Cap 10

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El silencio en el callejón era intenso, tanto que casi se podía palpar. Era de lo más inquietante, pero por mucho que quisiera romperlo de algún modo, estaba completamente paralizada en mi sitio sin poder creer lo que veían mis ojos. Era imposible, pero allí, justo frente a mí, el cuerpo de Drake me demostraba que por muy imposible que fuera, simplemente era.

Drake no movía un solo músculo y eso me tenía más que preocupada, pero no podía moverme de tan impactada que estaba. Poco a poco una teoría se estaba formando en mi cabeza, pero no podía creer que fuera real. La hipótesis parecía demasiado inverosímil como para tomarla en serio, pero algo dentro de mí me decía que era correcta. ¿Pero cómo podía ser? Nunca antes, en toda la historia de los ángeles de la muerte, se había presentado algo como eso. Y me asustaba a sobremanera.

Entonces Drake se estremeció levemente y yo me agaché a su lado con preocupación. Y si aquellas oleadas de dolor lo habían afectado demasiado. ¿Sería todavía capaz de moverse, o estaba demasiado débil? ¿O es que las oleadas de dolor lo habían afectado tan profundamente que había quedado trastornado mentalmente? No lo creía posible. Drake era más fuerte de lo que cualquier humano es. Pero con la fuerza del dolor que sufrió no podía estar completamente segura.

-Isabella- murmuró Drake de pronto y yo lo miré expectante, esperando a que él se sentara para poder mirarlo a los ojos y juzgar por mí misma cómo estaba él realmente y dejar por fin de lado las suposiciones.

-Estoy aquí Lunático- le digo con cariño y Drake se levanta lentamente hasta quedar en cuatro patas boqueando como si el esfuerzo de ponerse en esa posición hubiera sido tremendo. Era comprensible. Después de casi vaciarse por completo de energía y soportar tal intenso dolor, que estuviera exhausto no era una sorpresa.

-No me digas Lunático- insiste Drake en esa batalla perdida y me mira por fin. Su rostro todavía conservaba los retazos de la mueca de dolor que había esgrimido cuando esa tortura lo había asaltado tan fuertemente. Pero ahora su mueca también demostraba un cansancio tremendo.

Yo, como por décima vez desde que me cayera después de que mis alas desaparecieran, intenté recuperar mi existencia espiritual; pero, tal como en las veces anteriores, me fue imposible conseguirlo. Parecía ser que estaba atrapada en mi cuerpo humano, mientras que Drake estaba atrapado en su existencia espiritual. ¿Qué extraño?

Golpeé la pared con impotencia y me rasmillé superficialmente la mano. Hice casi omiso del dolor y me volví a centrar en Drake. No podía ayudarlo de ninguna manera. La única manera de que fuera capaz de tocarlo era que él concentrara su energía en su cuerpo. Así no era necesario que recuperara su cuerpo para tener un tacto físico... Pero para poder lograr aquello había que tener práctica y bastante energía; y Drake no tenía ninguna de las dos.

-Isabella- me vuelve a llamar Drake tras varios minutos en silencio. Yo no respondí en absoluto y esperé a que él dijera lo que fuera que quería decirme. Suspiró con cansancio y levantó la vista hasta que nuestros ojos se encontraron.

Me encantaban sus ojos azules como el agua del mar en un día de verano, en contraste con su cabello negro como el azabache. Me encantaba la palidez de su piel sin un solo grano, aunque se notaba que Drake no le prestaba demasiados cuidados. Su sonrisa, cuando enmarcaba su rostro, iluminaba de tal manera su ojos que éstos parecían brillar de felicidad... Por lo que me era muy fácil darme cuenta cuando Drake sonreía de verdad y cuando estaba intentado enmascarar algo con una sonrisa.

-¿Qué demonios acaba de suceder?- me pregunta Drake y yo salí de golpe de mis ensoñaciones y vi cómo estaba Drake realmente en ese momento. Su cabello parecía sin brillo y lacio. Unos mechones rebeldes caían en todas direcciones, e incluso algunos le enmarcaban la frente que, si no fuera porque no era posible, estaría perlada de sudor. Bajo sus ojos había una marcadas ojeras que parecían moretones en su cara. Y sus ojos estaban opacos, como si éstos nunca hubieran conocido la felicidad en su vida. Todo aquello, en conjunto con la mueca de dolor y cansancio, lo hacían parecer muy demacrado. Tanto que daba miedo.

Conspiración (Crónicas del Nigromante 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora