Capítulo 5: ¿Quién es el niño de ocho años?

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El corazón me corría acelerado...

El accidente...

El accidente que tuve esa vez cuando tenía ocho, sigue presente aunque quiero olvidarlo...

Sangre, el auto, muerte...

De pronto, me despierto agitado, estoy en mi casa, mi cama, mi lugar de paz, no me encuentro allí, en ese sitio horrible. Poso mi mano en mi rostro, intento calmar los nervios. Una pesadilla, maldición. En realidad recuerdos, recuerdos que intento ignorar, olvidar, pero vuelven a mí, arrasándome desde ese día, aunque hace bastante que no me pasaba. Digo, soñar ese incidente. Cuando creo que va a desaparecer al fin, vuelve y me molesta.

¿Será porque fue la última vez que lloré en mi vida?

¿Será porque en esa ocasión quedé tan traumado que no podía moverme?

Una situación así, es compleja, una situación así, es oscura, pero...

"Len, sonríe siempre, siempre debes sonreír".

Las palabras de mi padre resuenan tan bien desde esa época. Me aferré a ellas y olvidé el dolor. Sin embargo el recuerdo vuelve en días como hoy, sin explicación alguna.

Ya estamos en tiempo de exámenes, me centraré en ellos, no quiero decepcionar a nadie, aunque...

¡Ay, no! Historia ¿Estudié? Algo ¡Cómo odio estudiar esa materia!

Me dirijo a la escuela, entro al aula, levanto la mano para saludar a Tere y ella tímidamente lo hace también. Estoy enamorado, con solo ese gesto ya quiero acercarme, pero la profesora entra rápido hoy. Creo que quiere tomar la prueba enseguida, porque se pone a escribir en el pizarrón sin esperar a que los alumnos terminen de acomodarse en sus asientos. Me abstengo de ir hasta Tere, para no recibir ningún regaño de parte de la profesora y cuando me voy a sentar a mi silla alguien me llama, es la preceptora.

―Hamilton, la directora quiere hablar contigo.

¡¿Qué?! Esto es raro, pero acepto y me dirijo hasta la oficina de esta. Me siento y escucho sus palabras.

―Len Hamilton ―pronuncia y mira mi documentación―. Eres un buen chico... ―Toca sus lentes y hace una pausa―. Pero... ¿Danvers te ha estado mal influenciando, cierto?

Levanto una ceja.

―¿Qué?

¿Por qué nombra a Ryan?

―No quiero que te juntes más con el chico problemático de tu curso, arruina tu posición, jovencito.

Analizo la situación: ¿A dónde quiere llegar?

―Es mi amigo ―refuto―. No porque usted me diga va a dejar de serlo.

―Len, querido, entiende tu situación, el chico te ha influenciado para robar documentos de la escuela ―refiriéndose a cuando me llevé la dirección de Tere―. Y tú eres un buen alumno, no debes hacer eso.

―Él no ha... ―intento explicar, pero me interrumpe.

―No hay excusas, es obvio que el alumno Danvers te ha estado influenciando y tus circunstancias ameritan...

―¿Mis circunstancias? ―ahora yo la interrumpo.

―Sí, sabiendo sobre el tipo de persona que eres y lo que has pasado, es entendible que seas usado.

―¿Lo que he pasado? ―Quedo pensativo y luego me doy cuenta―. ¿Usted está hablando del accidente? ―Me sorprendo.

En realidad no debería hacerlo, esta escuela es tan prestigiosa que tiene mucha información de los alumnos, no aceptan a cualquier familia adinerada y la mía no es la excepción. Mi padre tuvo que hacer muchos trámites para que yo entrara, sobre todo por lo que dice esta mujer. Hay un detalle que aún no he contado sobre mí y la directora lo sabe perfectamente. Es algo privado ¿Qué piensa que hace? ¡Que no hable más! No quiero recordarlo.

―Sí, hablo del accidente ―repite mis palabras de una manera muy seria―. Lo entiendo a la perfección porque...

―¡¿Qué es lo que entiende?! ―Me levanto de la silla, exasperado, asustado, nervioso, sé lo que va a decir y quiero irme.

―Siento mucho la muerte de tus padres, Len, familia prestigiosa también, pero el señor Hamilton, no tiene por qué escuchar que su hijo adoptivo se está convirtiendo en un delincuente, más si eran tan amigos como decían ser.

Siento una punzada en el pecho, esta mujer no tiene ni un poco de sutileza ¿Y qué si mis padres murieron? ¿Y qué si soy adoptado? ¡¿Cuál es el problema?! ¿Por eso me tengo que comportar bien? Aunque sus palabras me afectan, no derramo ninguna lágrima ¿Por qué?

Porque antes de que el auto chocara, yo estaba llorando, yo estaba en caprichoso, yo los distraje en el asiento de atrás. Mi madre no podía tranquilizarme, mi padre volteo un momento y todo ocurrió tan rápido, tan rápido que la culpa me consumió.

Cambié llorar por sonreír, lo acepté e hice caso a mi nuevo padre:

"Len, sonríe siempre, siempre debes sonreír".

No quería quedarme solo otra vez, pero...

Suspiro y le sonrío a la directora.

―Váyase al infierno. ―Me voy cerrando la puerta de un portazo.

La garganta me duele, aun así, no puedo llorar, mi yo interno no me lo permite.

Mi novia la miedosa (C.G #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora