10.

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Escurría  los gramos de arena mientras sentía como se mezclaban entre mis dedos, mientras jugaba con la susodicha, desplazando mis manos por ella, el aire salado de la playa soplaba contra mi cara. La tarde estaba entre amarillenta y anaranjada, haciendo matices con el sol, que desaparecía por el horizonte. Yo estaba con un moño despeinado y unos shorts altos, con una ombliguera blanca con mangas y con unos converse bajos blancos y estaba sentada en la arena, ni siquira me dí cuenta que alguien se sentó al lado mio, volteé mi cara y lo primero que vi fue cabello rubio. Ayme.

-ni siquiera mires a Richard- la miré con las cejas fruncidas.

-¿te da la impresión de que lo hago?- respondí de manera fuerte sin medir mi voz.

-demasiado- murmuró.-será mejor que tú y tu familia se alejen de él, porqué él es solo mío- mascullo. Yo solo reí y la miré  de nuevo.

-lo que me provoca es hacer lo contrario Ayme- entablé.-meterme a su cuarto, seducirlo, tener sexo- fui interrumpida.

-¡ni te atrevas!-exclamó. -no te atrevas a tocarle un solo pelo a él, porqué te mataré- gruñó.

-no me amenaces pendeja, porqué puedo reaccionar de manera incorrecta y la que va a quedar muerta eres tú- hablé, desafiandola.

Se paró de la tierra molesta y pateó, parecía una niñita inmadura.

-atrévete y verás- desafió.

-oh pero claro que lo haré- dije, ella solo me miró mal y luego se volteó. Nuevo objetivo, seducir al Caza-vampiro, solo por diversión para molestar a la teñida. Me paré de la arena con un nuevo propósito, nadie me desafía, nadie se mete conmigo sin salir lastimado, y esta perra está jugando de muy mala manera conmigo. De camino me encontré con Blaire, se me ha vuelto un poco estresante toparmela a cada rato, es un poco molesto tener que cargar con ella, pero supongo que tendré que acostumbrarme.

-¿ya cenaste?- preguntó siguiendome. Yo solo la miré de reojo.-oh, es cierto- rió, bebo sangre humana y aunque puedo comer, gracias a mi parte lobuna, no me apetece mucho.-¿sabes qué?- preguntó.-aveces quisiera que tú fueras mi madre- paré en seco al escuchar esas palabras y me volteé. La encaré, en su mirada había un centelleo de tristeza.-eres hermosa, divertida, fuerte, valiente. No me imagino como se va a sentir tu hija al conocerte- ¿hijos?, nunca pensé en eso, ademas estoy demasiado joven para eso.

-¿a que te refires Blaire?- pregunté, me miró.

-contigo me siento bien Brooke, siento amor de madre, siento que aunque no nos conozcamos bien, hay algo que nos une y el haberte conocido fue lo mejor- mi corazón se ablandó al escuchar esas palabras tan bonitas, la miré, pero Dios mio, me da tanta pena, junté mis cejas y ella me miró. Caminó hacia mi rápidamente y me abrazó, su cabeza llegaba a mi pecho. -quiero que me quieras tal como yo te he llegado a querer a ti- murmuró, mis manos quedaron levantadas, pero lentamente las bajé, poniéndolas en su espalda y la acaricié.

-aunque me pareces una chica bastante extraña y de repente cogiste una confianza demasiado desmensurada, sé que te ganarás mi cariño muy rápidamente - aclaré, ella alzó su cabeza y me miró, sonriente y me abrazó mucho más fuerte.

-¡gracias Brooke, me haces muy feliz!- exclamó, mientras me abrazaba, sonreí enternecida y bajé mi cabeza hacia la suya, lentamente se fue separando de mi. -bueno, me tengo que ir a cenar- aclaró.-¿vienes conmigo?- preguntó. Yo sonreí y negué con la cabeza.

-tengo unos asuntitos que hacer, pero luego te alcanzo- dije, ella solo me miró, pero decidió no preguntar nada, me sonrió y asintió.

-bien, nos vemos después Brooke- se despidió dándome otro abrazo reconfortante y luego caminó por el largo pasillo, dándome la última vista de su lazo azul, enganchado en su cabello. Caminé hacia las otras playas que estaban mas habitadas, habían varias fogatas donde la gente se sentaba a hablar, o simplemente a comer malvaviscos.

Caminé por en buen rato y me cansé de buscar al señor Richard, pero cuando menos me los esperaba, apareció caminando lejos de mi, ni se dió cuenta de mi presencia, solo siguió de largo hacia donde las playas estaban mas desiertas, ay Dios mío, hacer maldades cada vez me gusta más. Caminé hacia él y antes de que él se sentara, ahí estaba yo, se posicionó en la arena e hizo un gesto de ataque al verme de repente a su lado, pero al ver que era yo, se calmó.

Le sonrío, él solo me miró y movió su cabeza en forma de saludo.

-¿Qué tal Rich?- pregunté con voz alzada y me tomé el atrevimiento de sentarme más cerca de él. La calentura que emanaba su piel, era exquisita.

-bien, ¿y tú?- preguntó extrañado por mi actitud de María florista.

-muy excitada- dije, él me miró y abrió sus ojos, sorprendido.-¿no te imaginas tú y yo teniendo sexo?- salté de la nada, haciendo que se atragantara con su propia saliva.

-¿a qué viene esto?- preguntó exaltado, yo me puse de cuclillas y luego gateé hacia él, acercando mi cuerpo hacia el suyo, él solo por instinto se alejaba, pero no del todo, trataba de examinar los pasos que iba probablemente a dar.

-resulta que su esposa, o ex esposa, no sé, realmente no me interesa, me dijo que no me acercara a ti y no sé, planeo echarle en cara que no me importa lo que diga, que yo me puedo acercar a ti, que yo puedo... tocarte, que yo puedo hacer de todo- susurro sobre sus labios, no sé, pero muero por morder esos labios tan carnosos, me miró nervioso y yo solo desplacé mis manos por su torso y luego me impulsé y me subí a su regazo, sintiendo su pene bien despierto. Me removí lentamente torturando su pene entre mis nalgas, jadeó y yo solo rodeé mis brazos en su cuello, él solo miró mis labios y yo los suyos.-¿Qué harías si yo te diría que quiero besarte?, ¿me apartarías?, vamos a probarlo.

Me acerqué a sus labios y los rocé, susurró algo que no escuché muy bien. Pero creo que fue un 'te deseo'. No sé si es atracción, o por el simple hecho de hacerle la maldad a la teñida, pero esto me gusta. Nos besamos, me estaba besando con un tipo que debería de tener 30 años mayor que yo, pero eso no me importó, devoraba mis labios mientras me abrazaba fuertemente contra su cuerpo vibrante, en sus pantalones había una dura erección y sus labios eran un delicioso manjar que no iba a desperdiciar ahora. En serio besaba muy bien. Demasiado bien.

EnemigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora