Once

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Estaba atrapada en un gran lío y no sabía cómo salir de él.

Lester me veía esperando una respuesta y yo tragaba saliva de los nervios. Pensé que lo mejor era que disfrutara esos pocos minutos que me quedaba de libertad porque ya no tenía más excusas para salir de ese problema. Y Adán me dejaba con eso, sola y no sabía qué podía hacer. 

— ¿Vas a decirme con quién hablabas? —me preguntó de nuevo y yo estaba que temblaba de las piernas. 

—Eh... Lo que pasa es que... —no terminé de hablar porque al fondo se escucharon unos gritos que provenían de la habitación de Christine; Lester y yo nos vimos la cara sorprendidos y decidí ir corriendo a ver qué pasaba, él iba atrás de mí. Corrí hacia las escaleras para llegar más rápido; los gritos se escuchaban más fuerte conforme nos acercábamos. Ya estaba frente a la puerta y noté que Lester se encontraba tras mía.

Toqué la puerta y los gritos se acabaron, hubo un silencio que creí que eso sólo era una broma; giré para ver la reacción de Lester y de repente se abrió la puerta a medias y salió un hombre todo extraño, parecía de esos motoristas que fuman y se drogan e incluso se emborrachan. 

—¿Qué es lo que quieren? —preguntó con una cara de maleante, algo que no me daba muy buen presentimiento. 

—Escuchamos unos gritos y queríamos saber qué pasaba —le respondí. 

—Aquí no está pasando nada, así que se pueden largar —dijo todo grosero, pero antes de moverme; pude notar que llevaba un tatuaje de un tigre feroz y sangriento, lo que me hizo recordarme de cuando Esteban había hecho un tatuaje así a un hombre raro como ese. 

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Ese día estaba sentada viendo cada uno de los tatuajes que hacía Esteban a los clientes; sentada en el sillón como siempre. De repente entró un señor, me vio y me guiñó un ojo; lo fulminé con la mirada, esperó su turno hasta que Esteban lo atendió. 

—¿Me puedes hacer un tatuaje de un tigre feroz y sangriento? —le preguntó.

—Claro, ¿por qué no? —le sonrió y el tipo se sentó.

Esteban comenzó a preparar todo mientras ese hombre me veía de una forma pervertida. El señor no dejaba de coquetearme y Esteban no hacía nada para detenerlo o quizás ni se había dado cuenta.

—Eres muy joven para tener este negocio, ¿no crees? —comentó. 

—Sí; me lo han dicho, pero no sé es joven para aprender y sobresalir —le respondió Esteban. 

Empezó a hacerle el tatuaje y hablaban de muchas cosas hasta que el hombre muy satisfecho, dijo—: Eres un chico muy bueno, te has ganado mi aprecio y por eso te digo que si necesitas algo yo estaré hasta para matar al que te haga daño —esas últimas palabras realmente no me gustaron nunca, el tipo parecía asesino. 

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Eso hizo recordarme que aquel hombre era el mismo que estaba viendo ahora; así que decidí alejarme y jalé a Lester; sin embargo, en cuanto nos íbamos, algo nos detuvo. 

—Oye, ¿tú no eres el chico que se metió a defender a la novia de Esteban? —su pregunta me causó escalofríos.

—Él no es quién usted dice —respondí. Lester no hablaba, pero se puso a la defensiva, yo lo detenía. 

—A mí no me engañas; él es chico que se creía rudo, pero vamos a ver si eres tan rudo con esto —y salió de la habitación, sacó un cuchillo de su bolsillo haciendo que me diera un poco de miedo, pero recordé que mi entrenador me había enseñado cómo defenderse cuando utilizan armas—. Morirás tú y tu amiguito—, fue lo que advirtió y yo no iba a permitir que eso pasara. Empujé a Lester lejos de mí y el señor se nos acercaba.

Ella Es Adán| Una Locura Por Amor [Volumen 1]| DISPONIBLE EN AMAZON #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora