CAPITULO 13

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SABADO, ENERO 9

April

Herida por bala, sangre, ambulancia.

Recibir un disparo es, sin duda, un evento traumático. Y, en cuanto desperté y miré alrededor, me di cuenta de ello.

Los doctores decian que no tienen idea de cómo sobreviví. Perdi muchisima sangre, y mi corazon se detuvo por mas de dos horas.  Acudieron a un aparato que ayudaria a reanimar mi actividad cardiaca, y despues de noventa minutos, mis pulsaciones regresaron, sacando del susto a muchos.

No se cuanto tiempo ha pasado, o si voy a estar bien. Pero a penas abrí los ojos no dejé de escuchar comentarios acerca de mi salud, mi vida, mi suerte y mis milagros. Me sentí aturdida, tanto por el hecho de sentirme como si  hubiera pasado una manada de elefantes  por encima de mi, como por las constantes preguntas, revisiones y pruebas. Y, definitivamente, me di cuenta de que los hospitales no son como en las peliculas. Y de que el peso emocional que sientes al despertar aqui, no es un simple "Estoy bien, me recupero y sigo con mi vida".

Pude morir, y es lo unico que pienso por quizá veinte minutos.

A un lado de mi camilla, veo que una enfermera abre un cajon. Me rehuso a hablar, tengo la sensacion de que cualquier movimiento puede quebrarme, y de que ese quiebre va a ser bastante doloroso. Ella saca una bolsa transparente, y en ella, veo todos mis anillos. Me enderezo un poco, haciendo una mueca de dolor.

- El chico me dijo que esto era muy importante para ti, asi que decidi ponerlo en un lugar seguro. - me dice dulcemente. Le sonrio un poco, y me pasa la bolsa. Distraida, la abro y empiezo a ponermelos.

Ella me acomoda el cabello.

- ¿Como te sientes? Puedes hablar, no te va  a suceder nada.

Estiro mi brazo hacia el vaso de agua en la mesita y tomo un trago. Noto que ella toma una liga para hacerme una cola de caballo. No digo nada, no me muevo.

- ¿Eres de las que no hablan cuando estan aterradas?

Sonrie, y me pone un par de mechones tras la oreja.

- Es normal que estés en una especie de trance, pero no te preocupes, vas a mejorar.

Asiento.

Siento mi alma quebrarse, escucho el tintinear de cada pequeña seccion de mi autocontrol destrozarse. No estoy bien, no lo estoy. No quiero estar aqui.

Esta es la verdad de como me siento: frustrada. Quiza un poco arrepentida, y bastante deprimida.

Suelo ser el tipo de persona que intenta ser lo que los demas piden. Ayudar, y ser el modelo de mujer que todos esperan que sean. April se hace cargo del zoologico, April vive sola en la enorme y tetrica casa, April lleva todo el peso del mundo en sus hombros. Pero es encantadora, ¿no creen?

No, no soy encantadora. Estoy aturdida, estresada. Con una vida complicada a los veintitres años. Y el hecho de haber estado al borde del abismo, de saber que mi corazon dejóde latir en un simple disparo, me hace sentir enojada. Por dejar que las opiniones y expectativas controlaran mi vida. 

Por nunca ser yo. Por el hecho de que estuve a punto de morir, y debo sufrir en silencio.

- ¿Hay alguien haya afuera? - digo, muy despacio, sintiendo la voz ronca y un oeve dolor en el abdomen. Ella concentra su atencion en mi, como si le sorprendiera que de mis labios haya salido mas de una palabra.

Miro la hora, diez de la mañana, si mal no recuerdo, cuando todo empezó no eran más que las once de la noche. Me acomodo en la camilla y llevo mi mano a mi abdomen, incomoda.

April: No te enamores de la apuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora