Capítulo 30.

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"Tal vez sé que en algún lugar profundamente en mi alma aquel amor no dura, y que tenemos que encontrar otro camino para hacerlo solos o mantener la frente en alto, yo siempre he vivido intentando mantener una distancia cómoda y hasta ahora me había jurado que sería contenta con la soledad porque nadie valía la pena, pero cariño, tú eres la única excepción."

Escuchar:  One Direction - Spaces.

Tal vez nunca logre ser feliz, pero esta noche, estoy contenta.

Camila mordió mi labio inferior y tiró de él con lentitud y deseo, para luego succionar mi lengua dentro de su boca, aquello me prendió más de lo que estaba y sin pensarlo dos veces, empecé a empujar mis caderas contra las suyas, logrando con eso que nuestros centros chocasen nuevamente.

—Dios, Camz —gemí—, estoy jodidamente loca por ti.

Pero... desgraciadamente, ella no pudo decir nada al respecto, ya que ninguna se dio cuenta de que el ascensor tomó su curso hasta llegar a planta. Rápidamente y muy difícilmente, solté a Camila dejándola así de pie a mi lado, pronto las puertas se abrieron sin darnos tiempo de calmar nuestras respiraciones o arreglar nuestros vestidos. Frente a nosotras se encontraba Ben, el portero. Mirándonos un poco sorprendido pero a la vez perdido. Es como si supiera lo que estábamos haciendo, pero no tuviera seguridad de ello.

—¿Se encuentran bien, señorita Lauren? —preguntó amable. Y por su tono de voz, supe que él no diría nada respecto a lo que vio, si es que vio algo.

Asentí nerviosamente.

—Humm, sí. Nosotras —respiré profundo—. Sí, Ben, estamos bien... el ascensor se trabó y estábamos... ella, yo —maldicion, no hallaba nada coherente que decir, y Camila parecía no tenia interés en ayudarme esta vez.

—No se preocupe, señorita Lauren —me sonrió como todo un cómplice—... El ascensor se trabó, pero ya están bien. Yo solo quería verificarlo, pues en mi computador pude ver que había un problema y sólo quería arreglarlo, ese es mi trabajo —informó con seriedad, pero en su mirada, había una pizca de diversión.

—Nos vemos en un rato, Ben. Llevaré a Camila a su casa, ¿ok? —¿por qué coño le estaba dando explicaciones? No lo sé, pero él sólo me sonrió.

—Buenas noches —dijo con simpleza mirando a Camila. Para luego caminar de vuelta hacia su puesto de trabajo.

—Andando —Camila dijo con desdén, caminó hacia la salida, y yo la seguí.

Como lo he hecho siempre y lo seguiré haciendo cuando tenga oportunidad de hacerlo, le abrí la puerta de mi auto a Camila, ella sin decir absolutamente nada subió en él. Rodeé mi auto y subí en éste, en silencio lo encendí y comencé a manejar. Yo ya conocía la dirección ¿cómo olvidarla? Ahí vivía el amor de mi vida.

—¿Crees que ese, humm, Ben, haya notado algo? —preguntó de repente mirando por la ventana—. No es que me preocupe, realmente no me importa si notó algo o no, pero lo digo por ti —soltó con frialdad—. Como aún no quieres aceptar lo que eres y toda la cosa.

Tragué saliva y volteé a verla por unos segundos ¿por qué ajuro todos tienen que saber que me gustan las mujeres? Bufé de mala gana.

—No lo sé —respondí de la misma manera—. ¿Tú serías capaz de aceptar algo aún sabiendo que ése algo fue lo que arruinó tu vida? —pregunté un poco molesta, no con ella, sino conmigo. ¿Por qué no puedo superarlo y ya?

Ella se giró y me miró con desconcierto y su ceño fruncido.

—¿Estás queriendo decir que el ser lesbiana arruinó tu vida? —escupió sus palabras con seriedad.

Al Aire. (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora