Cap 19

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El fin de semana había sido perfecto. Con Isabella habíamos (y no me siento demasiado orgulloso de ese pequeño detalle, pero da igual) robado un banco y sacamos bastante dinero como para poder pasarlo en grande en una cabaña en el lago. Como no es época de turistas aún, había varias libres cuando llegamos, casi al amanecer del día jueves, justo al día siguiente de nuestra conversación a la luz de la luna en el tejado de Noah; y nos decidimos rápidamente por la que estaba más cerca del lago.

Como era lo suficientemente temprano para que nadie estuviera despierto y no tuviéramos que temer que hubiera alguien observándonos, nos bañamos desnudos... Aunque para mi completa sorpresa no hubo nada de sexo. Lo pasamos muy bien, simplemente siendo nosotros mismos, sin presiones ni preocupaciones. Que si me dio vergüenza estar denudo con una mujer por primera vez... Pues no. Con Isabella para mí eso era natural. Y ella tampoco mostró pudor alguno estando conmigo.

Pero como dije antes, no hubo nada de sexo. No me malinterpreten, Isabella es la chica más hermosa que he conocido en mi vida, y sí, la deseo desde mucho antes de saber qué era eso; pero no era el momento. El sexo solo habría arruinado un recuerdo de perfecta inocencia. Éramos como dos niños que se conocen desde siempre y que no tenían un traje de baño a mano por lo que se divirtieron desnudos, nada más.

Bueno, mientras más me esfuerzo en explicarme a mí mismo por qué fuimos tan niños buenos, menos lo consigo. Solo sé que fue algo de mutuo acuerdo, algo de instintos, de saber que no era ni el momento ni el lugar. Es lo más extraño que me ha pasado en la vida... Bueno, no lo más extraño en grandes rasgos, pero sí lo más extraño hablando de vida sexual.

Pero lo perfecto no dura para siempre. Y entre risas y diversión vino el domingo sin que me hubiera dado cuenta del paso del mejor fin de semana de mi vida. Y definitivamente se acabó muy pronto. Yo de buena gana me habría quedado por lo menos una semana más y que le dieran a las clases, pero mi padre debía de estar muy preocupado por mí, aparte del hecho de que ya había faltado una semana y media completita. Qué remedio, debía regresar a mí vida, no me quedaba de otra opción.

Así que a última hora del domingo regresamos a la ciudad para encontrarnos con un furioso Noah, quien estuvo preocupado por nosotros todo el fin de semana (se me había olvidado decirle de nuestra improvisada excursión), pero la verdad es que no lo tomé mucho en cuenta. Estaba exhausto. Casi no había descansado en esos cuatro días porque estaba demasiado ocupado divirtiéndome. Así que en cuanto llegué a casa de Noah, me desplomé en su cama, me acurruqué con Isabela entre mis brazos y me quedé profundamente dormido hasta que la alarma de Noah me despertó con brusquedad.

-¡Venga, arriba!- exclama Noah tirándonos un vaso de agua encima. Isabella le mostró el dedo corazón a Noah y se levantó sonriente. Cuando yo no hice ningún ademán de moverme, Isabella rozó sus labios con los míos. Yo levanté un poco la cabeza para profundizar el beso, pero ella se retiró y no me quedó más remedio que ponerme de pie y estrecharla entre mis brazos. Sentí el nacimiento de sus alas, pero aquello no me molestó en absoluto. Daba igual, total, yo podía tocarla siendo ella un ángel o siendo humana. Tenía algo que ver con el vínculo, pero como es algo más bien extraño, aquello era solo una suposición.

-Bueno, veo que tú método es mucho más efectivo para sacar a Drake de la cama- comenta Noah con diversión. Esta vez fue mi turno de levantarle el dedo corazón.

-Bueno, ¿qué puedo decir?- comenta Isabella encogiéndose de hombros en falsa modestia.- Lunático es incapaz de resistirse a mis encantos.

-¿Qué encantos?- me burlo de ella sacándole la lengua y tomando la toalla que Noah me tendía. Me di una ducha de lo más rápida y me vestí para ir al instituto.

Conspiración (Crónicas del Nigromante 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora