¿Un Secreto?

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Yu-Gi-Oh! No me pertenece, es propiedad de Kazuki Takahashi.

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Un beso, un tímido beso era lo que ocurría en aquel momento entre Seto y Yura. Ambos tenían los ojos cerrados y movían sus labios con timidez. Al cabo de unos segundos Seto se aferró aún más a la cintura de Yura, acercándola más hacia él, profundizando más el beso. Yura, quien hasta el momento había mantenido sus manos encogidas entre el pecho de Seto, al este demandar la cercanía entre sus cuerpos soltó esa ligadura y posó aquellas manos en su cuello, aferrándose a él con devoción. Yura nunca antes había besado a alguien, no obstante a eso, sus labios tenían  sincronía estable con los de Seto.

Ambos estaban envueltos por la magia de aquella unión entre sus labios. Seto besaba los labios de Yura con delicadeza y solemnidad, como si los acariciara, disfrutando de cada parte de aquella exquisita cavidad corporal, mientras que Yura le correspondía permitiéndole recorrer cada rincón de ella. Ninguno de los pensaba, sólo dieron rienda suelta a lo que su corazón y su cuerpo deseaban en ese instante.

Luego de unos minutos los pulmones de ambos empezaron a hacer objeción obligándolos a deshacer aquel fascinante beso. Los dos se quedaron mirándose con el corazón latiendo a mil por hora, los labios húmedos y enrojecidos.

Seto reaccionó recordando lo que había sucedido, dio la espalda expresando con ello su vergüenza.

-Yo... no... debí...-

-No...no debiste...detenerte.- las palabras de Yura lo detuvieron.

No quería verse como una niña asustada y avergonzada, ya era una mujer y estaba cansada de seguir reprimiendo sus sentimientos hacia él, no después de lo sucedido entre ambos. Por su parte, Seto volteó su rostro sorprendido para mirarla, con el corazón latiendo a tal ritmo que temía le diera un infarto.

-Entonces tú... tú...-intentaba articular nuevamente pero le era imposible continuar. Estaba impactado al escuchar esas palabras de ella, ya que estas significaban que ella correspondía a sus sentimientos.

Colocó una de sus manos en una de las mejillas de ella mirándole a los ojos. Sin necesidad de palabras, tan sólo con una mirada, le preguntó si podía volver a besarla, accediendo ella a su petición respondiéndole de la misma manera en que él preguntó, acto seguido de aquello fue acortando la distancia entre ambos rostros para volver a posesionarse de sus labios, esta vez en un beso más profundo, más demandante, apasionado.

Desafortunadamente, nueva vez los pulmones pidieron auxilio separándolos. Después de aquella nueva entrega, ambos se abrazaron.

-Te quiero... Seto.- dijo, mientras se hundía entre sus brazos.

El castaño calló, tratando de procesar todo lo ocurrido en los minutos anteriores.

Finalizado el abrazo, ninguno de los dos sabía que decir.

-Mokuba... nos espera.- recordó Seto.

-Tienes... razón.- concedió Yura.

Ambos recogieron lo que habían ido a buscar a aquel lugar y se aproximaron hasta el auto de Seto para retornar al centro médico en donde se hallaba Mokuba.

Ninguno de los dos articuló palabra alguna dentro del vehículo, aún hasta cuando llegaron al centro.

Seto, al llegar, ayudó a Mokuba a bañarse y vestirse mientras que Yura le entregó la tarjeta de Seguridad Social al doctor. Después de recibir la ayuda de su hermano, Mokuba quedó profundamente dormido, dejando a Seto y Yura solos en aquel cuarto de atenciones médicas, rodeados de un silencio incómodo que luego de unos minutos ambos rompieron.

Amor Blanco A Través De Unos Ojos AzulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora