Capítulo 7: noche de espuma

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Llegó a su casa, tiró la capa en el sofá y se tomó una copa de Whisky de fuego de un solo trago. Maldita Granger. Le había dejado con un mal sabor de boca. Sabía que ella no lo había disfrutado y esa era algo que nunca le había pasado. Sí, se había corrido, pero una sola vez ¡una sola vez! ¿Pero ni un solo orgasmo? Eso lo hería en lo más hondo de su orgullo. Ninguna mujer se había quejado de sus dotes en la cama, todo lo contrario. Siempre le decían lo bueno que era y las ganas que tenían de volver a tenerlo en su cama. Aún por encima que había sido de lo más delicado. Tenía pensado ser un salvaje, pero cuando la vio de pie, encorvada y temblando, no pudo evitar sentir cierta lástima.

¡Maldita Granger! ¿Por qué tenía que ser diferente?

Ni siquiera pensar en decirle al tonto de Weasley y San Potter que había desflorado a su amiguita le animaba y eso aumentaba su mal humor.

Tiró el vaso de Whisky vacío contra una de las paredes y subió a su habitación. Se desnudó y se metió en la ducha. Todavía tenía restos de la sangre de la chica.

Antes de dormirse, pensó en que antes de que acabase la semana haría que Granger le suplicara por más sexo. Y con ese pensamiento se durmió con una ligera sonrisa.

-Señor, Malfoy- dijo Zoty.

-¿Qué hora es?

-Son más de las doce del mediodía, señor Malfoy.

-Está bien- dijo el chico, sacando la cabeza de debajo de la almohada.

No era de los que les gustaba quedarse todo el día durmiendo. Se había acostumbrado a dormir poco y no quería perder la costumbre de madrugar. Por eso le había dicho a su elfo que le despertara en caso de dormir hasta tarde.

Estaba en la biblioteca revisando otros contratos, similares al que había hecho su antepasado con los Zabini. Pero, apenas se daba concentrado y le molestaba perder el tiempo.

Asquerosa sangre sucia, hasta lejos de ti me das problemas.

-La cena ya está, señor Malfoy.

-Ahora voy.

Apenas probó bocado, tenías ganas enormes de ver a cierta castaña. Se levantó de la mesa.

-Señor, todavía queda el postre. Las fresas que había pedido.

-Las comeré mañana.

Cogió su capa y se dirigió a La dueña de C.

-Pensé que no ibas a venir- le dijo Cindy.

-Necesito el dinero. Además, te debo mucho por darme trabajo- le dijo Hermione- ¿podéis ayudarme?- les pidió a las chicas.

-Claro- dijeron al ver el aspecto de la chica.

Le arreglaron el pelo, la maquillaron y le escogieron la ropa interior.

-Date prisa a cambiarte, Draco ya está aquí- le dijo Clarise- dijo que te pagaría algo más si ibas ahora.

Hermione se metió en el baño de la misma habitación del día anterior. Rápidamente se cambió. Escuchó como alguien entraba en la habitación. Supo quién era.

Iba a salir, cuando se miró en el espejo y se vio los arañazos. Soltó un quejido ahogado. Su cabeza pensaba rápidamente. No tenía su varita con ella, había salido tan ensimismada de su casa que no se dio de cuenta y no podía salir sin que la viera Malfoy. Se puso de cuclillas y abrió lo justo la puerta.

Resquicios de orgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora