CAPITULO 31

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Me he quedado dormida en el sofá creo que las pastillas que me han dado me relajan y me dejan noqueada, eso o el embarazo, abro los ojos y Hugo está sentado en el otro sofá con el portátil en las piernas, está tan centrado en lo que sea que está escribiendo que no se ha enterado que he despertado, sus manos vuelan en el teclado, como si con solo levantarlas se le escape lo que tiene en la cabeza.

Sigo mirándolo, veo que se ha puesto cómodo, tiene el mismo vaquero de hoy, pero ahora lleva una camiseta que le queda como una segunda piel y está sin zapatos, nunca imaginé que los pies de un hombre podían parecer sexy, pero ¿De qué me quejo? Si todo en Hugo lo es.

– ¿Y Andrea? –Pregunto cuando levanta la cabeza porque el silencio que hay en casa no es posible si ella estuviera.

–Se ha ido, me ha dicho que te diga que luego te llama o se pasa.

–Vale, gracias. –Respondo

– ¿Estás bien? ¿Quiere cenar? – Pregunta dejando el portátil y acercándose.

–Si estoy bien, ¿Que hay para cenar? Tengo Hambre, además tengo que comer para que puntito se convierta en fríjol.

– ¿Entonces cuando sea fríjol dejará de llamarse puntito? –pregunta sonriendo

–No lo sé, ya me estoy acostumbrando a llamarlo puntito.

–Andrea ha dejado algo de cenar, quédate aquí, que lo traigo. – Dice acercando la mesa de centro para que no tenga que levantarme

–¡Gracias!

Cenamos tranquilos con agua claro, yo me tomaría mi copa de vino, pero no puedo, así que el agua también está buena. El bienestar de puntito, ante todo, cuando decidí quedármelo, también decidí ser responsable y cuidar de él, así que mi trabajo apenas empieza.

Cuando terminamos Hugo recoge todo y lo lleva a la cocina, me siento torpe, sin poder hacer nada, pero ordenes son órdenes. Cuando regresa de la cocina quita la mesa y se sienta delante de mí en la alfombra. Está preparando el terreno para hablar, de esta no me escapo.

– ¿Podemos empezar con esa conversación que tenemos pendiente? –Pregunta mirándome.

–Vale. –Respondo insegura.

–Solo quiero que me escuche Ava y que no me interrumpas, hay cosas de mí que tú no sabes y creo que por eso cada vez que algo o alguien se interponen en nuestro camino, tú piensas lo peor, porque no confías en mí, pero no te culpo, la culpa ha sido mía. – Hace una pausa y respira –. Debo empezar a contarte antes de conocer a Sandra, porque creo que antes de ella es que empezaron todos mis miedos.

–Aunque ahora soy presentador de televisión ese no siempre ha sido mi trabajo, antes me desempeñaba como corresponsal de guerra y te aseguro que viví y vi cosas que no te podrás imaginar. – Lo miro sorprendida, pues eso no lo sabía y sé que estos periodista se juegan la vida para mandar un primer plano del momento en que ocurren los hechos.

–Estuve destinado dos años en Irak y luego uno en Vietnam, la mayoría de las veces cuando me tenía que desplazar a zonas de conflictos tenía que hacerlo sin ninguna identificación, porque llevar un distintivo de prensa podía poner mi vida más en peligro de la que ya estaba. He visto morir más personas en mi vida que las que me hubiese gustado, entre ellos niños inocentes que no entienden porque les ha tocado vivir en zonas de conflictos. –Hace otra pausa y continúa.

–Las jornadas y los cursos donde te adiestran para ser corresponsal de guerra no se acerca a la realidad que se vive en el terreno, debes estar preparado para que te alcance un AK-47 una bomba, una mina o que te secuestren. Todo eso lo viví por tres años, pero llegó un día que decidí regresar a mi país y trabajar en otra cosa y desde hace tres que trabajo en la televisión alejado completamente de ese mundo, pero lo que viví me ha dejado marcado para siempre y todo eso lo reflejo en los libros que escribo.

INSACIABLE TUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora