Epílogo

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Seis años después

-¡Mamá! ¡Mamá!- gritaba un pequeño niño rubio.

-¡Papá llega!- decía una pequeña que estaba empezando a hablar.

Entraron corriendo en el comedor seguidos por el perro de la familia. Hermione dejó su taza de té en la mesita. 

-Venid aquí conmigo y quedaros jugando- dijo divertida.

Los niños se tiraron en la alfombra con su fiel amigo. Le tenía gracia ver como trataban al perro como uno más en sus fechorías. Le encantaba verlos juntos.

Unos minutos después escucharon un gran improperio

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Unos minutos después escucharon un gran improperio. 

-¡GRANGER! -escucharon desde el piso de arriba. 

Llamarla por su antiguo apellido significaba movida. Muy pocas veces lo había hecho. Pero desde que había llegado su lindo cachorro, toda había cambiado. A Draco no le gustaba que ese perro tuviera más atención que él, así que cada vez que el cachorro hacía alguna trastada, él se enfadaba. 

-¡Uy! Papá muy enfadado- se reía la pequeña.

-Sí- decía el pequeño con una sonrisa.

El rubio entró en el salón con un zapato en una mano y una mirada asesina.

-¿Qué es esto? -preguntó furioso.

Levantó sus manos enseñando sus zapatos italianos favoritos estaban destrozados. Tanto a Hermione como a los niños les costaba aguantarse la risa. Hermione lo miró de reojo, sin darle importancia mientras le daba otro sorbo a su té.

-Eran unos zapatos- dijo resuelta.

-¿Y te parece normal que ese estúpido perro me acabe con todos los zapatos?

-Papá dijo lota- se rio la niña mientras se tapaba la boca.

-Sí- le susurró su hermano- una palabrota. Mamá lo va a castigar.

Los dos niños susurraban a los pies de su madre.

-¿Y te parece normal dejar todos tus zapatos fuera del armario? Zoty no es tu esclavo- le dijo Hermione.

-Pienso contratar a cincuenta elfos para que me guarden unos zapatos- dijo- no vaya a ser que se canse.

-¿Y tú? ¿Te cansas muchos guardándolos?

-Ese no es el punto. Me he quedado sin mis zapatos por ese chucho, lo quiero fuera de casa.

-¡No! -gritó la niña- papá, Nieve no fuera-la niña se tiró sobre el perro- la nieve se derrite.

-Te aseguro que Nieve no se va a derretir, ahora sacar el perro afuera- dijo molesto.

-No- le gritó la pequeña.

-Sí- repuso su padre.

-¡Papá malo! ¡Papá no quiere! ¡Papá comerse Nieve! ¡Mamá socorro!- gritó la niña llorando.

Resquicios de orgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora