CAPITULO 6 "CUANDO LAS LETRAS LLEGAN"

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Katniss contempló, por tercera vez en ese día, aquel dibujo de Anthony que psicológicamente demostraba demasiado. Aquel ángel, iluminando las nubes grises de una fuerte lluvia, que a simple vista era arte, pero al ser observador se podía ver lo mucho que aquel simple dibujo, de un sin duda talentoso niño de 12 años, demostraba. Las nubes grises representaban sus tristezas, aquellas que no dejaba ver a nadie y el ángel, el ángel la inquietaba más ¿Qué podría representar aquel ser sin un rostro con alas? Podría ser muchas cosas, como podría ser ninguna. Katniss saltó de sus pensamientos cuando Anthony se sentó frente a su escritorio, con un impulso fuerte. Estaba molesto, muy molesto, y no podía ocultarlo, no de Katniss, quién era como su madre. Y es que había encontrado en Katniss aquello que una vez, hace 12 años cuando nació, le fue negado, el amor de una madre, un amor que Katniss no se negaba en darle. Katniss suspiró y le dijo sin medición alguna, como si le hablase a un adulto, porque a veces Anthony se comportaba como uno

-Anda escúpelo- Anthony suspiró frustrado y respondió:

-La garza-

Katniss sonrió al escuchar el sobrenombre que Anthony le ponía siempre a la asistente de su padre. Eleonora "Garza" Dinkley, así llamaba a aquella mujer que le había dado escalofrío.

-¿Quieres contarme?- preguntó Katniss preocupada por su pequeño Mozart. Había aprendido de Anthony a no obligarlo a nada, a esperar a que él decidiera hablarle.

Anthony cerró sus ojos, con su rostro al techo del salón de clase, mientras intentaba recordar porque estaba tan molesto esta mañana. Había veces que la calidez de Katniss era suficiente para olvidar su soledad y tristeza.

-Papá se va una semana entera a Japón por un nuevo proyecto de software y esas cosas tu sabes- dijo Anthony mirándola directamente a los ojos con tristeza.

Katniss se levantó y se sentó en la silla al lado de Anthony, entendiendo su frustración y tomó su mano. Cuando su padre vivía, viajaba mucho, pero había mucha diferencia entre su relación con Alexander y la de Anthony con Peeta. Su padre siempre estaba allí con ella, en cambio Peeta buscaba escusas para irse. Aun así le llamo la atención que Anthony mencionara aquella mujer ¿Qué tenía que ver ella en todo aquello? Con renuencia pregunto:

-¿Qué tiene que ver La...Señorita Dinkley en todo esto?- se interrumpió. Había estado a punto de llamarla garza.

-Pasa que me quedo con Sae y la garza por una estúpida semana- dijo Anthony

- No digas malas palabras campeón. Eso no es tan malo, aunque ella no te agrada- dijo Katniss sonriéndole con cariño a Anthony, quién asintió y se levantó, dirigiéndose al piano, calentando sus manos y luego comenzó a tocar las primeras notas de una canción propia. No podía terminarla, sabía que algo le faltaba. Katniss se le acerco poniéndole las manos en los hombros en señal de apoyo, diciéndole:

-Llegará cariño, llegará.

Pero por más que buscara, las siguientes notas no salían. Solo se quedaban allí, en la misma tecla donde comenzaban. Empezó de nuevo y se detuvo. Katniss se sentó a su lado y toco las notas, un poco más rápido, mejorándola. Anthony sonrió y la imitó. Había aprendido a tocar el piano tan rápido que había impresionado a Katniss

-¿Tiene letra?- pregunto Katniss cuando Anthony se detuvo. El negó y agregó:

-No había pensado en eso- Katniss asintió.

Anthony siempre iba a paso lento, pero se había dado cuenta de lo mucho que había cambiado. Poco a poco, él se había abierto a sus compañeros. No tocaba en público, pero ayudaba a las gemelas malvadas cuando estas tenían problemas con el piano y su mejor amigo Mark le estaba enseñando a tocar la guitarra, así que le dijo, intentando animarlo:

-La letra de una canción puede llegar a convertirse en una gran historia, una historia que tú quieras contar, ya sea triste o de lo más alegre. Todo depende de ti- Anthony sonrió, volviendo a tocar la misma melodía. Le encantaba hacerlo, era su regalo para Katniss, aunque claro, ella no tenía que saberlo aún.

-¿Estás segura?- preguntó dudando, porque sí, él tenía miedo aún.

Katniss había intentado que el tocara el piano frente a sus compañeros, pero Anthony aún no se atrevía a hacerlo.

-Es tu canción- dijo Katniss con cariño y orgullo, ya que Anthony era su orgullo.

-La primera canción de mi pequeño Mozart- terminó sonriendo.

Anthony le devolvió la sonrisa, feliz de poder sentirse así. Ella le alegraba y había llegado a ganarse más que su confianza, su cariño y tenía su admiración.

-Te quiero- dijo Anthony sin pensar, sonrojándose y bajando la mirada. El corazón de Katniss se movió de distintas maneras y le levantó el rostro respondiéndole con la sonrisa más grande, respondiéndole:

-Yo también cariño ¿Lo sabes verdad? ¿Sabes que te quiero?-

Anthony sonrió y asintió, dichoso de escuchar aquello, puesto que esas simples palabras significaron mucho para él. Esa tarde, mientras pegaba una fotografía más en el álbum de su padre, la letra de la canción empezó a surgir de la nada, como Katniss le había dicho. Aquella letra empezó a llegar. Aún no tenía melodía y quería terminarla para poder mostrarla, pero la letra era suficiente y llegaba al corazón, al menos al suyo. El orgullo lo lleno con cada palabra que fluía, como si fuese una cascada, más se detuvo. Le hacía falta más. Había algo que faltaba para que su canción estuviese completa.

.

.

Esa noche Peeta entró en la habitación de su hijo. Su viaje salía en unas horas. Lo creía dormido, pero Anthony no había podido dormirse por la emoción. Tenía su canción casi terminada, el mejor regalo para Katniss. Peeta se sentó a la orilla de su cama y le dijo pensando que estaba dormido.

-Pórtate bien Campeón, prometo volver pronto. ¿Está bien?- Peeta suspiró con miedo y le puso la mano en el brazo a su hijo, con cariño diciendo:

-Te pareces mucho a ella ¿sabes? Me la recuerdas tanto que duele- Peeta sonrió y tomó el retrato que Anthony tenía en su escritorio aquel en donde Delly le sonreía. Recordaba ese día, se habían conocido desde siempre y habían sido novios desde que el tenia memoria. Aunque sonara muy cursi, él sabía desde que era un niño, que ella sería su esposa. Aquella hermosa mujer, con la cabellera naranja y los ojos tan extrañamente verdes, era valiente y amaba su hermosa sonrisa, era perfecta. Su manera de cambiar las cosas malas, de hacerlo sonreír con su inocencia. Amaba su cuerpo perfecto aun cuando estaba embarazada.

-Me dejaste una hermosa parte tuya mujer. Mira que estarías furiosa conmigo. Lo sé. Eras tan testaruda, te gustaba estar siempre llevándome la contraria y no sabes lo estúpido que me siento hablándole como un loco a tu retrato de nuestro hijo. Aunque sé que no sería nada loco para ti. Jamás sería loco para ti-

Anthony sonrió por las palabras de su padre, quién jamás hablaba de su madre. Peeta respiró profundo y un recuerdo lo embargo llenándolo de tristeza.

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==FLASH BACK==

LOS ANGELES 1999

-Eres un grandísimo idiota, Peeta Mellark, y lo peor de todo es que voy a casarme contigo. Te he dicho que NO voy a cambiar mi anillo. Es hermoso - dijo Delly mostrándole el anillo de compromiso a Peeta, mientras le sonreía testarudamente.

-Puedo comprarte uno mejor - le dijo Peeta, puesto que el negocio había salido bien y quería darle lo mejor.

Delly lo miró por un momento y negó haciendo, un puchero con sus hermosos labios rosa:

-Nop, no quiero uno nuevo, este es perfecto-

-Tú eres perfecta- le dijo Peeta y se le acerco levantándola como un costal de papas, mientras Delly gritaba y le golpeaba la espalda... Si, aquella mujer era más luchadora que cualquiera. Ella no le temía a la vida, como tampoco le tuvo miedo a la muerte que se la llevo un día reclamándola.

===FIN DE FALSH BACK===

Peeta se puso en pie suspirando pesadamente y dijo:

-Nos vemos en una semana campeón-
















La Maestra De Mi Hijo (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora