Notting Hill

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Clara y Lydia se miraron. Lydia estalló en una estruendosa carcajada. Clara se sonrojó salvajemente. Clara era consciente de que todo el mundo las miraba. En cuanto Lydia paró de reir cogió por la muñeca a Clara y prácticamente la arrastró hacia la familia. La familia solo las notó cuando estuvieron frente a ellos.

-Soy Lydia Vega y ella, Clara Ríos.- dijo Lydia en un perfecto inglés que sorprendió a Clara.

Parecieron aturdidos.

-Oh, encantado.- dijo el padre dándoles la mano a ambas chicas.- Soy Arthur Farraday.

Arthur Farraday era un hombre despistado. Se colocó correctamente las gafas. Sus ojos eran marrones al igual que su cabello, ya canoso. Su sonrisa era inquieta igual a su hablar.

Los demás reaccionaron.

-Un gusto conoceros. Soy April.- dijo la mujer estrechándoles las manos a duras penas.- Y ella es June.- dijo refiriéndose al bebé.

-Hola, June.- susurró Clara.

June era una tierna bolita carnosa de enormes ojos marrones.

April sonrió. April hacía honor a su hombre. Era la primavera personificada. Sus ojos eran azules y su pelo rubio cegador. Sonreía con alegría y parecía de esas personas que nunca se cansan de hacerlo.

-Soy Louise.- dijo la chica dando un paso adelante.

Louise era prácticamente una versión reducida de su madre. Tenía el pelo casi por el ombligo de un rubio platino que combinaba con el azul de sus ojos. Su nariz estaba cubierta de pecas y sus labios se curvaban en una sonrisa. Clara tenía la sensación de que jamás dejaría de sonreir.

Louise las abrazó a las dos. Lydia correspondió con alegría al abrazo mientras que Clara lo hizo con vergüenza.

-Estoy segura que nos lo pasaremos genial.- dijo Louise con mucha emoción.

-Tranquila, hermanita.- dijo el chico.- Siempre se emociona demasiado.- dijo a Lydia y Clara en tono confidencial.- Por cierto, soy Oliver.

Oliver era muy alto. Su pelo era como el de su padre castaño y desordenado mientras que los ojos eran como los de su madre de un brillante azul. Como su hermana tenía pecas por la región de la nariz. También sonreía. Pero su sonrisa no era como la de su madre o hermana era una sonrisa ladeada. Una sonrisa divertida. Era sin duda muy atractivo pero Clara no le prestó la menor atención a este hecho.

Se acercó a ellas, les dio la mano y se las besó. Clara no pudo evitar rodar los ojos. Otro mujeriego insoportable. Mientras no se metiera en sus asuntos, mejor. Pero, sin embargo, Lydia se sonrojó como nunca antes y rió de manera nerviosa. Clara hizo una mueca de fastidio. Pensaba que Lydia sería más lista que eso. Tras sonreir de lado Oliver se apresuró a guardar los carteles.

-Bueno...será mejor que nos vayamos a casa.-dijo el señor Farraday.- ¿Tenéis que ir a algún otro sitio antes?-preguntó.

Ambas negamos. Lydia y Clara cogieron sus maletas y siguieron a los Farraday. Louise se situó al lado de Clara.

-En cuanto lleguemos a la casa tenemos que llamar a nuestros institutos y que ellos se comuniquen con los profesores de aquí.- dijo Clara.- Tengo entendido que serán vuestros profesores los que nos acompañen entre semana, ¿no es así?

-Exacto.- dijo Louise.

Clara miró extrañaba a Louise ¿No le dolían las mejillas de tanto sonreir? Negó y siguió caminando. Al salir los Farraday las condujeron hacia su coche. Ambas chicas miraron al coche con sorpresa. Era un MGB GT de un color naranja claro. Se notaba que había sido reparado y reformado pero seguía teniendo la esencia.

Una vida de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora