Madre

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La situación de la guerra continuaba cada vez peor, constantemente las visitas de Rutem se volvían más seguidas, y entre ellas se podía escuchar como las batallas eran cada vez más frecuentes, todo al parecer estaba girando en torno al ángel caído que perseguían los ángeles, a medida que pasaba el tiempo e Ivette cada vez mejoraba más, desgraciadamente decidimos mudarnos a otro lugar porque la guerra se empezó a expandir y pronto estar en esa cueva ya no sería tan seguro como antes, decidimos viajar de noche para evitar ser atacados, Ivette se cubrió con una bufanda la cara de forma tal que solo se le vieran los ojos (esa fue idea mía, use como excusa el frio de la noche para evitar que alguien pudiera ver su rostro, porque aunque confió en ella plenamente, por su falta de memoria creo es lo mejor pues no sabemos quién podría ser ella). Preparamos la carreta con todas nuestras cosas que podíamos llevar y tomamos nuestro rumbo, decidimos movernos a Xenodia que por ahora era un territorio seguro. Mis hermanos inquietos pasaron casi toda la noche jugando con Ivette, me encantaba verlos juntos, su sonrisa me cautivaba y ver a mis hermanos tan entretenidos con ella me hacía pensar que esa mujer era única. De verdad jamás imagine ver a mis hermanos tan apegados a una persona desconocida, quizás la empezaron a ver como la madre que ya no estaba en nuestro hogar, y si soy sincero el solo recuerdo de ella me venía a mi cabeza cuando los veía jugar. Mi madre se llama Ivette, se preguntaran ahora por que le di ese nombre a la Ivette que ustedes conocen, verán en mi mente jamás dejo de pensar en ella y que puede estar pasándole, cuando mis hermanos y yo éramos más jóvenes, nuestra madre vivía con nosotros, era una mujer muy bella, era fuerte, cariñosa y muy dedicada, la queríamos mucho pero desgraciadamente ella y mi padre no se llevaban muy bien que digamos. La guerra se convirtió en la razón de la separación de nuestra familia, cada noche podíamos escuchar como mi madre discutía con mi padre por como él había decidió meterse en el conflicto en busca de ayuda

 -Ivette: en que estabas pensando??? No crees que por ayudar a los ángeles en cualquier momento nos atacaran los demonios??? Tenemos niños Vincent, su futuro está en juego no lo has pensado????

 -Vincent: solo trato de cuidarlos, si no tomamos un bando los dos podrían aplastarnos quieres eso, vivir temiendo por que la guerra nos atrape???

 -Ivette: y como piensas huir de ella estando en medio????

 -Vincent: los ángeles nos protegerán

 -Ivette: sabes que me voy ya no soporto más…

 Mama fue a nuestro cuarto para despertarnos y se acercó a mí

 -Ivette: hijo levántate

 Con mucha pereza abrí los ojos y vi como detrás de ella mi padre entraba en el cuarto y se quedó mirándola detrás de ella

 -Ivette: vístete Xilio nos vamos de aquí

 Cuando mama dijo eso papa la tomo del brazo, la levanto y se fue con ella hasta fuera de la casa, asustado por no saber lo que sucedía los seguí y vi como papa le grito y la boto de la casa

 -Vincent: si tú quieres irte vete, no te lo impido, pero no permitiré que pongas en peligro a los niños

 -Ivette: tú los pones en peligro deja que me los lleve!!!!

 -Vincent: vete de una vez, ellos se quedan aquí

 -Ivette: no tienes ningún derecho son mis hijos!!!!1

 -Vincent: y los míos

 Papa se volteo y se dispuso a volver a casa cerrando la puerta en la cara de mi madre cuando intento volver por nosotros. Mama solo golpeaba una y otra vez la puerta gritando

 -Ivette: dame a mis hijos…Vincent deja que me los lleve…los pones en peligro!!!

 Así por horas mama estuvo tras la puerta, mientras yo lloraba mientras mi padre me impedía abrirle a mama. Todo hasta que llegó un momento que la puerta dejo de sonar, y solo pude escuchar unas últimas palabras de mi madre

 -Ivette: Xilio, cuida a tus hermanos, algún día volveré por ustedes…

 Así mi madre desapareció y hasta el día de hoy no hemos sabido más de ella, mi padre sintió con mucho pesar la partida, aunque no estaban de acuerdo él amaba a mama, tanto así que de ahí en adelante hablar de ella era un tabú en casa, era ver a mi padre decaído y desanimado al instante.

Finalmente después de tanto viaje casi al amanecer llegamos a la ciudad de Xenodia, no era tan tranquila como nuestra cueva pero nos tendríamos que acostumbrar

El Ángel caido (Por edicion)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora