Capítulo 10: duelo de egos

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Draco tenía pensado pasar poco tiempo en la "Dueña de C". Pero desde que vio la oportunidad de mortificar a Blaise Zabini, decidió pasar más tiempo en el local. Se iba a divertir. Se acercó a la chica.

-Sígueme la corriente y hoy te pagaré el doble.

-Vale, pero si es algo raro...

-No- suspiró pensando en lo mojigata que era- empieza fingiendo que no me conoces, dándome dos besos por saludo. Después sonreirás, hablaremos un par de veces y me llevarás a la parte de atrás. ¿Lo has entendido?

-Por supuesto.

Se separó de la chica y ella con una gran sonrisa le dio un beso en la mejilla, muy despacio y cerca de la comisura de los labios.

-Coquetea un poco- le gruñó el chico.

Hermione miró hacia sus compañeras y decidió evitarlas, ya que no sabía como coquetear. Se fijó en Caroline. Colocó las manos en la barra y flexionó los codos y juntó los brazos, de tal forma que su escote ahora era mucho más amplio. El chico sonrió al ver lo que hacía la chica, no era para nada sensual, pero estaba consiguiendo molestar a Blaise.

Se humedeció los labios tranquilamente y acercó una mano a colocar un mechón del chico tras la oreja. Acercándose a su rostro.

-Muérdeme el lóbulo de la oreja- comentó el chico.

Se acercó a la oreja visible para el moreno y le cogió la oreja entre sus dientes suavemente.

-¿Ahora qué más quieres que haga?- le murmuró al oído.

-Hazme un gesto con el dedo y guíame hasta la habitación.

Se alejó un poco y levantó su dedo moviéndolo para que la siguiera. Al llegar al pasillo miró atrás y vio como Blaise la miraba con bastante odio. Le hizo seña a Draco para que pasara delante de ella y cuando estaba adelantado, le cogió la mano y tiró de él, quedando el chico de frente hacia Blaise.

-Se le nota muy enfadado- le dijo la chica.

Rápidamente se dirigieron a la habitación de la chica. Hermione empezó a desvestirse. Draco le agarró suavemente la muñeca, deteniéndola.

-Hazlo más despacio- dijo con una sonrisa en los labios. Se sentó en la cama a observar.

Le gustaba verla sonrojada. Con pudor, se sacó el pequeño top, dejando a la vista su sujetador negro. No quería sacarse el pantalón, ya que llevaba puesto un tanga que apenas tapaba nada. Roja a más no poder, se desabrochó el pantalón y lo dejó caer. Desvió la mirada y esperó a que él le dijera algo.

-Cada vez, traes lencería más provocativa. Cualquiera diría que pretendes que me excite al verte.

Al ver la cara de la chica, soltó una carcajada. Estos últimos días se había reído más que en los últimos años. Aunque al principio, pensaba hacer sufrir a Granger. Pero, ahora empezaba a disfrutar el tiempo que pasaba con la chica. No solo pensaba en el placer sexual, sino en los pequeños detalles. Le llamaba la atención que se sonrojase, con ese cuerpo no debería tener tanto pudor. Era extraña, aunque había cambiado su vestuario, no se notaba del todo cómoda con el. Pero lo que realmente le sorprendía era que se avergonzara de los piropos que recibía por parte de los clientes.

Esta sería su cuarta noche y aunque le parecía poco tiempo, se estaba acostumbrando a la compañía de Granger. Su forma de ser, le parecía particular y graciosa. Cada vez quería ponerla más al límite y saber hasta donde aguantaría.

-Sigue- le instó el chico.

Ella no quería darle la espalda, ya que le mostraría todo su culo, pero si no lo hacía, vería su pecho. Se desabrochó el sujetador y lo dejó caer por sus brazos, con un brazo se tapó sus pechos.

Resquicios de orgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora