Descubriendo a Nora

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Hay muchas maneras de contar una historia. Si empezará por el principio diría que todo comenzó con truenos que hacían retumbar Londres, una chica sin sonrisa y un cuaderno de tapa raída. Sin embargo, si empezará por el final diría que todo terminó con sal y flores. Pero si decidiera empezar por la mitad de nuestra historia diría que había una casa medio derruida y dos manos que se persiguen en medio de la oscuridad. Creo que voy a pecar de poca originalidad y voy a comenzar por el principio. Todo empezó el 27 de agosto de 1926 y terminó el 9 de diciembre de 2015. Aunque, en realidad, no podríamos decir que empezó hace tanto tiempo ni que terminó hace tan poco. Sería más correcto decir que esta historia empezó a tener sentido el 29 de abril de 2013. Pero si queremos concretar más diré que esta historia empezó a escribirse sola el 29 de abril de 2013 a las 9:15 de la mañana en España, para los curiosos, en Granada. En aquellos instantes, los alumnos de 4 de ESO B del instituto Lope de Vega estaban combatiendo el sueño a la vez que su profesora explicaba sucesos de la Segunda Guerra Mundial y La Guerra Civil que a sus alumnos les traían sin cuidado a aquellas horas de la madrugada. Marta sabía que sus alumnos no prestaban atención. Así que pronunció las palabras mágicas que todo profesor adora pronunciar.

-.... y esto supondrá la mitad de la nota del trimestre.- dijo contando los segundos para la reacción de sus alumnos.

No tuvo que esperar mucho ya que a los pocos segundos de decir aquellas palabras 30 pares de ojos marrones, azules, verdes y grises fijaron la vista en ella. Algunos la miraban confundidos, otros, temerosos. Una mano morena se alzó entre el mar de cabezas.

-¿Qué es lo que contará para la mitad de la nota del trimestre, seño?- preguntó una voz aflautada.

Marta sonrió para sí misma. Nunca se cansaría de que le formularán esa pregunta.

-Un trabajo que os voy a mandar para hacer por grupos.- dijo Marta contenta por poder torturarlos con un trabajo.

-¿Sobre que será el trabajo?- preguntó otra voz.

A Marta le costó oír esto pues los alumnos habían empezado a llamarse a gritos para formar grupo para el trabajo. A lo mejor hacerlo por grupos no era tan buena idea...

Una vez que el griterío se convirtió en un murmullo Marta habló:

-Tendréis que investigar a algún español que hubiera vivido durante la Segunda Guerra Mundial.- al ver que algunos alumnos sonreían confiados añadió.- Vuestros abuelos no cuentan.- las sonrisas desaparecieron.

-¿Para cuándo es el trabajo?- preguntó un alumno que ni se molestó en levantar la mano.

-Para dentro de 2 semanas.- dijo la profesora maliciosamente.

Se oyeron algunas quejas pero fueron rápidamente acalladas por la amenazante mirada de su profesora de Historia.

-¿Podemos nosotros hacer los grupos?- preguntaron varias voces atropelladamente.

-Si, pero grupos de 4 personas máximo.- impuso la maestra.

Esas palabras fueron como música para los oídos de Clara, Alicia y Verónica. Se miraron entre sí. Y por vía telepática acordaron que harían el trabajo juntas. Iba a ser divertido. Pero sus planes fueron frustrados. Carol no tenía grupo y la profesora les pidió que hiciera el trabajo con ellas ¿Y cómo decir que no a una profesora? Al cabo de unos segundos sus ideas de diversión fueron sustituidas por horas de biblioteca. Ellas no tenían nada en contra de Carol pero es que era sumamente seria y no toleraría ninguna distracción. Quedaron las cuatro en la biblioteca aquella tarde. Las clases pasaron en un suspiro. A Clara le pareció como si alguien hubiera estado jugando con las agujas del reloj. Se alegró de que la campana diera fin al instituto pero a la vez la entristeció por que iba a pasar unas cuantas horas en la biblioteca. Y no es que no le gustara, es que la historia la aburría de una manera... Y pensando en lo que le deparaba aquella tarde llegó a su casa. En cuanto abrió la puerta deseó haber aceptado la invitación de comer con Alicia y Verónica. Aquello era un autentico caos. Alex corría por toda la casa gritando algo que aún hoy Clara no ha conseguido descifrar. Eva hablaba con alguien a voz en grito por teléfono. Ruido de cristales rotos llegó a sus oídos. En la cocina sus padres estaban librando una guerra con el almuerzo y estaban perdiendo.

Una vida de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora