CAPITULO 29

140 7 0
                                    

VIERNES, ENERO 29.

Kim

- Joder - me quejo, revolviendome entre las sábanas blancas, y llevando mi mano a mi abdomen. Me muevo por la cama vacía, abriendo levemente los ojos y comprobando que, una vez mas, Henry tiene demasiado papeleo en el hospital como para pasar una noche conmigo en su propia casa.

Cierro el puño sobre la almohada. No he tenido una sensación física peor que esta en todos mis años de vida. Las náuseas sin vomito y el dolor pélvico me mantiene despierta por horas y horas y, sinceramente, ya no me parece tan encantador estar embarazada.

- Mierda, cariño, deja dormir a mamá. - susurro, quizá en un intento fallido de sonar dulce.

Me siento en la cama, respirando profundo, por sentir que toda mi comida está a punto de salir por mi boca cuando, en realidad, nada sucede.

Creo que debo dejar de dar largas a la tarea de sacar mis cosas de las cajas en el apartamento de April, quizá sea mejor tener  algo de compañia compasiva durante estas noches en vela.  Ella probablemente ya terminó de poner todos los muebles, rehusandose a pedirme ayuda, por su instinto protector. Y yo sigo sin dignarme a atravesar la puerta de mi nueva habitación para arreglarla un poco.

Aunque, en realidad, mi amiga es mucho más productiva que yo en muchos sentidos: a pesar de entregar las acciones a Axel sigue trabajando en el proyecto del zoologico, da clases todos los dias y recibe un curso de escritura en linea (como si lo necesitara). Además, ha estado viendo locales últimamente, aunque no me ha contado la razón.

Definitivamente, no creo que sacrifique sus noches pacíficas tras días ocupados por mis malestares de embarazada.

Siento, nuevamente y mucho mas intensa, mi cena revolverse en mi estomago. Cada cierto tiempo siento una auténtica necesidad de vomitar, pero logro controlarla. Probablemente. si no lo hago,  luego vengan antojos imposibles o me quede con el estomago vacío (irónico, sinceramente) durante el resto de la noche.

Sin embargo, esta vez, no puedo soportarlo.

- Como quieras, me rindo. - bufo, caminando hacia el baño lo más rápido que puedo. Abro la tapa del inodoro y me sostengo de los bordes de este, saciando mis nauseas tras un par de arcadas.

Simplemente desagradable.

Tiro de la cadena al compás en que me enjuago la boca lo mejor que puedo. Mientras camino hacia mi bolso, en busca de mi cepillo dental, escucho la puerta de entrada abrirse. Suspiro, aliviada.

- Finalmente llegas - digo, más para mí misma.

Continuo con mi busqueda, esperando a que Henry suba, pero eso no sucede. Solo escucho un golpe en la puerta, algo de vidrio caer y rodar por el suelo y una respiración demasiado agitada quebrando por completo el silencio sepulcral de la casa. Me levanto, extrañada.

Salgo lentamente de la habitación, en la oscuridad, y mientras camino a la escalera escucho un par de risas que me ponen alerta.

- ¿Henry? - pregunto, pero nadie contesta.

En mis oidos se hace presente el ruido de un beso demasiado agresivo, coloco mi pie en el primer peldaño para bajar al salón, y enciendo la luz que ilumina la escalera. Miro atentamente la escena.

Una chica de cabello rubio imposible de no reconocer está aprisionada contra la puerta mientras mi presunto novio le besa desesperadamente. Georgia se encuentra luchando contra los botones de su camisa, y la botella de cerveza en la ceramica del suelo me asegura que no ha estado en el hospital.

Ni esta noche, ni las anteriores.

- Eres un idiota. - suelto, saltandome la parte de "No puedo creer que me estés traicionando de esta forma" y todo el drama que le sigue.

Tras solo una semana de relación, casi me sorprende que Georgia haya tardado tanto en sabotearla.

Al oir mi voz, él se separa de ella de golpe y me mira, casi con auténtica verguenza.

- Crei que dormías - murmura, sacandome una risa ironica.

- ¿Hablas en serio? - digo, subiendo el tono de voz - ¿Eres tan imbécil que, además, sabías que estoy en tu maldita habitación y aun asi la traes? Joder, el puñetero niño mujeriego de la secundaria no cambia por más certificados en medicina que obtenga.

- Kim, puedo explicarlo - dice, alejandose de la rubia y subiendo las escaleras mientras yo me doy la vuelta, dispuesta a recoger mis cosas y largarme.

- No te molestes, continúen. - digo, metiendo mis zapatillas deportivas en mis pies de la mala gana - Yo les cedo la comodidad de tu jodida habitación.

Me levanto, cerrando mi bolso y esquivandolo para salir. Sin embargo, el toma mi brazo con fuerza, causandome dolor, y tira de mi hacia atras.

- No te irás - me ordena. Me zafo de su agarre de golpe, y le miro furiosa.

- No vuelvas a tocarme en tu miserable vida - rujo, señalandole.

Escapo del cuarto en el que he pasado estas ultimas noches sola como una completa idiota, observando a Georgia subirse la cremallera del vestido, con una mirada insolente. No puedo evitar preguntarme cuántas veces han follado en esta misma sala, mientras yo dormía creyendo que él tenía demasiado trabajo como para estar conmigo. Aparto mis ojos de los suyos, ignorando su expresión desafiante lo mejor que puedo, pero en cuanto llego a la puerta, se niega a dejarme ir sin humillarme más de lo que lo ha hecho.

- Estamos a mano. - dice, con una sonrisa que hace hervir mi sangre - Ah, y por cierto, gracias por la mentira que me inventaron la zorra de tu amiga y tu. Ahora tengo un bebé más que difamar.

Le muestro mi dedo corazón, y ella suelta una risa mientras abro la puerta.

- Tranquila, cariño, no te quito más tiempo - digo, girandome a verla una última vez - Sigue alimentando tu autoestima pensando que me engañó por ti. Pero luego no pretendas que, mientras buscas tu dignidad entre todos esos penes, no te hagan lo mismo.

Toma un mechón de su cabello y lo enrolla por su dedo índice, divertida.

- Estas celosa, es todo - asegura.

Me encojo de hombros, negando con la cabeza y sonriendo levemente

- Nadie podria estar celoso de tu desdichada vida. - suelto - Debe ser difícil quitarte todo ese maquillaje y verte en el espejo cada noche, cayendo en cuenta de lo sola que estás.

Se endereza, mirandome fijamente, y apretando sus puños. Me relamo los labios, diciendome a mi misma que, a pesar de todo lo que me ha sucedido, me alegro de no ser como ella, y dejando salir una pequeña risa sarcastica.

- Verte, y darte  cuenta de lo sola que siempre estarás. - concluyo, dispuesta a darme la vuelta y dejar la conversación hasta aquí.

- Tu no sabes con quién te estás metiendo -me grita, intentando llamar mi atención - No deberías hablarme así sabiendo lo vulnerable que estás, un par de empujones y le dices adiós al mocoso.

Antes de poder reaccionar ante sus palabras, camina hacia mi y me toma del cabello, casi arrastrandome hasta el suelo.  Suelto un grito. Me toma de las muñecas a la fuerza y se prepara para  lanzar un rodillazo directamente a mi vientre, dispuesta a cumplir con sus amenazas.  Mi instinto materno, bastante nuevo en mi, se pone alerta, y la empujo lo mas fuerte que puedo, logrando que caiga al suelo.

La miro, perdiendo los estribos.

- ¡Si vuelves a intentar hacerle daño a mi bebe, te arranco las prótesis con mis propias uñas! - grito, y Henry baja las escaleras, sobresaltado.

Vuelvo a recojer mi bolso del suelo, y los miro a ambos.

- Vayanse a la mierda - bufo, cerrando la puerta de golpe y alejandome del lugar. 

Me encamino a casa, aún con el corazon desbocado y la mano en el vientre, en muestra de protección.

- No dejaré que nadie te haga daño nunca. - musito - Lo juro.

April: No te enamores de la apuestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora