Schizophrenia [Español]

CAPÍTULO VIII

-Respóndeme. ¿Se te ofrece algo? - Preguntó, el señor.
-¿Ammy? - Pregunté. Ví cuando llegó Ammy.
-¿Papá? Oh, tranquilo... Es un compañero de la escuela. Me necesita. - Dijo Ammy, intentado persuadir.
-Si señor! ¿Ammy, puedes prestarme el cuaderno de biología? - Le seguí el juego.
-Entonces los dejo. Ammy, ¡No te demores! - Advirtió el padre de ella.

La ví un poco nerviosa, pero en cuestión de segundos, empezó a reír.

-¡Qué gracioso! Mi padre se la creyó. - Burló, Ammy.
-Ehm, creeme, me Asusté. - Comenté.
-Lo supongo. Puede causar miedo. Hahaha... - Respondió.
-Ammy, ¿Cómo pudiste darte cuenta de qué era yo? - Pregunté, curioso.
-¿Enserio? Osea, solo me paré en el balcón y te ví, eres poco cauteloso. - Añadió, Ammy.
-Lo siento. - Dije, intentando excusarme por espiarla.
-Eres lindo. - Dijo, Ammy, acercándose a mi.
-Ehm, gracias. - Estaba nervioso. Lentamente se acercó a mi mejilla y me dio un tierno beso. Sentí algo raro en mi estomago. Supongo que son las famosas "Mariposas en el estomago".

La hermana de Ammy, salió. Se veía enojada.

-¡Ammy! Mi padre dijo que no te demoraras... Entra. - La regañó.
-Thalia, No seas así. Dejame un rato. - Rogó, Ammy.
-Esta bien. Diez minutos. Te espero a dentro. - Dijo la hermana, entrando.
-Es bien grosera, ni siquiera te saludó. - Me dijo, Ammy.
-Esta bien, no importa... Pero, hablame de ella. - Dije.
-Thalia es mi hermana mayor, me lleva un año... Estudia en Londres, pero esta de vacaciones. - Informó, Ammy.
-Genial. ¿Inteligente? - Pregunté.
-Mucho. - Respondió, Ammy.
-Bueno, creo que me iré, te estoy causando problemas. - Le dije. Ella retrocedió unos pasos.
-Ehm, no exactamente. - Respondió. Me acerqué a ella. La abracé fuerte.
-Adiós, Ammy. - Tomé, de nuevo el rumbo hacia mi agitada casa.
-Adiós. - Respondió.

Llegué de nuevo a mi casa, mi madre estaba sentada en el jardín. Parecía esperarme. Se veía un poco tranquila, me acerqué a ella y me senté a su lado.

-¿Mejor? - Pregunté.
-Mañana irás al psicólogo. - Informó, mi madre.
-Está bien. - Respondí. Me paré y subí a mi cuarto, antes había ido por algo de comer.

Me acosté en mi cama, comiendo lo que subí. Empecé a mirar a la nada. (Estado dé trance). Pensaba en mi vida, creo que siempre me vieron la cara.

-"No te entiendo, ¿No prefieres dejar esto?" - Preguntó Rake.
-No, no quiero abandonar nada. - Respondí.
-"Te advierto algo, con el psicólogo no hablarás nada. Ya te lo dije." - Advirtió Rake.
-No te preocupes por eso, no hablaré. - Respondí.
-"Lo se. Oye, ¿Qué te pasa con la chica esa?". - Preguntó Rake.
-No lo se, me pongo estúpido cuando estoy con ella. - Respondí, con una expresión rara.
-"Que triste, enserio lo considero perder el tiempo." - Dijo Rake.
-No, no lo es... - Argumenté.
-"Es triste correr tras algo momentáneo, en cualquier momento, acabará." - Dijo Rake.
-De uno mismo depende si quiere que sea momentáneo o que dure para siempre. - Resalté.
-"¿Tanto la amas?" - Preguntó Rake.
-Mucho. - Respondí.

Siento que estamos en el romance de la historia, suele pasar, es algo normal. El hecho de tener algo como esto, no me impide amar a alguien, solo me causa miedo al pensar que podría llegar a hacerle daño.

Me daría miedo hacerle daño a Ammy, siento que no seré bueno para ella. Es muy especial para mi. Moriría si algo le llegara a pasar... Podría dejar de ser cuerdo.

Terminé acostado en mi cama, mirando al techo, mientras la pequeña lámpara del cuarto iluminaba mi habitación, cubierto de frío, suele pasar en las noches, vivo en una zona muy fría. Mientras las horas pasaban, no conciliaba el sueño, pensaba en muchas cosas a la vez. No tengo paz.

Me paré de la cama, salí de mi cuarto y baje a la despensa. Me senté en la mesa y tomé un poco de leche tibia, pensé que podría ayudarme. Mire el mesón de la cocina, ví el celular de mi madre, lo tomé y observé, será un momento.

Se siente una adrenalina inmensa, cuando haces algo que no debes, lo mismo me pasó a mi, sentí escalofrío, miedo de que llegara mi madre. Prendí el celular y empecé a mirar la red social de mi madre.

Todo normal, hasta que encontré algo raro. Había una foto guardada, de un hombre... Se veía alto, de ojos azules, pelo castaño oscuro, que usaba una camisa americana negra. Estaba cargando a un bebé.

-¡¡Ryan!! ¿Qué éstas haciendo? - Preguntó, mi madre, exaltada.
-¿M- Mamá? - Preocupado, pregunté.
-¿Qué éstas haciendo? - Preguntó, mi madre.
-N-Nada... Pensé que... Mamá... ¿Quién es éste señor? - Pregunté.
-Nadie, nadie... Devuelveme mi celular. - Exigió, mi madre. Se lo entregué.
-Dime quién es... - Insistí.
-¡Veté a tu cuarto! - Exigió de nuevo, mi madre. Sospechoso subí a mi cuarto.

¿Cuál es el problema de mi madre?... ¿A quién trata de esconder? ¿Quién es el señor? Bueno, debo dejar de matarme la cabeza con problemas que no son mios.

Me acosté en mi cama, traté de dormir hasta que lo logré.

Desperté, un amanecer algo oscuro... Me sentí cansado, como si no hubiera dormido bien. Me siento incómodo por lo que pasó anoche. Me coloqué los zapatos y baje a desayunar, imaginé que mi madre no estaba... Quería evitar un momento incómodo.

Llegué a la cocina, pero... Ahí estaba.

-¡Hola, mamá! - La saludé.
-Ryan... - Suspiró.
-Ehm, vine por mi desayuno. - Comenté.
-Esta bien. - Respondió. Tomé mi desayuno, ya listo y me senté en la mesa.

-Ryan, hace tiempo te dije que iríamos donde tu abuela, aprovechando este fin de semana... Iremos. - Informó, mi madre.
-Si, sería genial... ¿Iremos hoy? - Pregunté.
-Si, en unas horas. - Respondió.
-Esta bien. - Termine de desayunar, me arreglé y preparé mi equipaje.

Pasó mucho tiempo, ya estábamos listos para ir al aeropuerto. Llegamos, tomamos el vuelo hacia Virginia del norte. Fue un viaje largo, pero tranquilo.

Llegamos a una casa grande, en una pequeña parte de la ciudad... Una casa blanca con un ambiente muy hogareño, lleno de personas que "Me quieren".

-Hemos llegado, Ryan. - Informó, mi madre.
-Entremos. - Dije. Pasamos por la inmensa puerta que protegía la casa, lo primero que vimos fue una gran reunión de personas esperándonos. Al momento de entrar, nos recibieron muy acogida Menté.

-¡Hija! ¡Ryan!... Bienvenidos... - Nos acogió, mi abuela... Una señora que a pesar de su edad se ve joven, no tan bajita, pelo rubio, ojos azules, un poco claros. Viste con mucha clase.
-¡Hola, abuela! - La abracé, entramos para que nos dieran la bienvenida todos.