XVIII EL PUDOR

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¡Qué dañino resulta para nuestra alma cuando seres extraños a ella, se quieren entrometer para indagar en nuestra intimidad...!


¡Cuando entran sin pedir permiso y en forma avasalladora, conciente o inconscientemente, para opinar, decidir, presionar sobre lo que debemos pensar, sentir y hacer!


Y aún más, qué doloroso es cuando nosotros mismos hemos perdido la autoposesión de nuestra esencia. Cuando ha sido tan grande el sufrimiento del que venimos, cuando hemos quedado tan vulnerables, tan heridos, tan destrozados, que todas las barreras de seguridad o de autoprotección están deshechas y por necesidad de amor y de compañía, abrimos nuestra intimidad para contar todo aquello que... ¡es tan nuestro!


No nos podemos culpar, el momento es de una desorientación tan grande, que hemos perdido nuestro centro, nuestra discreción y nuestra razón dejando al descubierto en forma inoportuna todo nuestro sagrado mundo interior. Y de tanto contar y contar, como narradores de nuestra historia, nos vamos cansando, agotando, nuestra psiquis se llena de voces que ya no son las nuestras, de opiniones múltiples. Vamos perdiendo nuestra identidad, todos parecieran tener la razón, pero a veces, las sugerencias van en direcciones tan opuestas, que es imposible combinarlas o encontrar en ellas una salida a nuestro dolor.


Lentamente entonces, se va ordenando nuestro sentir y pensar y vamos retornando a nuestro centro, a decidir como y hacia donde vamos a dirigir nuestro destino. Vuelven a crecer las alitas de la independencia, pero, lo que ya dijimos no se puede recoger, ni las impresiones o sobrecargas que dejamos en los demás no las podemos cambiar, y ahí entonces nos preguntamos ¿por qué no me detuve o alguien no me detuvo a tiempo, e impidió que levantara mi último velo?



Definición:


La persona que posee pudor cuida y respeta su intimidad y la de los demás. Mantiene su seguridad interior resguardada de extraños, rechazando lo que pudiese dañarle, mostrándola sólo cuando sirve a su bien o al de los demás.



DISVALORES DEL PUDOR



Inhibido, pacato.


La persona cuida en forma excesiva su intimidad, tornándose egoísta, no pidiendo ayuda o asistencia si corresponde, perdiendo espontaneidad y naturalidad.



B) Desinhibición, desvergüenza, desenfado, procacidad.


La persona descubre su intimidad ante cualquier otro sin respeto, delicadeza, no midiendo consecuencias.



MI PUDOR


¿Me autoposeo, soy dueño de mí mismo, me conozco?


¿Reflexiono cuando debo abrir mi intimidad y para qué?


¿Acudo a una persona idónea, es decir, capacitada para orientarme objetivamente y hacia mi bien?


¿Comprendo que la transparencia no se opone al pudor...? Ser transparente es actuar en congruencia a los fines, sin dobleces, el pudor controla una realidad por decisión personal.


¿Reflexiono, pienso en mi intimidad con calma y tranquilidad, contactándome con mi conciencia y con Dios?


No evado las responsabilidades con mi propio ser.


Lo que guardo en mi intimidad es lo bueno; lo malo lo medito, busco soluciones o si no puedo, busco ayuda (no guardo trancas, tabúes, prejuicios, sentimientos muy negativos o dolorosos).


8. Evito influencias externas dañinas como:


Un medio ambiente inadecuado


Medios de comunicación sin valores

Valores Humanos. | Nina BravoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora