CAPITULO 27

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He dormido más de un par de horas, son más de las doce, es el resultado de la nochecita que nos montamos mi amiga la psicomaquilladora y yo. Me levanto y voy a la cocina a por dos analgésicos y me meto en la ducha. Miro la cama y la susodicha está roncando como si el mundo se fuera a acabar, no me lo pienso, cojo mi teléfono y le hago un pequeño video, en algún momento lo voy a usar en su contra, eso seguro, me digo riendo.

–Andrea, venga, arriba que se nos ha hecho tarde. –Pido llamándola.

– ¿Tarde para qué? Déjame, yo no voy a ningún lado. –Dice tirándose la manta y acomodándose.

–No, nada de eso. –Exhalo quitándole la manta –. Tú a la cocina a hacer café, mientras me ducho, recuerda tenemos que ir a por el coche y luego a ver a Hugo.

–Pero yo no, tu coche y Hugo tuyos. –Infiere señalándome con el dedo.

–Andrea, si estás aquí, me tienes que acompañar, ¡venga has café que nos vamos!

–Vale, ¿Me dejas ropa? –Pregunta.

–Todo tuyo –Digo señalando el armario.

–Gracias cariño. –Dice mientras se levanta y se dirige a la cocina hacer café.

Después de coger el coche vamos de camino a la casa de Hugo, yo estoy nerviosa, no se lo quiero decir a Andrea, pero si lo estoy, porque no sé lo que me dirá Hugo, eso, sí está en su casa.

Llegamos y su coche está en la calle, señal que, si está, yo miro el coche y miro a Andrea.

–Parece que está en su casa. –Asiente mirándome.

–Eso parece. –Respondo yo, mientras aparco en un hueco entre su coche y otro.

– ¿Subes conmigo? –pregunto insegura, sí, yo una mujer que se pasa unas cuantas horas a diario delante de una pantalla y antes millones de espectadores, está nerviosa, porque no sabe lo que encontrará ahí dentro.

–No amiga, esto tiene que hacerlo sola, yo te espero aquí, si te quedas me das un toque y me voy, pero no hasta que tú me lo digas –. ¿Tienes llaves? –pregunta mirando mi bolso.

–Sí, Hugo me las dio el otro día, cuando nos reconciliamos.

–Mejor, no toques, usas las llaves y entra, para algo te las habrá dado, ¿no?

–De acuerdo, ahora bajo. –Digo saliendo del coche y encaminándome al portal de su bloque.

Abro la puerta del edificio sin encontrarme con nadie y subo el ascensor hasta el piso de Hugo, me acerco a la puerta dudosa, no quiero abrir, pero tampoco quiero tocar, mi amiga tiene razón, para algo me habrá dado las llaves, la introduzco en la ranura y la puerta se abre, entro, no veo a nadie, parece que no está, miro a mi alrededor y nada, me dirijo a la habitación que usa de oficina, la puerta está entreabierta y allí está sentado, aun no se ha dado cuenta que yo estoy aquí.

Lo miro y está concentrado en lo que sea que esté haciendo en el portátil, está escribiendo no sé qué, el hecho es que las teclas van a mil, cualquiera pensaría que lo hace con rabia o que no quiere que se le escape lo que sea que tenga en la cabeza.

Levanta la cabeza como si de repente notara mi presencia.

– ¡Ava! ¡¿Qué haces aquí?! –Pregunta sorprendido mientras se levanta y va hacia mí.

–Nada, estaba preocupada por ti, desde ayer que te fuiste de la cadena sin avisar no sabía de ti, pensaba que te había pasado algo. –Explico mirándolo interrogativa –. Tampoco responde el teléfono.

INSACIABLE TUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora