XlX. LA LABORIOSIDAD

116 0 0
                                    



Hay un aspecto de tu vida, al que le dedicas muchas horas de tu tiempo, de tu energía y de tu amor; nos estamos refiriendo al área del quehacer humano, el trabajo.


Esa instancia donde tú eres el actor y ejecutor del sentido que le das a tu vida, donde trasciendes, realizando tu vocación.


El trabajo nos da seguridad, estabilidad, dignidad, es el medio para perfeccionarnos, evolucionar, buscar nuestro bien y el de los semejantes; es una instancia donde puedo practicar todos los valores, en la cual me es posible contribuir eficazmente en todas las áreas que me rodean, personal, familiar, social, planetaria...


Es el campo donde germinan nuestros talentos, creatividad, originalidad y capacidad de transformar; la alquimia y la transmutación de lo cotidiano. Desarrollar esta virtud, significa poder realizar nuestra vocación, estar en el lugar donde yo soy más apto, donde realizo mis ideales, donde estoy más armonizado... El trabajo será la extensión de mi esencia, yo, con lo que soy me proyecto en el universo, le doy un sentido y un fin a mi vida, más allá de lo alcanzable a corto plazo, de una competencia inútil o del logro de fines materiales, que si bien aumentarán mi tener, no van a incrementar mi ser...


¿Recuerdas tus juegos favoritos de niño? Esos eran los primeros índices de tu futuro quehacer, olvidándote del tiempo, los horarios, tu cuerpo y tus necesidades... ¡Era tan maravilloso y mágico lo que percibías, que toda tus capacidades estaban concentradas en un punto donde te sentías fuera del espacio y del tiempo!


Esa sensación maravillosa del ludere (jugar), se transforma cuando somos adultos en el faber (hacer), manteniendo la misma esencia: la alegría y maravilla de ser co-creador. A eso queremos llevarte en esta reflexión, a redescubrir el valor de tu quehacer, a hacer de tu trabajo, cualquiera que sea, una alegría, un ir más allá de ti mismo, que aprendas a transmutar tu cansancio, fatiga o rutina que implican tantas horas reales y del reloj de tu vida, en un placer y satisfacción profundos...


Puede ser también que descubras que estás en los extremos, la pereza, flojera, donde sientes que hace mucho tiempo estás actuando casi como un robot, mecánico, rutinario, predecible. O a la inversa, eres un "trabajólico", un adicto al hacer, has perdido tu capacidad de "ser" y de disfrutar con otros aspectos de la vida, como el amor con un tú, la familia, Dios...


En cualquiera de las dos situaciones, trataremos de sugerirte el punto medio de equilibrio, que te llevará a lo justo para ti...



Definición:


La persona laboriosa, tanto en su trabajo profesional, como en su quehacer diario, cumple eficaz y productivamente, teniendo como fin su autorrealización y con un sentido progresivo y trascendente.



DISVALORES DE LA LABORIOSIDAD.


Pereza:


La persona perezosa cumple su trabajo con un mínimo esfuerzo, viviendo su quehacer en forma rutinaria.



Trabajólico - Actividad incesante:


Es una persona adicta al trabajo; no para, no descansa, no distribuye su tiempo, no crece, no trasciende.



¿SOY LABORIOSO?


Respecto de mi quehacer:


1. El trabajo que realizo, ¿está en concordancia con mi esencia, y mi personalidad?


2. ¿Siento que en esta actividad puedo trascender y evolucionar?


3. ¿Me siento confiado, seguro y preparado en lo que hago?


4. ¿Tengo claros los motivos por los que elegí esta actividad? (fundamentalmente realizarme con mi estilo personal, sirviendo a los demás).

Valores Humanos. | Nina BravoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora