Cap. 36: Despedida de solteras

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Instalarme en mi nuevo departamento no se me hizo tan complicado, porque que ya estaba amoblado, solo tuve que ponerles algunos toques para personalizarlo a mi gusto.

Ahora debo ir a trabajar, lo que significa que también veré a Juan. Mi corazón y mi estomago se estrujan al solo pensar en eso. Se que sueno patética, pero no puedo ocultar el hecho de que me afecta de alguna manera su cercanía.

Este fin de semana sera la boda de Leila, ella esta que la felicidad no le cabe en el cuerpo. Me alegro mucho por ella, me alegra que haya conseguido a esa persona ideal para pasar el resto de su vida juntos. Muchas veces me pregunto si yo también tendré la dicha de encontrar a alguien con quien pueda compartir el resto de mi vida, alguien que ame con la misma intensidad que yo, alguien que corresponda a lo que yo siento y que no pague con sufrimiento los momentos de amor.

Observo satisfecha mi reflejo en el espejo. Llevo puesta una falda de tubo por encima de la rodilla, una blusa de mangas a rayas y tacones cerrados, complemente el look con maquillaje y accesorios discretos. Afortunadamente mi tía me dio varios tips de como vestir para ir a la oficina, no se que haría sin ella y sus mágicos consejos de moda.

Finalmente, entre en el ascensor de mi nuevo trabajo, con la enferma sensación en mi estomago que me causaba el pensar que me tendría que cruzar con Juan en cualquier momento. Al llegar a mi oficina, me tope con la imagen de un arreglo de rosas hermoso sobre mi escritorio. A paso dudoso avance hacia el, cerrando la puerta detrás de mi. Con manos temblorosas tome la tarjeta que el arreglo contenía, imaginándome de quien podían provenir.

Siempre has sido y seguirás siendo mi princesa, mi ángel, mi amor.

JL. 

Leer eso me hizo estremecer, esas iniciales eran de el, el único que podía afectarme con sus palabras sin necesidad de estar frente a mi. Se que suena algo patético que aun siga causando este efecto en mi, pero no puedo mentirme a mi misma. Durante estos cuatro años he intentado rehacer mi vida amorosa, pero mis intentos han sido fallidos, ningún chico logra llenar mis expectativas. Si tuve  algunas citas, pero nunca pasaron mas allá de eso. 

Me quede parada frente al arreglo de rosas, observándolo con atención, lo suficientemente cerca para poder deleitarme con  su aroma, cuando el sonido de un toque en la puerta me saco de mis pensamientos. Rápidamente moví el arreglo hacia una mesa cercana, escondí la tarjeta en mi bolso y  formule un disimulado "adelante", dándole entrada a la persona que tocaba la puerta. 

Cuando lo vi entrar sentí mi estómago revolverse y mi pulso dispararse, pero no podía darme el lujo de demostrarle el efecto que aun causaba en mi después de cuatro años.  Me observo de pie a cabeza, con una sonrisa radiante dibujada en su rostro.

- Hola princesa- dijo dulcemente.

- Hola- dije tratando de ser cortante.

- ¿Pasa algo?- dijo con el ceño fruncido.

- Si, pasa que no puedes pretender que con un arreglo de rosas me voy a olvidar que hace cuatro años me engañaste Juan Luis.- escupí.  Su rostro destello dolor.

- Princesa yo...

- No me llames así.- Lo interrumpí- Hace mucho tiempo que perdiste ese derecho- continué. Iba a decir algo, pero fue interrumpido por el sonido de la puerta siendo tocada nuevamente.

- Adelante- dije, tratando de relajarme, mientras Juan seguía observándome profundamente.

- ¡Oh, pero que casualidad!- exclamo el señor Hale, entrando a mi oficina.- Justo venia a buscarte para que conocieras a mi sobrino Danielle.- Continuo alegremente.- Pero veo que el se me adelanto.- dijo observando a Juan con una sonrisa en el rostro.- ¿Que tal te parece Danielle?, es una excelente chica, es la sobrina de una gran amiga mía, es de ella de quien te había estado hablando.

Extreme Makeover (Maluma)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora