Entre las sombras de la noche

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Abrió los ojos lentamente. Le pesaban todavía mucho los párpados y sentía una pequeña molestia en el estómago de procedencia desconocida ¿De dónde saldría? ¡Ya se acordaba! Anoche comió demasiadas chucherías antes de dormir. Se revolvió. Sintió de nuevo una sacudida en su hombro. Vio a la señora Farraday sobre ellas.

-Vais a llegar tarde a la escuela.- medio gritó April.

Clara se sintió más despierta. Se levantó de golpe, un gran error. La cabeza de Louise que descansaba en su estómago resbaló hasta el suelo recibiendo un buen golpe. Clara se disculpó a toda velocidad un par de veces y se encerró en su habitación. A la velocidad de la luz se puso unos vaqueros grises, un jersey a rayas azul marino y blanco y su gorro de lana negro. Salió de la habitación, encontrándose a los mellizos con su uniforme (camisa blanca, corbata azul, jersey azul y pantalón marrón claro/falda a cuadros azules) y a Lydia con unos vaqueros azules, una camiseta con el nombre de un grupo desconocido para Clara y una cazadora de cuero negra. Bajaron al trote las escaleras. Entraron corriendo en la cocina. Allí les esperaba un gran desayuno. Lydia y Louise se sentaron y empezaron a devorar el desayuno. Oliver y Clara se quedaron de pie y bebieron a toda prisa un café y un batido respectivamente. Casi se atragantan un par de veces. Cogieron sus abrigos y sus mochilas y tras despedirse de los señores Farraday se fueron corriendo. Corrieron por, lo que a Clara le parecieron, las calles más pequeñas y sin sentido de todo Londres. Llegaron tras quince minutos de intensa carrera. Los mellizos las arrastraron hacia su clase e irrumpieron en medio del alboroto. Todos los ingleses reían a carcajadas de las ocurrencias de los españoles. Entraron sin ser notados por el profesor, que había desistido en su empeño por hacer callar a sus alumnos. Siempre había sabido que los españoles eran revoltosos pero nunca pensó que alterarían de tal manera a sus aplicados estudiantes. No pasaría nada si dejaba a sus alumnos divertirse un poco ...

Oliver y Louise arrastraron a las españolas con su grupo de amigos. Eran dos chicos. El chico que Louise miraba con adoración, sería Lucas. No era muy alto, su pelo era bastante largo, rubio y formaban mil y un rizos sobre su cabeza, sus ojos eran de un verde cenagoso y no dejaba de mostrar sus dientes, pues como, al parecer, era costumbre nacional allí, no dejaba de sonreir. ''No está mal'' pensó Clara. El otro chico era extremadamente alto, como una cabeza más alto que Clara, era pelirrojo y con unos rizos que cualquiera envidiaría, sus ojos eran de un azul brillante y sus pecas resaltaban sobre su piel clara. Era el prototipo inglés que todo el mundo se imagina. Desconocía su nombre.

-Estos son Lucas...- dijo Oliver señalando al rubio que sonrió ampliamente.- ...y Will.- dijo señalando al pelirrojo, que hizo un gesto con la cabeza.

Clara lo miró, curiosa. Will parecía ser el único que no sonreía por regla general. Ya le caía bien. Sonrió. El pelirrojo la miró, asombrado, e hizo el amago de una sonrisa. Estuvieron hablando de temas banales y sin sentido. Lydia reía a carcajadas junto con Louise. Clara los observaba detenidamente. No era lo que ella esperaba. Pensó que Louise sería la típica chica popular rodeada de amigas hipócritas e interesantes. No contempló la idea de que pasara las clases con su hermano y sus amigos. No parecía una chica que se rodea de chicos. Miró a Louise. Parecía muy cómoda con los tres chicos. Luego miró a Oliver, se parecía más a su hermana de lo que en un principio pensó. A veces se terminaban las frases y se reían o enfadaban por eso. También observó a los amigos de los mellizos. Lucas era enormemente transparente. Se veía que le gustaba Louise y por las miradas que le lanzaba Oliver, no era la única que había advertido la amabilidad de Lucas hacia Louise. Will era más difícil de descifrar. Era muy serio y apenas pronunciaba un par de palabras. Pero Clara no desistiría, acostumbraba a observar bien a todo el mundo antes de tratar con ellos. Se puede descubrir más de una persona por sus gestos al hablar que por sus palabras en sí. Will miró a Clara, curioso. Ella apartó la mirada rápidamente e intentó prestar atención a la conversación. La hora pasó rápido. En la siguiente, se percató de que había más españoles y hablo un poco con ellos. Eran desde Córdoba hasta de Barcelona. Se sintió bien al ver todos los españoles, y andaluces, que habían obtenido buenas notas para poder ir al intercambio. Sonrió satisfecha.

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