Confrontación.

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  Yu-Gi-Oh! No me pertenece, es propiedad de Kazuki Takahashi. 

Hay otro Lemon en este capitulo, tal vez el último lemon. 

-.-

Las lágrimas empañaban su visión. El dolor entumecía sus piernas a raíz del ejercicio ameritado para lograr la velocidad que distinguía su andar.

¿El informe que se responsabilizó a entregar?

Debía estar disgregado en el suelo de la espaciosa oficina presidencial, el sobrecogedor lugar donde atestiguó aquella desgarradora escena. El actor principal abrió en demasía sus azulados ojos en cuanto fue consciente de su presencia y gritó su nombre cuando la vio salir despavorida de la estancia empresarial. Sin el menor interés de conocer lo que había hecho con el cuerpo de la actriz, la siguió hasta el ascensor, donde pulsó espasmódica el botón que la transportaría lejos de él, a un lugar en donde no fuera capaz de escuchar su voz diciéndole que se detuviera, que lo escuchara.

Con el rostro carmesí, transfigurado por los sollozos, corría. Desdeñando su alrededor y los posibles comentarios calificativos que personas ajenas a su dolor podrían emitir. No quería escuchar, no quería sentir, no quería recordar...

''... estoy perdidamente enamorado de ti. ''

-¡Cínico!-

''... También... ha sido mi primera vez. ''

-¡Infame, embustero!-

Un dolor abrasador en el costado derecho y la densa circulación del aire en los pulmones suplicaban la suspensión de la acelerada marcha que tomaba un rumbo desconocido. La compunción que posesionaba su cuerpo provocó el choque con uno contario, y que ambos contactaran el suelo.

-¿Yura? ¿Qué...?- reconoció el aturdido rostro del rubio impactado.

-Jounouchi... ¡Jounouchi!- vociferó la cuestionada y, sin escatimo, ancló sus manos a la espalda del exclamado, ocasionando que su desaliñado rostro hiciera contacto con el torso que cubría la camisa que portaba el rubio, convirtiéndolo en el refugio de sus gemidos de dolor.

El aclamado no vaciló en corresponder al abrazo. Con una de sus manos, sujetó su cintura y con la otra acariciaba las hebras de cabello blanco, intentando obsequiar un atisbo de consuelo. El calor que desbordaba el cuerpo que acunaba era embriagante, al grado de frenetizar los pálpitos de su corazón. En ese preciso instante, olvidó toda materia en su contorno, detuvo toda información que sintetizaba su cerebro. Disfrutando la grácil sensación de tener aquel cuerpo acoplado al suyo. Sin embargo, los estrepitosos sollozos que movilizaban los labios de la mujer que sustentaba lo expulsaron del ensueño que había interiorizado.

-¿Qué aconteció, Yura? ¿Por qué lloras de esta manera?- preguntó con la faz angustiada. Deshaciendo el abrazo y poniéndose de pie junto a la interrogada.

Ella no contestó. Continuó sollozando, como si con cada hipido recobrara enormes porciones de aire.

La ira atestó el rostro del rubio ante la formulación de una hipótesis en donde un individuo agredía a la ojiazul.

-¿Alguien te agravió? ¡Dime quien fue para triturarlo!- clamó enfurecido e ideando la manera en que haría añicos al posible gestor del estado actual de su amiga de antaño.

-Yo... yo...- el ofuscante dolor que transitaba todo su cuerpo obstruía el paso a las palabras.

Jounouchi dedujo que ella no expondría las causas de su estado mientras se hallara bajo los efectos de la situación que, suponía, había contemplado y que estaba presto a investigar.

Amor Blanco A Través De Unos Ojos AzulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora