CAPITULO 4

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LUNES, DICIEMBRE 28

April

Mi mano queda empañada cuando distraídamente la deslizo por el vidrio de la ducha. Miro por la ventanilla el cielo aclararse por completo y un sol intenso formar un arcoiris en la cerámica de la humeante cabina. Cierro la llave exprimiendo mi cabello lo mas que puedo. Tiro de la toalla alargando el brazo lo suficiente hasta alcanzarla, casi tropezando en el acto.

Me detengo en la alfombra para terminar de secarme, y le quito el seguro a la puerta abriéndola mientras me percato si las puntas de mi cabello  aun gotean. Cuando levanto la cara, mi nariz choca con la de Jace.

Suelto un grito ahogado por impulso.

Tomo un respiro profundo para controlar la velocidad desbocada de mis latidos. Me mira fijamente con sus ojos claros y suelta una risita cuando nota mi cara de espanto. Suspiro resignada.

— ¿Que haces aquí?

Se aleja unos pasos y me siento menos nerviosa cuando dejo de sentir su respiracion en mis mejillas. Me da una de esas sonrisas encantadoras y se encoje de hombros.

— Vengo a cumplir tu sueño.

Lo miro confundida por un momento.

No tardo en notar que tan solo trae unos jeans viejos con un trapo metido a la fuerza en el bolsillo trasero. Tiene algunas manchas de pintura negra en las palmas de las manos y el cabello ligeramente despeinado, mas largo desde la ultima vez que lo vi y amenazando por caer por su frente.

— ¿Quien te dejó entrar?

Se pasa las manos distraídamente por el abdomen sudoroso, y no puedo evitar mirar fijamente ese punto de su cuerpo por un segundo.

Rápidamente vuelvo a mirarle a los ojos.

— Estaba abierto.

Frunzo el ceño, casi con diversión.

— Y tu solo entraste.

— Efectivamente.

Deja de jugar con sus manos para revolverse el cabello. Me fijo en el borde de sus Calvin Klein asomarse fuera del jean, y siento mis mejillas acalorarse. 

— Bueno, ¿no vas a ponerte algo de ropa? —dice, acabando con el incomodo momento— No puedo concentrarme así.

Ríe para si mismo y camina hacia la puerta.

— Te quiero abajo en diez minutos, y no bromeo. —sonríe una vez mas y cierra la puerta.

Lo primero que me sorprende al salir de casa, es que todo el vecindario esta justo en mi patio. Bajo un sol debil que ilumina el ambiente gelido, Jace me sonríe levantando dos latas de pintura perfectamente selladas y haciéndome una seña para que me acerque.

Incluso la abuela Cartter me sonríe.

— ¿Que es todo esto?

Murmuro intentando no sonar maleducada.

— Ya te dije que vine a cumplir tu sueño.

— ¿Que se supone que significa eso?

Me sonríe.

— Bienvenida a la restauración del zoológico de Dunster.

Mi mandíbula cae al suelo, y lo miro con incredulidad. ¿Esta jugando conmigo? Desliza sus dedos por mi brazo provocándome un escalofrío. Sonrío cuando me da una mirada tranquilizadora, y trato de adivinar cada idea en su cabeza.

Pero entonces caigo en cuenta de la realidad, y mi sonrisa se borra.

— Espera, Jace —pongo los pies en la tierra, tanto física como mentalmente— Este es un buen gesto, incluso algo apresurado. Pero es demasiado costoso, yo no podría pagar una restauración.

Para mi sorpresa, solo me sonríe aun mas.

— Se que ambos nos podemos esforzar para lograrlo. Tus buenos vecinos han aportado una buena parte y yo algo de mis ahorros. Y estoy seguro de que podríamos encontrar buenos patrocinadores.

Lo miro fijamente.

— Si, se que estoy haciendo demasiado por ti de manera apresurada. Pero esto —señala alrededor— Es algo que tu necesitas, algo que el pueblo necesita. Y no voy a descansar hasta lograrlo, porque yo quiero honrar la memoria de mi padre, y estoy seguro de que sientes lo mismo con respecto a ella.

Juro que estoy a punto de echarme a llorar.

— ¿En serio quieres invertir tus ahorros en mi? Jace, esto es demasiado. Simplemente es inalcanzable. —aseguro mirándolos a todos, que prestan especial atención en nosotros— Yo quiero cumplir el sueño de mi madre, con todo mi corazón, pero intentar lograrlo seria una locura.

Deja ambas latas de pintura en el suelo, y se cruza de brazos hacia mi, como si esperara que le diera otra excusa. Luego solo sonríe, y se revuelve el cabello nuevamente.

— ¿Siempre eres así de negativa? —dice riendo— Vamos, Hoult, ¿quien dice que no podemos lograrlo? La única persona que se lo impide eres tu.

Da dos pasos lentos hacia mi, mirándome como si quisiera asegurarse de que no me alejare.

— ¿Que acaso no quieres que Wallie sorprenda a cada persona que cruce esa puerta? ¿O que Athos, Porthos y Aramis corran alrededor de otros niños?

Cuando esta lo suficientemente cerca de mi como para tener que bajar su cabeza para mirarme a los ojos, vuelve a sonreír.

— ¿O que Finn haga reír a muchísimas mas personas? —murmura— ¿O ese gorila que esta tristemente encerrado en una jaula?

Bufo.

— Esta bien, ya entendí.

— ¿Y bien?

La madre de Jace me mira esperando mi decisión. Miro el rostro de Jace por un momento, aunque se encuentra tan cerca que me cuesta enfocarlo. Ruedo los ojos.

— Esta bien —digo, y todos celebran— Vamos por esto.

Me rodea con sus brazos y, convenciéndome de que lo hace para dar drama al asunto frente a su familia, yo también lo hago.

— Empezaremos pintando estas rejas —explica cuando nos separamos— Se me había ocurrido la idea de construir unas justo frente a tu casa, para que no sea incomodo para ti tener a un montón de gente en tu patio delantero. Pero seguirías teniendo acceso al zoológico por medio de una puerta pequeña.

Miro alrededor, tratando de visualizar cada cosa que menciona.

— Creo que es buena idea, en realidad.

Me sonríe.

— Bien —dice, mas para los demás que para mi— Entonces, manos a la obra.

April: No te enamores de la apuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora