18.

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Estaba tan dormida que no me dí cuenta cuando abrieron la puerta. La cama era muy cómoda y tenía días sin dormir bien. Sentí la cama hundirse, pero no desperté.

Sentí besos en mi cuello, me removí, pero no desperté.

-Brooke.- me llamó. Junté mis cejas y gemí.

-¿qué?.- pregunté.

-soy Rich.- abrí mis ojos y lo miré, me lancé hacia él, abrazandolo.- te extrañé demasiado.- suspiró en mi cuello. Busqué sus labios y lo besé primero suave pero posesivo. ¿Cómo he podido llegar a extrañarlo?, ¿acaso lo he llegado a... querer?.

Subí de tono y lo tiré en la cama, saboreando su boca, estaba desesperada. Tenía mucho sin probar ese pene. Quería más.

 Quería más

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-detente.- recuperó el aire al separarse de mi un segundo. Lo miré.-no quiero aprovecharme de ti, no ahora.

-¿a qué te refieres?.- pregunté burlona.

-acabas de llegar, no quiero que pienses que solo te estaba esperando para tener sexo y vacearme.- sonreí seductora, busqué su cuello y comencé a morderlo y chuparlo lentamente, mientras dejaba besos húmedos y luego los soplaba haciendo que su piel se erizara.

-soy yo la que quiero aprovecharme de ti.- lo miré con deseo, mientras le hablaba seductoramente en su oído.- quiero hacerte llegar hasta el cielo, chupar y lamer todo tu cuerpo, hacerte mío una y otra vez. Poseerte de nuevo.- fui deslizando mi mano por su pecho, estomago y pelvis, hasta llegar a su pantalón y meter la mano, sacando su miembro duro como una roca. Comencé a masaje de arriba hacia abajo, gimió.-te necesito.- dí un beso en su clavícula. Me miró con esos ojos marrones irradiando fuego y sus cejas decayeron.

-al diablo, yo también te necesito.- me besó con pasión, deseo y salvajismo, gemí ante la agresividad, esto me encanta.

Duramos la noche completa en el acto, incontables polvos, uno detrás del otro, sin parar. Mierda, ese hombre me encanta. Es un verdadero macho, si que me gusta como nadie me ha gustado. Desperté de un respingo. Unos brazos me abrazaban fuerte. Sonreí al ver que no se fue, como siempre lo hacía, estábamos aún desnudos, la sábanas blancas estaban encima de nosotros, mis senos estaban en su torso. Me quité los brazos de encima y caminé hasta el baño desnuda. Me metí en la regadera y comencé a lavarme la cabeza. Sentí el cristal abrirse y ahí estaba Rich, con su rabote al aire.

Sonreí al verlo. Atrapó mis labios en un beso suave, pero posesivo. Lo pegué a mi, amaba sus besos, sus labios carnosos eran suaves y tibios. Deliciosos.

 Deliciosos

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EnemigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora