiendo la esperanza?


¿Te has dado cuenta que cuando tienes una sobrevaloración de ti mismo, es cuando caes en la soberbia y orgullo, ya que no eres capaz de aceptarte como un ser con limitaciones? Presuntuosamente suplicas, exigiendo que se te de lo que no te corresponde, es decir, ¿quieres jugar a torcerle la mano a Dios?


¿Te das cuenta de lo invalidante, tanto a nivel físico, mental o espiritual que es no tener esperanzas?


¿Qué piensas hacer con los años de vida útiles que te quedan?


¿Cuántas de las limitaciones que te has impuesto podrías dejarlas hoy de lado, para esperar mejores cosas de ti y de los demás?



Sabemos que la inseguridad es connatural al ser humano, pero la podemos manejar con la virtud de la esperanza. Te invitamos a sembrar tu jardín espiritual con todas las semillas de esperanza que tú quieras cultivar en él.



¡Adelante jardinero!


Valores Humanos. | Nina BravoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora