Mounstro

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Capitulo Extra: Mounstro.

Arrugó el entrecejo, apartándose el cabello de la cara y subiendo las piernas al asiento de cuero. Retiró la vista de la carretera para fijarse en su novio, y rodó los ojos cuando éste golpeó el volante, pisando el freno y orillándose. Desvió la mirada nuevamente, restándole importancia a su ataque de furia, y estrechó la pelota azul de goma espuma con los nudillos, impulsándola en el aire y atrapándola de nuevo.

- Te he dicho muchas veces que detesto que salgas de tu casa sin mí.

Rodó los ojos, exasperada.

Nick no parecia una amenaza para ella cuando lo conoció. Era un chico dulce, encantador, diferente. A simple vista, podias deducir que no seria capaz de hacerle daño a nadie. Parecia el perfecto principe azul, con sus ojos verdes y su cabello rubio.

Pero, April era solo una niña para entonces, asi que valerse de su propia percepcion inicial fue el primer error que cometió. El chico de diecisiete años que la convenció de que la amaba como a nadie, resultó ser un completo mounstro pasadas unas semanas. 

April tenía los pelos de punta, se encogió más en el asiento y volvió a tirar la pelota, pensando bien en qué palabras pronunciar.

- Yo te he dicho muchas veces que no necesito que me persigas a todos lados.

Nickolas la miró con una sonrisa retorcida, llena de ironía, esa que solía mostrar cuando su novia se atrevía a tener una actitud altanera bajo su poder. Tamborileó sus dedos en la ventanilla, acomodó el retrovisor a su gusto y la observó con un gesto severo.

- Soy tu novio, tengo derecho a saber qué haces.

April bufó, observando la pelota de goma espuma con especial atención, escapando de la mirada del chico a su lado.

- Tu mismo lo has dicho, eres mi novio. No mi padre, y mucho menos una autoridad.

La tensión aumentaba mientras ella arrastraba cada palabra lentamente, con tanta seguridad que de su voz desapareció hasta la última gota de miedo. Nick se ordenó calma, mordiéndose el labio y estrujando el volante entre sus dedos.

- Mira, April, creí que teníamos las cosas claras - musita -, tú haces lo que yo diga, y no tendremos problemas.

April no contestó, abrió la puerta del auto y se bajó como si nada, dejando a su novio completamente atónito. Antes de cerrarla, se inclinó para mirarle por última vez.

- Mejor vete, tu madre se enojará si llegas tarde a casa. - dijo, y cerró la puerta de golpe, sintiendose libre bajo el cielo oscuro y la luna cómplice.

Esa libertad no duró mucho.

Nick bajó del auto, respirando con fuerza, casi hiperventilando. La furia se desbordaba por su mirada firme, llena de ira. Caminaba hacia ella con los puños apretados. April sintió la necesidad de escapar.

Echó a correr lo más rápido que pudo, dejando la pelota de goma espuma caer en el suelo. Escuchaba los pasos tras de ella, y sus pulsaciones se aceleraban cada vez más. Las luces de las casas se paseaban a su lado mientras ella aumentaba la velocidad, aterrorizada. Pensó en su tía, en las botellas rotas y los gritos. Casi pudo sentir un deja vú, Nick estaba tan loco como Becca.

Una mano le tomó el brazo con una fuerza inhumana, haciendo tanta presión que April se detuvo sin tener opcion, soltando un quejido de dolor. Él la miró con la intensidad de un demonio, advirtiéndole que no debió haber salido del auto sin su permiso, y ella no disimuló el miedo que le tenía.

- No me hagas daño, por favor. - le rogó, y él le sonrió de tal manera que ella pudo sentir la sangre hirviedo dentro de su cuerpo.

La arrastró hasta un callejón, tomandole del cabello. Ella quizo pedir ayuda, pero él la acorraló contra la pared, riendo como un niño pequeño.

Ella tomo toda la fuerza de su cuerpo, y dejó que su furia hablara por ella.

- ¡Yo no soy de tu propiedad! - le gritó a todo pulmón, directamente a la cara. - ¡Sueltame!

Entonces, el chico levantó la mano y le lanzó la bofetada de su vida. Ella soltó un gritito de dolor, y sintió su mejilla arder tras el golpe. No pudo decir nada, no tuvo fuerzas, y cuando Nick se dio cuenta de ello, aprovechó la situación.

- ¡No vuelvas a hablarme asi! - rugió.

Volvió a tomarle el cabello, empujándola contra el suelo. Ella intentó arrastrarse lejos, pero él le lanzó un puñetazo que la dejó viendo estrellas. La nariz le sangraba, sus ojos no dejaban de llorar. Él estaba sobre ella, la tenía a su merced, y le dió una golpiza que sería bastante difícil de olvidar.

Su mirada empezó a nublarse, y ya no tenia fuerzas ni para quejarse por dolor. Intentó por todos los medios no desmayarse, luchó contra si misma y sacó la fuerza para intentar empujarle. Pero el esfuerzo fue en vano, y luego de unos segundos, cedió ante las necesidades de su cuerpo.

Dejó que sus ojos se cerraran y se dejo caer al vacío.

Cuando despertó, estaba en una cama desconocida, con unas manos que parecian curar sus heridas. Intentó entrar en completa lucidez lo más rápido posible, pero se sentía extrañamente exhausta.

Exhausta de luchar contra el, incluso contra si misma.

Abrió los ojos despacio, y su mirada enfocó a la madre de Nick. Se sintió aliviada, lo habian descubierto. Esto se acabaría, él la dejaría en paz. Finalmente, sería libre de sus cadenas.

Se sintió tranquila creyendo eso, aunque no era real.

Su hermano entró a la habitación, y detrás de él estaba su padre. Ambos la miraron con lástima, ella no podía esperar para abrir la boca y sentirse excarcelada para decir lo que le diera la gana. Se había librado de Nick.

Creia haberse librado de Nick.

- Cariño, ¿estás bien? - preguntó su padre - Nick nos dijo que caiste por las escaleras.

Sus esperanzas se derrunbaron en un segundo. Estaba estancada en lo mismo, destinada a vivir bajo las cadenas de un hombre del que, si ella llegaba a intentar escapar, saldría bastante lastimada de ello.

Se limitó a asentir, desganada.

- No te preocupes, estas bajo mi cuidado. - le aseguró la madre de su presunto novio.

Alguien dió un par de toques a la madera del umbral de la puerta en la habitación. Entró despacio, con una sonrisa tan dulce como falsa. Observó a todos con preocupación y luego a ella, con un amor bastante fingido, y con restos amenazantes en su mirada verde esmeralda.

- Preciosa, ¿estás mejor? - le dijo Nick, con un aire hipócrita en sus palabras.

April: No te enamores de la apuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora