Capítulo 44: el remedio

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Comieron perdices y vivieron felices. FIN.












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[...]

Draco al día siguiente se presentó en las oficinas del moreno. Al entrar, varios empleados se sorprendieron de verlo. Él elegantemente se acercó al mostrador.

-Dile a Zabini que estoy aquí.

-El señor Zabini no puede atenderlo.

-Dile que cuando quiera verme, que baje él mismo a llamarme.

Divertido, se fue a sentar en uno de los sillones que estaban delante de la recepción. Se cruzó de piernas y cogió el periódico para entretenerse. Mientras pensaba en lo que estaba haciendo su abogado. Se iba a encargar en reclamar esa propiedad. Lo bueno que tenía la justicia mágica de la muggle es que esta era más rápida. En pocos minutos le llegaría la notificación a Zabini y pocos después sus abogados leerían todos los documentos presentados.

Después de veinte minutos, una chica se le acercó.

-Señor Malfoy, el señor Zabini lo está esperando. Si me acompaña...

-No, dile que baje él.

-Pero señor...

-Esperaré diez minutos más, sino me iré.

Asintió con la cabeza y se retiró.

Cuando pasó el tiempo, cerró el periódico y se levantó, cuando estaba por irse, Zabini salió del ascensor.

-Malfoy- dijo Zabini mientras se acercaba para darle la mano.

-Tengo prisa- le dijo mientras le negaba la mano y se metía en el ascensor siendo seguido por el moreno.

Cuando salieron del ascensor, dos mujeres les señalaron la sala de juntas donde había tres hombres más. Draco se sentó en el sitio que debía ser de Zabini.

-¿Qué es lo que pretendes? –preguntó entre dientes mientras se sentaba.

-No te hagas el tonto. Quiero mi finca- dijo divertido.

-No es tuya. Dime cuanto quieres.

Draco se carcajeó.

-No necesito dinero y lo sabes.

-¿Entonces? No pienso darte la finca.

-No estaría aquí para tomar un café. Quiero hablar de las nuevas condiciones de MI finca- dijo el rubio divertido.

-Haz tu oferta.

-Trabaja para mí.

-¿Para ti?- dijo en una carcajada- ¿te has vuelto loco?

-No, yo te venderé lo que produzca de la finca y tú te encargarás de la distribución. Eso sí, pagando.

-¿Y por qué lo haría?

-Porque has hecho grandes inversiones en base a esa finca. Pero el problema será que tardarás mucho en conseguir proveedores suficientes para sacar rentabilidad a esa finca, por no hablar de que perderás mucha calidad.

-Tú también saldrías perdiendo al tener que construir una gran fábrica de procesado de plantas.

-Es cierto, pero mientras tenga el monopolio podría venderlo al precio que quiera- repuso el rubio.

-De momento, tengo suficiente stock y podría hacer con él lo que quisiera.

-No desde que el Ministerio me de la razón y me debas entregar los frutos de esa tierra. Eso, suponiendo que no me entreguen también la fábrica.

-Ambos sabemos que no cuentas con simpatías en el Ministerio.

-Ambos sabemos que esas lealtades son volátiles y en cuanto me devuelvan la finca, querrán tenerme contento. Tanto que intentarán devolver el daño que me han causado. Será bonito de ver como te venden.

-Hay muchos que te guardan mucho rencor.

-Es cierto, pero mientras te esperaba en el vestíbulo, me ha llegado una carta diciendo que mi madre puede viajar a Londres cuando quiera.

Zabini se quedó callado.

-Está bien. Vamos a negociar los detalles.

-Estupendo, mis abogados están en recepción.

-Avísales que suban- le gruñó a uno de los hombros el moreno.

Finalmente quedaron en que Draco vendía las plantas y Zabini se encargaba de la logística y distribución. Eran algo así como socios. De tal forma ninguno se traicionaría. Draco no montaría una fábrica nueva (puesto que tenía dinero y medios suficientes) y Zabini no buscaría nuevos proveedores.

Así el suministro de plantas y pociones medicinales tendría continuidad sin involucrar al Ministerio. 

Resquicios de orgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora