Capítulo 11.

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Austin parecía muy entretenido por esta pequeña discusión, desde la cabina, Ally y Alexa observaban expectantes, de Verónica no salía ni una palabra, creo que mi grito la asustó un poco. Y Camila... Camila se levantó de su asiento y me enfrentó. ¡Esta chica tenía agallas!

—Que... —dijo dubitativa, aclaró su garganta para tomar valor y me miró desafiante—. Que no lo hizo, creo que no es necesario que la grites o la insultes.

—A ver, a ver —arrugué el entrecejo—. ¿Y a ti quién te ha dado permiso para que te metieras en mi vida? —cuestioné alterada.

—Yo... —tragó saliva, creo que mi tono de voz era muy intimidante—. Sólo estoy dando mi opinión —repuso.

—A ver, niñita, nadie te ha pedido tu opinión, es más, tu opinión me vale mierda.

Creo que me estoy excediendo, pero no me importa, estoy molesta, jodidamente molesta.

—Sin embargo —se encogió de hombros—. Nadie me prohíbe darla —respondió con simpleza.

¡Me estaba retando, y yo no me quedaría callada!

—Oh, genial —reí irónicamente—. Entonces yo te lo prohíbo —volví a mi seriedad—. Y te recuerdo que lo que ganaste fue un estúpido concurso de canto, que cualquiera podría haber ganado, y no uno para que te metieras en mi vida, tú, no eres nadie, así que no te sientas especial... Y limitate —escupí mis frías palabras, mientras movía mis manos con desdén, y estaba dispuesta a seguir.

—Lauren, es suficiente —la voz de Ally fue la que logró silenciarme.

Tal vez no debí decirle aquello o tal vez se lo dije para desahogarme. Pero Camila me miraba como si me odiara, la entiendo.

—Yo... Yo... Lauren... Lo... lo siento —Verónica estaba al borde de las lágrimas, me sentí culpable, al fin y al cabo ella no había tenido la culpa, pero lamentablemente me agarró en mal momento y pagué mi rabia con quien no debía.

—Vero, ve por alguien para que limpie esto —Ally señaló el piso, el cual estaba manchado por el café—. Y tú Lauren, ve a limpiarte, en diez minutos empezamos el segundo bloque.

Le hice caso a Ally, pero antes de salir del estudio para ir a limpiarme, vi a Camila.

Se veía tan vulnerable, como si mis palabras le fuesen dolido más de la cuenta, odié mirarla a los ojos y ver un poco de dolor en ellos, sentí un gran nudo en mi garganta, me dieron tantas ganas de pedirle disculpas y abrazarla, pero me inmuté, salí del lugar y fui directo al baño.

Me miré al espejo y odié lo que vi, soy una persona horrible... Pude sentir algunas lágrimas resbalándose por mis mejillas, las limpié con el dorso de mi mano, quité mi chaqueta y me dispuse a limpiarla, es un milagro que no me haya manchado la camisa. Tomé varias toallas de papel y las humedecí con agua, quité el sucio suficiente, no se veía sucia, pero olía terriblemente a café. Bueno, algo es algo.

No sé por qué no puedo dejar de pensar en Camila y en todo lo que le dije. Cuando le decía que no se metiera en mi vida, no se lo decía por el momento de la discusión, creo que no me entendió.

Ya me encontraba en el estudio. ¡El piso ya estaba limpio!

Estábamos Al Aire, Austin leía mensajes y atendía algunas llamadas, él compartía miradas y risas con Camila. ¡Ella me estaba ignorando! Mientras yo estaba absorta a todo a mi alrededor, excepto de ella.

Puedo jurar que me veo como una estúpida observándola de la manera en la que lo estoy haciendo. Pero quiero detallarla, quería grabar en mi mente cada facción de su rostro y cada gesto que hacia.

Al Aire. (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora