EPILOGO

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Sebastián, venga que se nos hace tarde. –Llamo a mi hijo que está despidiéndose de su madre, porque hoy me toca a mí llevarlo a la Guardería.

–Ya bajo, ¿Me llevas a caballito papi? –Pregunta con cara de sueño, me da lástima dejarlo por las mañanas, pero su madre y yo hemos acordado que es mejor para él, así se integra con otros niños de su edad.

–Venga sube. –Invito agachándome para que pueda subir –. Solo hasta el coche.

–Vale Papá. –Responde alegre y feliz. Es lo que hemos logrado su madre y yo, hacer de nuestro hijo una persona feliz y para lograr eso, hemos tenido que cambiar muchas cosas en el tiempo que llevamos juntos.

Aun no me he presentado, Soy Hugo y este es mi hijo Sebastián, tiene tres años, los acaba de cumplir y su madre se ha quedado en la cama haciendo lo que más le gusta; dormir.

Estos cuatro años que llevo casado con Ava, han sido los mejores de mi vida, de nuestra vida y este pequeñajo ha venido hacer de nosotros mejores personas. Desde que nació Sebastián nuestras prioridades han cambiado, porque decidimos que nuestro hijo no se criaría con una persona desconocida, no es que estoy en desacuerdo con las familias que lo hacen si es la alternativa que tienen para sacarlos adelante. Pero nosotros nos lo propusimos y lo hemos logrado, de tal manera que Sebastián siempre está con uno de los dos.

–Papá, ¿Ya estamos llegando? –Pregunta mirándome con sus ojos azules, igual que los míos, no lo voy a negar soy yo en miniatura, solo se parece a su madre en el carácter, pero todo lo demás es mío.

–Ya casi, hijo. –Contesto.

Dejo a mi hijo en la Guardería y me dirijo a casa, Ava no se levanta hasta que yo no la despierto y es lo que más me gusta, ya veréis por qué. Hasta la tarde no tiene nada que hacer, porque desde que nació Sebastián ya no trabaja como presentadora, ahora está detrás de las cámaras en un formato diferente y que le encanta, porque según ella, ya no tiene que cuidarse tanto para estar delante de una cámara, aunque siempre está preciosa, ¿Yo que voy a decir?

De mí, les diré que tampoco estoy en la cadena, en cuanto se cumplió mi contrato, ya no lo renové, aunque me insistieron no quise hacerlo. Ahora dedico todo mi tiempo a escribir y mis libros se venden muy bien, no me puedo quejar.

Con todos estos cambios también hemos cambiado de casa, pues el piso de Ava se nos quedó pequeño con la llegada de Sebastián, ahora vivimos en una casa de un residencial que nos hemos permitidos comprar y que queda un poco más cerca de los padres de Ava, así si alguna noche tenemos que salir los dos, sus padres se quedan con el pequeñajo.

Voy concentrado en la carretera, ya quiero llegar a casa y despertar a mi mujer. Suena mi teléfono, miro la pantalla, es Mateo el esposo de Andrea. Si ese mismo el rollete como ella lo llamaba.

–Dime mateo, Buenos días. –Saludo con alegría.

– Hugo, ¿qué tal? ¿Cómo va?

–Bien, vengo de dejar al peque en la Guarde. – Contesto. – ¿Que se te ofrece? –Pregunto.

–Es Andrea, con el embarazo está muy sensible, no sé qué hacer, siempre está llorando, dice que la trato mal, ¿Ava era así? – Pregunta confundido y yo me río.

–Mateo, una mujer embarazada siempre está muy susceptible y a la defensiva, tú tienes que dejar pasar todo, eso sí, no la ignores.

–Estoy desesperado, no s qué hacer, eso que solo tiene cuatro meses, no quiero pensar cuando tenga ocho o más.

–Dale tiempo Mateo, una mujer embarazada también es insegura, así que tu ofrécele seguridad, es lo que ella quiere escuchar en estos momentos.

Cualquiera pensaría que me he vuelto un experto en estos temas, pero es que el embarazo de Ava lo vivimos intensamente, por eso sé de lo que hablo, pues tuve que lidiar con una que se veía gorda en la pantalla.

Pobre Mateo, no sabe lo que le espera con la amiga de pacotilla de mi mujer, así le llama ella y a mí también se me ha pegado, se casaron dos años después de nosotros y se llevan muy bien o eso creo, porque ahora con el embarazo, no sé yo...

Llego a casa, subo las escaleras y me dirijo a nuestra habitación y ahí está ella, preciosa, no importa que esté durmiendo, despeinada y con babas en la boca para mí es la imagen más bonita del mundo.

–Amor. –Llamo, mientras la beso –. Despierta que ya es tarde.

–Uhhh –Contesta. –Lo sé, no se quiere levantar, siempre es lo mismo, pero yo tengo mis maneras y ahora voy a poner en práctica una de ellas. Le quito las mantas, levanto el pequeño camisón que lleva puesto y empiezo a besarla por todas partes.

–Uhhh... –Susurra de nuevo

– ¿Ese Uhhh quiere decir que te gusta o que aún sigues durmiendo? – Pregunto

–Las dos cosas, tu sigue a ver si me despierto.

– ¿Estás dudando de mis capacidades Señora Quiroga?

–No, eso nunca, lo que pasa que sus capacidades me las he aprendido de memoria.

–Cariño que un hombre siempre tiene una carta bajo la manga.

–Ya, pero yo tengo otra y no precisamente bajo la manga. – Dice abriendo las piernas.

–No se diga más. –Contesto. Me introduzco despacito a la vez que nos miramos, nos amamos como antes, como siempre, es un amor que nos deja satisfecho y en paz, esa paz que se traduce a cosas buenas a cosas puras. Mientras sigo embistiéndola nos derramamos juntos, y yo ahora mismo estoy donde quiero estar, donde nunca había estado, ya no hay miedo a los conflictos de aquellos países, ya no tengo que estar allí y coger ese primer plano para que el mundo lo vea, porque el primer plano lo tengo aquí en mi cama, solo lo veo yo y quiero que se quede así por siempre.

INSACIABLE TUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora