¿Nora?

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Clara y Oliver se miraron. Ninguno lo esperaba, a pesar de ser bastante obvio. Pero eso no podía desanimar a Clara, no había llegado tan lejos como para que un insignificante detalle como ese la detuviera. Tomó aire como si se fuera a sumergir en una piscina y cruzó la verja. Oliver la siguió, algo preocupado. Entraron por las imperturbables centinelas. Nada más poner un pie dentro del lugar, los invadió una sensación de incomodidad. Sentían como si alguien no dejara de observarlos, vigilancia constante sobre sus nucas. Clara miró a todos lados hasta topar con una mesa colocada delante de una mujer. Se dirigió a ella con toda la confianza y decisión que pudo.

-Me gustaría ver a Nora Anne Williams.- dijo Clara consiguiendo que no le temblara la voz.

-¿De parte de quién?-preguntó la secretaria con voz monótona.

-Somos nietos de Margaret, prima hermana de Nora por parte de sus tíos Harry y Mary.- dijo Clara inocentemente.

-¿Tienen cita?-preguntó la mujer sin ni siquiera mirarlos.

-No, hace poco que nos enteramos de la localización de Nora. Nuestra abuela está verdaderamente enferma y quiso que le trajéramos un mensaje.- dijo Clara de manera convincente.

La recepcionista les lanzó una fugaz mirada de tristeza.

-Esta bien, podéis entrar un rato a verla pero solo será una hora.-dijo tecleando en el ordenador.- Seguramente estará en la biblioteca, rara vez sale de allí.

-Muchas gracias.- dijo Clara,

Miró un plano que se encontraba detrás de la señora y se dirigieron a la biblioteca. Tardaron poco tiempo en llegar. Impaciente y ansiosa, abrió las puertas de la biblioteca. Un nuevo silencio los envolvió. Este silencio era calmado y reconfortante. Clara miró a todos lados. No parecía haber nadie allí. Solo escuchaba sus propias respiraciones agitadas. Entonces reparó en el gran ventanal que presidía y dominaba la habitación. Justo delante, se recortaba una silueta pequeña. Clara ahogó un gritó.

-¡Nora!- dijo estática.

La mujer no se movía. Clara corrió hasta ella. Puso una mano en su hombro y se volvió.

Estaba hecha de palabras. Todas las palabras que alguna vez había dicho, pensado o escrito formaban cada poro de su piel. Había letras por toda su piel, en algunos lugares se agolpaban formando arrugas llenas de historias. Largos trozos de niebla se agolpaban en su cabeza, haciendo difícil imaginar de que color habrían sido en otra época. Sus ojos eran de plata derretida, fríos y con una permanente sombra de todo lo que habían visto. Sus finos labios dibujaba en sus mejillas una sonrisa sin sentido. Era quebradiza, como una hoja de papel viejo y arrugado. Apenas un suave viento la rozara, se disolvería ante sus ojos.

Miraba a través de Clara, no parecía notar su presencia. Clara la miraba temerosa.

-¿Nora?- preguntó Clara dudosa.

La mujer la miraba como si no hablara su mismo idioma. Clara repitió su nombre con acento español, tal vez así mostrase alguna señal de comprensión. Aquella mujer no parecía responder ante el nombre de Nora, pero Clara estaba totalmente segura de que era ella.

-¿Es usted Nora Anne Williams?- preguntó Oliver.

La señora lo miró, sin comprender, pero luego, asintió lentamente. Clara quería llorar de felicidad.

-¿Os conozco?- preguntó pensativa.

-No, pero yo a usted la conozco desde hace mucho tiempo.- dijo Clara sacando el diario de su mochila.

Se lo tendió a su propietaria. Ella lo abrió y miró las páginas, acariciándolas lentamente.

-¿Qué es esto?- preguntó Nora mirando a los dos jóvenes.

-Su diario. Bueno, por lo que sabemos el primero de ellos.- dijo Clara conteniendo el entusiasmo en su voz.- Hace un par de años que lo encontré y la he estado buscando para saber si podría contarme lo que no le dio tiempo a escribir.

Nora la miró compasiva.

-Este diario no es mio, te has debido de confundir.- dijo Nora.

Clara negó con la cabeza. Era totalmente imposible que se hubiera equivocado, ella era la Nora que llevaba tanto tiempo buscando.

-Estoy totalmente segura de que usted es la Nora que he estado buscando.- dijo Clara intentando parecer segura de sí misma.

-Pequeña, a mi nunca me han pasado ninguna de estas cosas.-dijo Nora sonriente tendiéndole el diario.

Oliver llegó a una conclusión devastadora. Pero antes de desanimar a Clara, decidió comprobarlo.

-Nora, ¿podría decirme el nombre de sus padres?-preguntó Oliver.

Clara lo miró extrañada ¿Qué se proponía?

-Se llamaban Frederick Williams y Laura Williams.- dijo Nora con convicción.

Clara se rompió. Los padres de Nora se llamaban Gabriel y Sofía Williams. Sólo quedaban pedazos de Clara.

-¿Cuántos hermanos tiene?- preguntó de nuevo Oliver.

Nora no respondió, con duda en el rostro.

-¿Cuándo es su cumpleaños?- preguntó Oliver sin mirar a Clara.

La duda invadía el rostro de Nora.

-¿Cuántos años tiene?

Nora negó con la cabeza.

-No me acuerdo ahora mismo, soy bastante olvidadiza.- dijo Nora con una sonrisa inocente.

Una flecha atravesó el corazón de Clara. Lo había olvidado, había olvidado casi todo. Apenas se acordaba de su nombre. Es mujer ya no era Nora, Nora estaba hecha de palabras y las palabras de esa mujer se habían ido borrando con el paso del tiempo. Clara jamás había contemplado esa posibilidad, pero sin embargo se encontraba enfrentándose a ella. Nora la miraba con una mirada dulce propia de quien no comprende la situación ¿Qué debía hacer ahora?

-No soy la persona a la que buscas, pero tal vez pueda ayudarte a encontrarla.- dijo Nora dirigiéndose a uno de los sillones de la biblioteca y sentándose.- Tal vez si me lees ese diario tuyo pueda ayudarte.

Clara lo meditó unos segundos. Era una buena oportunidad. Tal vez a Nora le pasara como a otras personas, al escuchar su historia a lo mejor la recordaba. Puede que si Clara le leía su diario se acordase de todo y rellenara los huecos de su pasado.

-Agradezco mucho su ayuda, Nora.- dijo Clara sentándose en el sillón que estaba enfrente al de Nora.

Nora la miraba expectante y curiosa. Clara sonrió y suspiró. Abrió el diario por la primera página y empezó a leer. Volvió a pasar lo que en el internado, Clara no leía las palabras, las palabras brotaban de Clara. Nora la miraba extasiada, podía ver todo lo que esa muchacha leía como si hubiera estado allí. Clara estaba llegando a la mitad del diario cuando las puertas de la biblioteca se abrieron de par en par. Clara, ajena a ese hecho, continuó leyendo. Una manada de pasos se fueron acercando a ellos. Se detuvieron y una voz habló por toda la manada.

-¿Quiénes sois?

Clara dejó de leer y levantó la vista.

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Hola, personitas de wattpad ¿Estáis tan tristemente felices como yo? Sé que soy muy cruel, lo sé ¿Qué clase de escritora deja vivir a su personaje favorito pero sin recordar nada? Una servidora. Espero que os haya gustado la primera toma de contacto con la Nora real. Gracias por leerme.

Besos y abrazos,

La escritora

Una vida de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora