CAPITULO 5 "EL LEÓN NO ES COMO LO PINTAN"

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Katniss se sorprendió cuando esa mañana, al abrir su puerta, se encontró con Annie Mellark y una invitación a almorzar. Se sentía nerviosa mientras se dirigían a la mansión de Peeta para recoger a Anthony. No había visto a Peeta Mellark desde la reunión, pero cada vez que pensaba en sus palabras, en sus reclamos por el simple hecho de los abrazos de Anthony, se estremecía. Peeta había logrado causar un sentimiento extraño en su corazón, había logrado llenarla de curiosidad.

En las conversaciones con Anthony no había escuchado al pequeño nombrar a su padre, como si había llamado a su padrino Marvel, su tío Finn, el esposo de su tía Annie, o a sus abuelos, incluso hasta a su madrina Johana, esposa de su padrino. Sabía que Anthony no hablaba de su padre porque simplemente no sabía que contar de él, más allá de lo que leía, cuando recibía premios, a través del periódico.

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A Katniss le impresionó el tamaño de aquella tenebrosa mansión. Era bonita, pero no le gustaba. Era demasiado ostentosa o llamativa para su gusto. Sus ventanas eran grandes y las cortinas oscuras no permitían ver hacia a dentro. Había dos leones como escultura en las gradas que conducían a la puerta de mármol café oscuro. Annie se adentró con confianza y Katniss la siguió, pero de pronto sintió la mano de Annie jalarla con fuerza, haciéndola esconderse tras unas enormes escaleras, que seguramente llevarían al segundo piso. Annie señaló hacia el frente y Katniss observó cómo Anthony estaba mirando a través de unas puertas, de lo que parecía ser un estudio. Las puertas estaban semi abiertas y Anthony miraba a alguien allí. Observó lo pulcro de aquel lugar. El piso brillaba bajo sus pies. Había una mesa con un jarrón extraño, cerca de donde Anthony estaba y en este había flores artificiales blancas.

-Lo cache la semana pasada. Al parecer siempre hace lo mismo- dijo Annie en un susurro, sacándola de sus pensamientos, haciendo que mirara con atención a Anthony.

-¿A quién mira?- preguntó Katniss. Annie suspiró con pena y respondió:

-A Peeta idiota Padre ¿A quién más?-

Katniss ignoró su sarcasmo y se quitó sus zapatos de tacón pequeños. Eran cómodos y la hacían verse fashion o eso le habían dicho Glimmer, Cecelia y Nathalie. Se los dio a Annie y se encaminó hacía Anthony, quién seguía absorto viendo a su padre, para ver si le había picado algún insecto radiactivo o quizá Sae le había puesto algo a su comida.

Él solo quería saber porque, de pronto, su padre quería comer con él. No es que no le alegrara, no, pero le extrañaba. Quizás quería algo y Anthony no tenía mucho para darle.

-¿Qué es lo que vemos?-Preguntó Katniss.

Anthony saltó y cayó hacía el frente, abriendo la puerta, llevándose a Katniss con él. Katniss, al estar en el suelo y descubierta por Peeta, empezó a reírse a carcajadas, roja de la vergüenza. Anthony frunció el ceño y se sonrojó avergonzado de haber sido descubierto, pero Katniss seguía riéndose y terminó contagiándolo a él también, que empezó a reírse con loco. Annie también se reía, al ver a su sobrino así, pero lo que más la hizo sonreír fue la manera en la que su hermano veía a Katniss. Ese brillo, ese brillo no lo veía desde hacía ya 12 años. Sonrió, pero esta sonrisa era traviesa. Oh si, sí que lo era. Annie Mellark sería un cupido celestial desde ahora.

Peeta vio a una hermosa mujer caer frente a su escritorio. Se sorprendió al ver a Anthony con ella y de pronto encontró la manera de acercarse a su hijo, porque Katniss podría ser la única que de verdad conociera a Anthony. Las risas, combinadas de ambos, se escuchaban como un coro angelical que venía directamente del cielo ¿Qué me está haciendo esta mujer? Pensó. Porque si le estaba haciendo algo.

La Maestra De Mi Hijo (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora