Treinta y tres

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Al llegar a casa, solo se encontraba Kimberly; por lo que me fui a mi habitación y llamé a mi madre, necesitaba saber de ella; desde que estaba lejos, había sentido su ausencia, la extrañaba. Ella era increíble a pesar de que sufrió mucho, sus padres la abandonaron cuando supieron que estaba embarazada y el hombre, mi supuesto padre, la abandonó también; así que creo que tenía todo el derecho de reclamarme muchas cosas.

— ¿Aló? —se escuchaba desde el otro lado. 

— ¿Mamá? —dije. 

—¡Ally, cariño!, ¿cómo estás? —me hablaba muy emocionada como jamás la había escuchado. 

—Bien mamá, ¿y tú? —le respondí. 

—Bien, aquí extrañándote —me contestó. 

—Yo igual mamá —le dije. Mi madre y yo empezamos a contar muchas cosas que ella había hecho y lo que me había pasado. Mi mamá no podía creer que me enamoré de Lester, pero le alegraba que hubiera encontrado a alguien que me amaba realmente, aunque estaba colmando mi paciencia. También me dijo que ella se enteró de mi casi muerte; se preocupó, mas no quiso venir a verme porque eso arruinaría todo.

Me pidió disculpas por muchas cosas y yo le dije que no era su culpa, ella tenía la razón. Nos despedimos y después de tanto tiempo la escuché decir—: Te amo cariño, sé fuerte, tú puedes.

Le agradecí y colgamos. Lloré como nunca lo había hecho. Sin darme cuenta me quedé dormida por cuatro horas hasta que escuché unos ruidos del jardín. Eran unas risas, así que decidí acercarme a ver por la ventana. 

Esa era una escena casi parecida a la de Karen y Henry, pero esa vez eran Estefanía y Leonel. Los dos hablaban mientras él la empujaba en el columpio que se encontraba atado al árbol y cada vez que ella se acercaba a Leonel, se daban un beso y luego la empujaba. Reían por ello y se veían tan felices. Esa era otra cosa que me puso más triste.

De repente de la nada se abrió la puerta y vi a un Lester extraño. 

—¿Podrías por lo menos tocar la puerta? —le hablé molesta. Agradecía que todavía no me había quitado la ropa—. ¿Qué quieres?

—Perdón, es que quiero preguntarte si sabes el número de Ally; es que es extraño porque ella siempre me llama de un número privado y realmente estoy desesperado —me respondió y yo abrí los ojos asustada—. Ya no puedo más, yo necesito saber si hay amor entre nosotros.

"¿Y ahora qué hago? Yo pongo mi número en privado cuando hablo como Ally, pero sigue siendo el mismo número como Adán, no puedo dárselo porque descubriría que yo soy Adán y Ally a la vez". Pensé como loca. 

—Dile que tampoco lo sabes porque te llama en privado —me dijo Adán —. No puedo creer que siempre tengo que decirte qué hacer, Ally—, se quejó. 

—No sé cuál es su número, ella también me habla así —le mentí. 

— ¡Oh, desgracia! —se quejó. Luego noté que al parecer él también estaba llorando y me estaba desgarrando el alma; sin embargo, estaba dudando si realmente quería un hombre como él en mi vida y cuando dudas, eso ya no puede funcionar—. Quizás no soy el hombre perfecto y nunca lo seré, pero hago todo mi esfuerzo para darle lo mejor a la mujer que amo; yo solo quiero que, aunque sea por un día, yo pueda mostrarle a Ally que mi amor es más fuerte a pesar de la distancia.

Sus palabras me dejaron anonadada y no lo pensé dos veces al decirle—: Veré si Ari tiene el número.

Él me lo agradeció y me pidió que no se enterara Kimberly de aquello.

Ella Es Adán| Una Locura Por Amor [Volumen 1]| DISPONIBLE EN AMAZON #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora