CAPÍTULO XXXI

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—¿Quién es él? — Preguntó el joven.
—Dice que fue novio de Danielle. — Respondió la señora. — Él estuvo en el manicomio también.
—Ah.
El joven se acercó a mi y me estiró la mano, la Estreché.

—Mucho gusto, mi nombre es Hilbert.
—Ryan. El gusto es mio.
—Ella es mi abuela Margaret y mi hijo William.
—Hola.
—Bueno. — Hilbert se sentó. — Cuentanos qué pasó.
—Como le dije a su abuela, ella murió a causa de un suicidio, pasó porque sufrió de una gran crisis y me golpeó, suena muy cursi pero, debido a eso, quise suicidarme también pero quedé en coma por dos semanas, en una de esas semanas, el tres de mayo, murió.
—Osea que murió de culpa, tú la mataste.
—No, no, no. Ella murió en una crisis, ella me esperaba para que despertara.
—Ah.
—¿Por qué ha venido?
—Necesito cosas de Danielle, fotos, ropa, todo.
—¿Y por qué?
—Le prometí guardar su memoria

La señora se acercó a mi y tomó mi mano.
—Sigueme.

La señora me llevó hasta una puerta, sacó una llave de un bolsillo que traía su falda.

—Esta era la habitación de Danielle.
El cuarto tenía paredes moradas, posters de bandas, cuadros de ella, un ordenador, la cama, un armario y muchas cosas, accesorios, tocador.
—¿No tienen fotos?
—En su tocador hay unas fotos.
Entramos y me dirijí a su tocador, habían dos fotos, era ella y un muchacho, estaba vestida de negro, no tenía el tatuaje, llevaba manillas de taches y collar también, su amigo vestía de la misma forma y los dos hicieron la señal de los cachos.

También había otra foto, era ella sentada en una piedra grande, tenía un vestido negro de encaje, traía el tatuaje en el cuello... Parecía vestida para sus 16. Sus ojos verdes resaltaban y su hermosa piel también, estaba sola.

Tomé esa foto y la guarde en mi billetera. La cama estaba intacta, parecía que hubiera estado allí. Me senté en su cama, tomé una almohada y la olfatee, era su olor, en un momento me puse nostálgico.

Me paré y fui otra vez a su tocador, habían collares, pero uno en especial fue el que llamo mi atención, era de oro, era de una llave  conectada a un corazón, la tomé también, llevé en mi mochila un pañuelo, era blanco, recién lavado... Todo lo guarde.

—Tenga en cuenta algo joven. — Dijo la señora, acercándose a mi. — Eres la primera persona que entra a esta habitación.
—Lo sé señora, yo nunca inrespetaría la memoria de Danielle.
—En tus ojos ví eso, por eso te dejé entrar, espero que sepas cuidar su memoria.
—Si señora... Ahora que encontré a su familia y di la noticia, es hora de que vaya a los Estados Unidos.
—Si joven, vaya con Dios.

Me despedí y salí de la casa, volví al aeropuerto y tomé un vuelo a Washington.

Me subí en el avión y emprendí mi vuelo a mi antigua vida, pasé doce horas hasta que llegué.
Tomé otro avión hasta Virginia. Cuando me bajé, salí directamente a comprar cigarrillos, tomé mi celular y llamé al chofer de mi carro, tenía su numero guardado, pedí discreción al salir.

Mientras esperaba, encendí un cigarrillo, cada vez que lo fumaba, era un recuerdo de Danielle, no sé como me enamoré de ella, pero sucedió... Estoy dispuesto a hacer todo para que ella siempre éste conmigo.

Después de unas horas, llegó el chofer, le di dinero para que tomará un taxi y fuera a su casa. Prendí mi carro y me dirijí a mi antigua casa... Pasé por mi antigua escuela, el principio de todo, no dude en encender otro cigarro.

Llegué hasta mi vecindario, estacioné el carro en frente de la casa de Dylan. Las luces estaban encendidas y el estaba en su cuarto. Saqué mi celular y miré si el estaba en linea. Efectivamente.

—Hola, Amigo. — Escribí.
Pasó mucho tiempo, me quedé en visto, hasta que respondió.
—¿Quién es?
—Pues Ryan, obvio.
—Eres un mentiroso.
—Haz lo que te digo. Baja las gradas.
—Te mataré, no me hagas bajar.
—Solo hazlo.

Ví cuando él se paró de la cama...

—¿Y ahora qué?
—Sal de la casa.
—Si me quieres secuestrar con el nombre de mi amigo, te mataré, ya dije.
—Sal.

Dylan Salió de la casa y observó a lado y lado. Se veía mas grande, con buen porte, se tiñó el cabello de rubio.

—Acercate al carro negro.
—Te advertí.

Dylan caminó hacia mi carro, apagué el celular y salí del carro. La expresión de Dylan cambió, sus ojos no creían lo que veían.

—¿Ryan? Ay no, no me juegues esta broma, joder.
—¿Por qué debería hacerlo?
—¡Ryan eres tú! — Dylan se lanzó a mi y me abrazó muy fuerte.
—Pero... ¿Cuando saliste?
—Ayer, creo... Eso no importa. Te extrañé.
—Ay amigo.
—Dylan, no le digas nada a Ammy.
—¿Por qué?
—Solo no lo hagas.
—Bueno... ¿Y qué vas a hacer?
—Iré a Engly Paradise y saludaré a mi madre.
—Esta bien.
—Oye, me iré, pero mañana saldré contigo todo el día, pero... Es de noche y pues debo saludar.
—Esta bien, adiós.
Entré al carro y me fui, maneje hasta Engly Paradise y en el camino, obviamente fumé. Estoy decidido a tatuarme el nombre de Danielle.

Llegué hasta la gigantesca mansión, la dama de llaves me abrió, la saludé y le pedí que no me anunciara, que solo me dejara entrar, ella no se negó.

Habían cambiado la temática, ya no era blanca, era roja realeza. Me informaron que todos estaban cenando. Entonces caminé hasta el comedor.

—Yo también tengo hambre. — Me paré frente a ellos, estaba Samantha, Christian y mi madre. — Tengo hambre, no he comido.
—¿Qué? ¿Ryan?... — Preguntó Christian, parándose de la silla del comedor. — Muchacho, hace tiempo que no te veo.
—Lo se, Christian.
Lo abrazé en señal de hermandad.
—Oh, my god. — Dijo Samantha. — Te repuso muy bien ese manicomio.
—A ti te sentó en año, hermana.
En verdad si, ahora tiene mejor cuerpo y se ve mas elegante.
—Hijo, yo te esperé, sabía que pronto me sorprenderías.
Tomé a Samantha y a mi madre y las abrazé.

—Señora, traiga otro plato mas. — Dijo Christian.
Me senté y me sirvieron, después de una charla y noche agradable, mi madre me miraba extraño.

Terminamos de comer, mi madre me llamó para que saliera donde están las piscinas.

—Cariño estoy feliz de verte.
—Gracias, ma. — Mi madre se acercó a mi y me abrazó. — ¿Qué haces?
—Hueles a licotina. ¿Haz fumado?
—Tengo 18.
—Lo sabía.
—Lo siento, pero lo hacia desde que cumplí los 17.
—Mejor hablamos mañana, no quiero dañar el momento. —Dijo mi madre.

Ella salió del lugar, yo me quede sentado en las sillas bronceadoras de la piscina, saqué otro cigarrillo y lo prendí.
—"Lo dañaste desde que me mencionaste los cigarrillos."
Susurré.

Mientras fumaba veía las piscinas y me acordaba de Danielle, siempre que prenda un cigarrillo, me acordaré de ella, porque prácticamente era mi vida, aunque en poco tiempo.

En ese momento llegó Samantha.

—Oh, Ryan... ¿Fumas?
—¿Tú que creés?
—Te acompaño. — Samantha se sentó a mi lado y prendió un cigarro.
—¿Te dio muy duro lo de Ammy?
—¿Qué paso? — Mi expresión había cambiado, ahora solo me dirijia a Samantha.

Schizophrenia [Español]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora