CAPITULO 25

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LUNES, ENERO 25

Alex

Prescenciar el asesinato de mi hermano es uno de los peores recuerdos de mi vida, sin excepción. Las cuchilladas, la sangre y los gritos de quien solía ser mi heroe, se quedaron grabados en mi cerebro y me atormentan en las peores épocas de mi trayecto en este mundo. Es mi realidad, un evento traumatico imposible de superar, seguido de muchos otros a lo largo de los años. Y, patéticamente, he aprendido a vivir con ello.

Sin embargo, ese suceso terrible que arruinó lo poco que me quedaba de infancia feliz, sucedió hace más de quince años. Y por tiempo de expiración, tengo derecho a pensar que todas las cosas estúpidas que me estan sucediendo ahora son razon para sentirme miserable.

Por eso, la invitación al cumpleaños de Luke parecía sospechosamente atractiva desde varios puntos de vista, entre ellos, el exceso de alcohol. Y por supuesto, no podría negarme a eso aunque quisiese, por muchas razones:

A. Mi viaje a Nueva York terminó en un intento de asesinato casi exitoso a una de las mujeres más importantes en mi vida. 

B.  Luego de una inestable relación e infinitas polémicas, terminó mi noviazgo con mi novia millonaria y malcriada. Evidentemente, no en muy buenos terminos.

C. Luego de perder a mi mejor amiga, dejé que mi orgullo controlara mis acciones y aún no tengo las agallas de solucionarlo.

D. No suficiente con las tres razones anteriores, ella está saliendo con algún imbecil cuya existencia permanecía en mi ignorancia.

Pues si, realmente necesito muchos shots.

Mi familia y mi vida siempre han tenido un aire catastrófico. A lo largo de los años, han sido tantos los sucesos traumáticos y las épocas terribles, que llegué a un punto de conformismo. Un punto en el que no recuerdo fechas por el grado de felicidad provocado ese dia, sino por qué tan atroz fué.

Es por eso, que la acumulacion de todas esas razones solo provocan que me cierre más y más. Siempre he tenido un carácter impulsivo, dejo que mi enojo o mis emociones afecten gran parte de mi autocontrol. Pero, a pesar de eso, tengo la extraña capacidad de callar todo aquello que me hace daño internamente.

Mucha gente, incluyendo a Kim, no tiene idea de todo lo que me atormenta.

April se sienta a mi lado luego de veinte minutos de completa soledad, pero no se molesta en mirarme. Mantiene su mirada fija en Jace que se mueve de un lado a otro por la barra, detallandola con un toque de disimulo.

Pide un martini, con una sonrisa seductora que me causa curiosidad, pero cuando me mira sé que no requiere que le haga preguntas innecesarias. Asi que me quedo callado, ella es la que habla cuando el chico está lo suficientemente lejos.

- Voy a salir de aquí con el, ¿te encargas de la barra? - murmura.

Rio un poco, con un toque de ironia. Tomo de un sorbo lo que resta de mi vodka y me levanto, afirmando con la cabeza y dispuesto a dejarlos solos hasta que decidan irse, a hacer quien sabe qué.

No pasan mas de diez minutos cuando se levantan y salen por la cocina, dejandome solo con mis pensamientos y un monton de botellas. Paso a la parte de atras de la barra, un tanto resignado, y comienzo a servir a las pocas personas que se acercan sin concentrarme demasiado.

Por un segundo, pienso que alcoholizar personas es mucho mejor que hacer fisioterapia a ancianos o niños demasiado inquietos. Y luego, recuerdo que mañana debo ir a trabajar y decido que mejor me concentro en lo que debo. Porque todo este tiempo he convencido a quienes me rodean de que amo mi trabajo, con toda razón.

April: No te enamores de la apuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora