Un Enemigo en las Sombras.

596 31 18
                                    

  Yu-Gi-Oh! No me pertenece, es propiedad de Kazuki Takahashi.  

-.-


¡Increíble! ¡Insólito! ¡Inconmensurable! Eran las palabras más adecuadas para describir lo que sus orbes amatistas percibían. Jamás pensó que, el dirigir su vista a la ventana para percatarse de la llegada de su hermana y verificar si pasaría la noche en casa, lo llevaría a ser testigo de aquello.

La curiosidad le había hecho mantener alerta sus ojos al divisar el mismo vehículo de la noche anterior aunque a una distancia más prudente. Debido a la iluminación que irradiaban las bombillas delanteras y a través de la luz que se filtraba por el parabrisas, pudo reconocer la identidad del conductor, a pesar de la distancia.

Sus pupilas se encogieron cuando reconoció el rostro de Kaiba y la manera en que él... ¡Estaba besando a su hermana!

Con dos pasos lentos se alejó de la ventana, intentando procesar y dar sentido a las acciones que acababa de observar.

Salió del trance que le propinó el asombro cuando escuchó los ligeros pasos de su hermana acercarse a la puerta que custodiaba el lugar donde estaba. Con rapidez, subió las escaleras que le llevaban hasta su cuarto adentrándose en el, cerrando la puerta tras de sí. Tomó asiento en su cama con el semblante perplejo. Una exclamación se congeló en su cerebro...

Su hermana y... ¡Kaiba!... ¡Besándose!

El sonido de los tenues golpes que eran propinados a la puerta que cerró minutos atrás le hizo salir de su vacilación.

-Yugi, hermano. ¿Estás ahí?- se filtró por la madera de la puerta la voz de su hermana, Yura.

-Sí... pasa.- respondió aún bajo la conmoción del asombro.

El movimiento circular de la perilla permitió que su hermana imitara su posición y le regalara un cariñoso abrazo.

-Salí tan temprano ésta mañana, que no me despedí de ti. Discúlpame, hermano.- escuchó decir con ternura Yugi, a su hermana Yura.

La última nota que su hermano tarda en responder a su saludo y desvanece el abrazo para dedicarle una mirada cargada de preocupación.

-¿Te sientes bien, Yugi?- preguntó Yura a su hermano menor.

-Sí, estoy bien. Sólo me preguntaba...- agacha la cabeza, parece meditar las palabras que darán termino a la oración.- Si realmente es posible que tengas una relación con Kaiba.- finalizó Yugi, mirando escéptico a su hermana.

El menor de ambos hermanos pudo reconocer con inmediatez el efecto de sus palabras cuando el rostro de su hermana perdió su color natural y sus ojos se abrieron a tal extremo que temía pudieran salirse de órbita.

-¿Có-mo...?- intentó cuestionar la ojiazul con palabras entrecortadas.

-Los vi besándose en el auto.- explicó el tricolor.

Con las facciones pasmadas, Yura tomó las manos de Yugi entre las suyas, llevándolas hasta su pecho.

-Por favor... no... no lo reveles a nadie.- suplicó con nerviosismo la mayor de ambos hermanos.

Yugi dedicó una sonrisa compasiva a su hermana antes de expresar su parecer.

-No he dicho que lo diré a alguien, hermana. No te juzgo por lo que vi, comprendo a la perfección que es el corazón quien decide a quien quiere pertenecer, es sólo que... me sorprende que el tuyo haya escogido a Kaiba.- manifestó el Rey de los Juegos.

El color volvió asentarse en las facciones de Yura, relajándolas. Alejó las manos de Yugi de su pecho, no obstante, las mantuvo unidas a las suyas.

Amor Blanco A Través De Unos Ojos AzulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora