Cap 9

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-Michael- murmuró alguien a mi espalda con una voz muy persuasiva.- Michael, ven con nosotros. Michael, no te resistas.

Sentí como si alguien tirara de mí y no fuera capaz de resistirme a sus llamados. ¿Qué estaba sucediendo? No podía entender por qué todo mi cuerpo me pedía a gritos que siguiera esa voz que, por alguna extraña razón, sabía que solamente yo era capaz de escucharla.

Me volteé con el ceño fruncido, luchando contra el imperioso deseo de acudir al llamado de aquella voz. Tras de mi, en el callejón, no había nadie. ¿Qué demonios estaba sucediendo? ¿Es que me estaba volviendo loco? ¿Estaba alucinando? No lo creía probable. Que yo supiera, no había tomado ninguna sustancia alucinógena o algo parecido. No había fumado por meses y cada vez tomaba menos. Estaba volviendo a la vida sana, pero, sin embargo, esa voz seguía allí, y la escuchaba tan claramente como si estuviera a mi lado.

-Michael, vamos, síguenos. Te llevaremos a un lugar mucho mejor que este- afirma una chica tras de mí. Ya no era una voz masculina. ¿Qué demonios? Era la tercera voz que escuchaba en los últimos 20 minutos. Al parecer mi mente estaba de lo más activa.

-Michael, ¿qué sucede?- me pregunta Alicia a mi lado con voz preocupada. Yo me encogí involuntariamente al escuchar mi nombre, como si me asustara que alguien lo pronunciara. Como si estuvieran violando mi integridad al llamarme, lo que era de lo más ilógico. ¿Qué demonios me sucedía?

-Michael, ven con nosotros. Michael. Michael. Michael- me llamaron las tres voces al mismo tiempo.

Sentí como si las voces me tiraran del pecho hacia ella y era muy doloroso. Solté todo el aire de golpe y deseé con todo mí ser que aquel desgarrante dolor se acabara.

Una parte de mí se negaba a escuchar las voces, a seguirlas; pero era la mínima parte de mí ser. El resto quería ir con ellas. Esa parte era la amante de lo desconocido, la que me prometía una nueva aventura y el fin de aquel agonizante dolor que no me dejaba tranquilo.

-Me... me duele...- murmuro gimiendo y cayendo de rodillas. Me llevé las manos al pecho, como intentando mantenerlo en su lugar y que no saliera de mí, como si me lo hubieran arrancado de cuajo.

Alicia se agachó a mi lado completamente preocupada y comenzó a hablarme, pero fui completamente incapaz de escuchar una palabra de lo que fuera que me estuviera diciendo. ¿Qué importaba si yo quería seguir a aquellas voces que me llamaban? Lo mejor era que las siguiera y dejara mi vida atrás...

¡No!

No quería dejar mi vida atrás. Aquella revelación casi extinguió por completo mi dolor, como si el agarre de aquellas voces se hubiera aflojado considerablemente. Me acababa de dar cuenta que para poder seguir a aquellas voces tenía que, literalmente, dejar mi vida atrás. Y yo no quería morir... Aunque esos pensamientos no me hacían ningún tipo de lógica. ¿Cómo podía alguien llamarme y hacerme desear la muerte, pero sin dejarme saber que era aquello lo que deseaba? La muerte no te llama. Es solo algo que le sucede a todo el mundo, no alguien que te lleva a donde sea que vayas cuando mueres.

-Vamos Michael, no te resistas. Es una batalla perdida- dice la voz femenina con exasperación.- Michael. Michael. Michael. Michael. ¡Michael!

Cada vez que pronunciaba mi nombre otra vez sentía cómo se iba apretando el agarre en torno a mi pecho, causando que el dolor regresara aún más feroz que antes. Sentía que me corrían las lágrimas mientras intentaba resistirme con uñas y dientes a aquellas voces. No podía dejar que me llevaran; pero mientras más tiempo pasaba, más me daba cuenta que no podría resistir mucho más tiempo. El agarre era implacable. Y me causaba un sufrimiento que me hacía difícil resistirme a ellos.

Conspiración (Crónicas del Nigromante 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora