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Duré el día completo dormida de un solo lado, me dió tortícolis, dolor en todos los lados, pero nunca volteé mi carah9 y creo que dormí con el cerebro despierto, como cuando tienes algo que hacer en la mañana y sientes que estás durmiendo despierta, porqué la cosa es tan importante, que casi no duermes o duermes por así decirlo despierta.

No sé si me dejo de mirar o qué, este tipo me da una clase de miedo, además sigo cuestionándome el porqué seguimos creyendo en ellos, además que la maldita rubia no despega sus ojos de mi, mirándome a toda costa. El ambiente caluroso entró al avión, aún este con aire acondicionado, se sentía bien contra mi piel, pensaba que el calor del caribe iba a ser insoportable para mi.

Pero no.

Puerto Rico, el tercer país más grande de las antillas mayores, ahí fue que venimos a pasar... el rato. Venimos a conocer un ambiente mas cálido y a conocer las famosas playas del caribe, dicen que son una de las más hermosas del mundo. 

–abrochen sus cinturones, es hora de aterrizar— la voz molesta de una azafata me despertó, lancé un quejido al sentir la punzada en mi cuello y parte de mi cabeza. Mierda. El dolor era soportable, pero el no poder mover mi cabeza, resulta molesto. ¿Para qué abrocharse el cinturón?, no quiero hacerlo. Pero algo me dejó muda, yo escuchaba los movimientos de Rich abrochándose el suyo, pero luego, agarró los dos cinturones que estaban en mi asiento y como si él fuera mi padre o simplemente mi novio, los apretó contra mi cadera y los abrochó. Yo, asombrada sin importarme el dolor en mi nuca, voltee mi cara hacia él, lo miré, su cara aún estaba sin emociones, pero esos ojos chocolatosos decían muchas cosas, aunque también a simple vista no transmitían nada. Miré de nuevo la ventana, por Dios, esto es... escalofriante. Aterrizamos y simplemente bajamos del avión, yo duré un gran tiempo sentada, ya que el señor a mi lado duraba bastante para bajar, aunque me daba la impresión de que me estaba esperando. Mi piel extremadamente pálida, al fin siente lo que es el calor puro, lo que me llevó a quitar varios botones de la camisa y hacerme un moño despeinado, recogí la camisa y ayudé a mis padres con las maletas,  cerré los ojos al sentir el aire caribeño entrar en mis poros, sonreí. 

-esto va a ser bueno, tantos años en el frió, merezco esto- miré a Sam quien se acercó a mi, pues según lo que me contaron, fueron a Brasil antes de mi mamá tenerme, los envidio infinitamente.

-nadie sabe si nos morimos mañana- pausé y miré a Sam.- a gozar amigo- sonrió y miró el horizonte.

-vamos- dijo y me ayudó con las maletas.

Hotel Sol Caribeño, ubicado cerca de las playas de Balneario de Vega Baja (información ficticia), unas de las mejores. Solo hice entrar a las maletas en las habitaciones del hotel donde nos hospedaríamos, me quité la ropa y me puse un traje de baño de dos piezas, que se mueran de envidia esas viejas que ya tuvieron hijos, ah y por si acaso, no es de la tal Ayme de la que estoy hablando. Por si las dudas, si..de ella es que estoy hablando. Reí ante mis pensamientos y me puse una toalla encima con unos clubmasters y un moño despeinado, me encontré con Blaire en el pasillo y casi entro de nuevo a la habitación, pero sería muy obvio que no la quiero ver, ya que  se ha comportado muy raro y eso me incomoda. 

-Brooke- me llamó, rodé los ojos, sin que ella me viera. Fingí una sonrisa y la miré.

-Blaire- chillé con un entusiasmo fingido, tenía unos shorts y un traje de baño de una pieza, con su cabello suelto.

-¿vamos a la playa juntas?- me preguntó, la miré por un segundo y asentí lentamente, no puedo decirle que no y, ¿cómo lo hago?, me castiga Dios.

Sonrió muy feliz y aprisionó mi brazo, suspiré lenta y duramente, yo no soy mamá aun para que esta niña me esté tratando como que si yo soy familiar de ella. Bajamos y salimos a la playa. En ella aguardaban mis abuelos y mis padres, cada uno tenía una muy buena condición física, parecían jóvenes veranales con sus trajes de baños, no parecen que han pasado a la étapa de padres, o de abuelos. Parecen jóvenes como yo, cualquiera pensaría que somos hermanos. Sonreí y me dirigí a ellos.

-primera vez en el calor Brooke, espero que lo aproveches- sonrió mi abuela.

-lo estoy haciendo- le devolví la sonrisa. Pedí una Piña colada y comencé a beberla, todavía tenía mi toalla, no estaba muy apresurada por nada, estoy muy tranquila.

Pero casi escupo el jugo al ver el tremendo cuerpo de el señor Rich, Jehova de los ejércitos, Jesús de Nazareno, María Teresa de Calcuta, sálvanos de nuestros pecados. He pecado señor mío, he pecado. Quité mi vista de su cuerpo y mordí mi labio inferior. Noté una sonrisa en sus labios, ¿está sonriendo?, ¡¿está sonriendo?!, ay pol Dio, ¡VA A HABER UN MAREMOTO!, ¡SALVENSE!, ¿ah no?, ¿no hay maremoto?. ¡Primera vez que lo veo sonreir! y esa sonrisa es tan perfecta combinada con esos labios carnosos. Diosito, es mayor que yo, ¿por qué lo pusiste en mi camino?. Creo que terminaré cantandole en una serenata:

-¡no me importa que usted sea mayor que yo, hoy lo quiero en mi cama!-.

Jesucristo.

Algo me dice que me está provocando, vamos a ver quien gana. Sonreí con gracia y alejé la toalla de mi cuerpo, dejando ver mi cuerpo tonificado y con muchas curvas. Estoy buena, lo reconozco. A él casi se le salen los ojos, se le salió un jadeo, me miró a los ojos, que estaban cubiertos por los lentes. Sonreí con gracia y él solo sonrió con sus labios y asintió. Reí despacio y seguí bebiendo mi piña colada. 

Quizás no sea tan malo.













EnemigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora