8.

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Me senté en la cama y lo miré con el corazón en la boca, estaba con la puerta detrás suyo, como si hubiera entrado a avisarme algo, pero presiento que tenía mucho parado ahí, pués mi cara estaba frente a la puerta, teniendo un acceso fácil de mi rostro adormilado.

-¿Qué pasó?-pregunté restregando mis ojos con la palma de mi mano, miré las ventanas, aún era de noche y esa era la razón de que estaba muerta de sueño, casi me desmayo ahí mismo si no fuera por que este tipo llamado Rich o Richard, o como sea, está aquí. Es un tipo bastante extraño, su rostro nunca demuestra expresiones. Su rostro es duro, con facciones masculinas muy atractivas, se ve de un hombre de casi treinta, pero yo sé que tiene más, en cambio yo, solo tengo 17 añitos, tenemos muchos años de diferencia y yo soy prácticamente Blaire al lado de él, osea un niña. Miro sus manos, que tenían unos pantalones, blusas, bragas y unos botines.

-ya son las tres, tienes una hora para que te arregles y te traje ropa- su voz ronca me ensordeció, aún me pregunto como nos metimos en esto, somos enemigos naturales, nosotros somos el ratón y ellos el gato, corremos el peligro de estar en una trampa y que todo esto sea un maldito teatro barato, no hay que fiarnos mucho.

Espero a que entrara a que dejara la ropa en la cama, pero no se movía de la puerta, ¿qué?, ¿quiere que me pare y la vaya a buscar?, que flojera me da. Pero dejé mi flojera de lado y gateé por las sábanas para deslizarme por ella, el piso frío me esperó, dí un pequeño respingo, pero me incorporé de inmediato, seguro parezco una loca, mi pijama está fuera de lugar, ruego por que no se me vea una teta y mi cabello debe ser un lío  irremediable. Le pido a Dios no perder la paciencia al desenredarlos, así no me los arranco.  Caminé hacia él y extendí mis manos, él extendió las suyas, rozando dedos e incluso, no sé si fue una alucinación mía o qué, su dedo se enredó con el mío por unos mili-segundos, mis ojos fueron a sus ojos rápidamente, seguro aluciné o no sé que, pués el tenía su cara muy seria, sin ni una pizca de emoción
Se apartó de la puerta suavemente, dándole paso a que se cierre y nos dimos esa mirada de cuando Grey deja a  Anastasia en el ascensor, con ese "Christian" y  "Ana", al cerrarse la puerta suavemente. Solté la respiración que tenía  retenida en la garganta y miré la puerta como preguntándome si él estuviera ahí.

¿Pero que culadas estoy haciendo ahora?, Brooke, ¡reacciona pendeja!. me puse en marcha, es mucho camino por recorrer y tenemos que irnos a un lugar no muy predecible. No sé que reacción tendré al calor infernal, pero veré que haré, además me daré la oportunidad de ir por primera vez a una playa, en Alaska no hay. Aclarando dudas.

Me metí a bañar, tallé muy bien las partes de mi cuerpo, como siempre lo hago y lavé mi cabello, que yo de entrometida y loca usé, ya que ni siquiera es mío, solo lo encontré allí. El agua fría lograba relajar mis músculos, suspiro y salí, me cambié en dos minutos. Lo que Rich me trajo fue unos pantalones negros  con rotos en los muslos, unos botines marrones y una camisa de cuadros roja con negro, la cual desde lejos se veía que no era mía, tenía como cuatro tallas mayor. Me dejé el cabello suelto, así se secan con mas facilidad, bajé trotando mientras acomodaba la camisa entre mis pantalones, solo logré meterla por delante, ya que mis cabellos no me dejaban hacerlo con facilidad por mi trasero. Me rendí y abotoné mi reloj de cuero, super sencillo.  Sam estaba listo, pero estaba roncado como una carcacha, sonreí. Se me ha ocurrido algo.

-no le espantes el sueño al pobre muchacho Brooke- dijo mi mamá entrando por la puerta con un café super cargado.- no sé como no te ha odiado, le haces tantas maldades, es como quien dice tu tío, fue mi mejor amigo, debes de tenerle más respeto- rodé los ojos, pero la ignoré. Nunca le tendría el grado de respeto a Sam, como respeto a mi padre, ni a mi abuelo, son muy diferentes, Sam es... Diferente.

Retrocedí varios pasos y luego corrí hacia él, aventandome encima de él, dándole en las bolas y en estómago, caí rodando del sofá y mi espalda chocó con el piso, reí como chiva, Sam se levantó y me miró furioso, pero con un rastro de dolor en su cara.

-¡Te mataré pequeña demonia!- gruño, sonreí y luego le tiré un beso en el aire, me agarró de los brazos y me aventó en el sofá, me iba a hacer algo, que lo que parecía que era cosquillas, pero alguien nos interrumpió, miramos al mismo tiempo, era Rich vestido con una campera negra, Blaire se acercó a mi y me sonrió.

-hola Brooke.

La miré.

-hola Blaire.

Mi padre y mi abuelo bajaron hablando sobre los boletos de avión, Sam me ayudó a pararme, había una rubia al lado de él, mirándome con cierto desprecio, ¿quién es esta?.

-ella es Ayme, madre de Blaire, mi... ex esposa- sus ojos conectaron con los míos, tiene nombre de puta.-dice que está de nuestro lado y que quiere ir con nosotros- Sam y yo nos miramos.

-ya no sé en quien creer en realidad- comentó Isaac, mi padre.

-escucha, Richard, he tenido que familiarizar con lobos, aprender a amar, prácticamente, hacer cosas imposibles o que yo creía imposibles, estoy confiando en ti, cualquier cosa que nos pase es tu culpa, ¿estás seguro de esto?, por algo es tu ex esposa.- mi abuela Sky, mi madre Astrid y yo nos miramos. Rich miró a Ayme.

-si somos más es mejor, yo no quería, pero terminó convenciéndome.- no sé porqué ya me cae mal si no la conozco.

-confiamos en ti, Rich -habló mi padre, Rich asintió, no sé porque presiento que me dará muchos problemas. Blaire ni siquiera miraba a su madre, solo me agarró de la mano, lo cual me tomó de sorpresa y me incomodó mucho, ella está cogiendo una clase de confianza que no le he permitido aún, pero al parecer no le importa lo que siento yo hacia ella. La miré pero no dije nada, solo tragué en seco, algo extraño está pasando y no quiero averiguar que es.

 Y después de ese tiempo de una cierta incomodidad y miradas raras, llegamos al aeropuerto y cogimos nuestro avión a tiempo. Yo quedé, por desgracia o simple misericordia de Dios, al lado de Rich y lo peor, más nadie estaba en esa fila de asiento, solo gente desconocida, la tal Ayme no me deja de mirar, Blaire no me soltaba el brazo y estaba asueñada. Sentía su mirada pegada en mi nuca, esta actitud me estaba hartando, ¿qué tanto me mira?, volteé mi cara para encararlo y preguntarle de una vez por toda que cual era su problema, pero al hacerlo, casi por un puntito, por un pelito, nos besamos. Estaba tan cerca de mi que cuando me voltee casi rozamos labios. Me alejé de inmediato, él solo me miraba con esa... mirada de no -sé -qué. Su rostro sin ninguna emoción.

-Lo siento- dije en un susurro, tendré  que soportar esta tortura de horas en este avión con este tipo, que me resulta atrayente pero un poco intimidante. Volteé mi cara hacia la ventana, me dió  tortícolis, de todo, pero nunca volteé mi cara, solo sentía su mirada penetrante en mi cuerpo.
















EnemigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora