CAPITULO 2

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Después de una semana con la misma cantaleta «llámese, anunciando al que está por venir» y eso que no soy Juan el Bautista, para cristianismo ya tuve suficiente en el cole; llega un fin de semana, como diría Andrea sin planes a la vista, pero con visita a mis padres incluida, quienes viven a las afueras de Madrid. Mi padre, Álvaro, Periodista de profesión y de quien heredé el gusanillo por este mundo y mi madre Elvira, quien tiene una Boutique de trajes de novia y en cada ocasión, me pregunta que cuando confeccionará el mío, yo paso, he tenido mis rollos, no soy ninguna santa, pero de eso a pensar en algo serio me da repelús, aunque hace ya un par de meses que no echo un buen polvo, voy a tener que pensar en buscarme un ligue, pero es que con el programa, los problemas en la cadena no me ha quedado tiempo para pensar en mojar la quesadilla.

Ahora toca prepararse para afrontar un lunes con muchas expectativas. Así que ¡Ava a la ducha! Me digo a mí misma, pero antes, mi lista de Spotify­ que nunca falla, ¡que vivan los teléfonos inteligentes! Elijo "a que no me dejas" de Alejandro Sanz­, es que este artista es de los que no hay. ¡Made in España!

Nosotros seremos lo que tú quieres que seamos

Yo soy lo que te dé la gana, échamelo todo en cara

También soy el que te acaricia en la mañana

Yo soy el que te ama, que te da las ganas y desganas

Yo soy el que te cuenta las pestañas ...

Hoy me pongo mis mejores indumentarias, (llámese ropa) pues no sé lo que me espera. Por eso de que la ropa te hace más segura, elijo una falda tubo que sé, que me queda bien, una blusa que la compré hace poco en las rebajas, color roja, y mi americana negra, con mis andamios preferidos, perdón, (Peep toes) así que salgo escopeteada porque precisamente hoy no quiero llegar tarde.

Y aun así llego con el tiempo justo, es que no hay manera con el tráfico de Madrid. Estoy en el aparcamiento de la cadena saliendo de mi coche, cuando se me caen las llaves, me agacho a recogerlas, cuando las recupero e intento levantarme me topo con unas piernas metidas en unos pantalones negros, sigo subiendo la vista ampliando mi campo de visión y lo que ven mis ojos es un cuerpo de infarto metido en un traje de tres piezas negro, con camisa color rosa y la corbata también negra, unos ojos tan azules que me recuerdan al reflejo del mar en un atardecer, siento que mi cuerpo y en especial mis partes sensibles despiertan de un letargo dormido desde hace tiempo. No puedo calcular su edad, tendrá unos treinta y tantos, con ese cuerpo que tiene ¡Madre del amor hermoso!

Está justo delante mío, apoyado elegantemente en el capo de un coche color negro, que me imagino será suyo, me quedo impactada con aquella mirada azul, ¿cómo puede ser que tanta masculinidad pueda ser tan perfecta en un hombre? Estoy concentrada imaginándome un torso sin esa camisa rosa, creo que solo a él le puede quedar bien el rosa.

Él también se me ha quedado viendo y mientras lo hace, yo aparto mi vista ruborizada, tuve que esperar a tener veintinueve años para ruborizarme, ¡Es que doy pena!, trabajando en la tele todos los días, viendo tíos buenos por todos los pasillos y delante de este, parezco que tengo quince años, «» ver para creer» me digo. Siento que su magnetismo me deja sin respiración. Reacciono caminado hacia atrás y no caigo porque me doy de culo con mi coche, levanto los ojos de nuevo y un pelo cobrizo y unas barbas de dos o tres días que lo hacen más misterioso acompañan el rostro de este hombre que quita el aliento. Su estructura ósea, le haría la vida muy alegre a Miguel Ángel. Tiene una boca que me está gritando que lo bese o eso es lo que quiero yo, y unos ojos que de repente ya no me parecen tan azules, ahora tienen un tono grisáceo.

– ¡Buenos días! – Saluda con una voz tan suave y profunda que siento se me agitan mis partes ocultas.

– ¡Buenos días! –Contesto con los labios resecos, mantenemos el contacto visual, hasta que digo.

–Con permiso, tengo prisa.

–Ha sido un placer señorita. –Dice ahora con la voz un poco rasgada.

Salgo de allí como si me persiguieran los demonios y entro a la cadena sin mirar a nadie, llego a mi camerino como si hubiera subido corriendo hasta un sexto piso.

–Ava, ¡llegas tarde!

–Buenos días para ti también Andrea. –Saludo nada más entrar en mi camerino, porque ya está rondando el área de potingues y como siempre; nunca saluda ni responde, directo al grano, característica típica de Andrea.

– ¡Qué cara traes y que genio, ni que haya visto a un fantasma!

–Pues fantasma lo que se dice fantasma no, pero un tío que está para que se te caigan las bragas sí. – Contesto todavía con mi mente en el aparcamiento.

–¿Pues es mi DiCaprio, Keanu Reeves? ¿O Bradley Cooper? –Sonríe burlona.

–Sí, búrlate, pero al que he visto se parece mucho a Cooper, alto, guapo, fornido, ojos azules, ¡Dios que cuerpo! ¡Qué Ojos! ¡Qué boca! y que...

–Calla, calla que ya me estás poniendo los dientes largos.

–Lo peor es que no sé quién es, solo nos dimos los buenos días y salí de allí como alma que lleva el diablo, bueno... me los dio él –Rectifico –. Porque a mí no me salía el habla eso sí, el ridículo si lo hice mirándolo y que por poco casi me caigo de culo.

–No me digas que a la Ava que conozco le dio corte conocer un hombre buenorro. –Suelta sin ambages.

– ¡Y que lo diga! –Contesto guasona –. La Ava que tu conoce no había visto un espécimen así, por lo que darme corte se te queda pequeño, me quedé sin palabras, si respiración y me puse muy nerviosa.

–Pues hija debe de estar más bueno que mojar pan

–Mojar pan también se queda corto Andrea. –Contesto a media voz

–Bueno ahora te están esperando en la sala de juntas, así que olvídate por un momento del buenorro del aparcamiento, dicen en los pasillos que probablemente hoy se incorpore el nuevo fichaje. –Murmura mientras coge sus armas de construcción masiva «potingues en cristiano «»

–Arréglame un poco, porque con los calores que tengo creo que todo el glamour se me ha ido al pijo.

–Siéntate, que te pongo más guapa de lo que ya estás. –Dice con sus potingues en manos.

Mientras estoy sentada con Andrea haciéndome la reconstrucción facial «eso sí, sin Bisturí» suena mi teléfono, miro la pantalla, es Alberto.

–Ava te estamos esperando para empezar la reunión, en media hora tenemos que estar abajo en la rueda de prensa de presentación del nuevo presentador.

–En cinco minutos subo Alberto.

–Que sean tres Ava, por favor. –Finaliza la conversación. Siempre tan formal.


INSACIABLE TUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora