Capítulo 11.

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Ese viernes, definitivamente fue una de las mejores noches de mi vida. Harry era lo mejor que me había pasado, y no podía pedir nada mejor.

...

-¡No puedo creerlo, Jessica!- gritó Emma, logrando que una vez más la atención de todas las personas dentro del restaurant fuera para nosotras. -Lo besaste, ¡lo besaste! No puedo creer que lo hicieras, dijiste que no te enamorarías de él, Jessica.- exclamó un poco más calmada.

-Lo siento, no quise hacerlo...- respondí sarcásticamente.

-Esto terminará mal...- murmuró fijando la vista en un punto infinito de la calle.

-No entiendo por qué te molesta tanto que yo sea feliz, Emma.- dije levantándome de la mesa. Caminé hasta la acera rápidamente y ella me detuvo allí.

-No digas estupideces, ¿quieres? No me molesta que seas feliz, me molesta que seas feliz gracias a él, Jess. No lo vale, escúchame...- murmuró sin soltarme.

-Si tan sólo lo conocieras como yo lo conocí, podrías entenderlo, Em. Harry es absolutamente perfecto.- sonreí.

-Oh, Dios... ¡Qué mal estás!- dijo sacudiéndome de los hombros. -¡Reacciona!

-Ya basta.- reí. -Emma, es en serio... Por favor, dale una oportunidad, no es nada oficial.

-Aún...- suspiró. -Sólo porque no quiero que te molestes conmigo voy a intentar apoyarte, ¿okay? Pero no vayas a creer que mis pensamientos sobre él van a cambiar.- dijo señalándome acusadoramente con el dedo índice. Sin perder un segundo la abracé fuertemente.

-Te adoro, eres la mejor.- reí sin soltarla.

-Y tú eres una manipuladora...- me abrazó también.

El resto del fin de semana pasó normal, a comparación del viernes. Me dí cuenta que ultimamente había dejado a mi mejor amiga de lado, por lo que pasé todo el sábado y el domingo con ella. No hablé mucho con Harry, solo tuvimos algunos intercambios de frases cortas a través de mensajes de texto, pero sabía que al principio de la semana laboral vovería verlo.

El lunes llegó al fin, mi primer día de trabajo. Estaba muy emocionada y ansiosa, especialmente por volver a ver a Harry. Rápidamente me arreglé, desayuné y salí rumbo a mi nuevo trabajo sintiéndome increíblemente feliz.

Todo resultó más fácil de lo que esperaba, los chicos me recibieron muy bien, y mi lugar de trabajo era espectacular. Una amplia habitación llena de ropa y grandes espejos, en la que lo único que debería hacer era combinar ropa y vestir maniquíes.

Estuve todo el día con Lernie, la publicista de One Direction, quien sabía como debían verse en cada ocasión. Era bastante simpática pero tenía claro que ella mandaba en ese lugar, en cierto modo. También estuve con Kendall, a quien había visto un par de veces antes; era maquilladora y peinadora. Nuestros trabajos eran similares, y era una chica adorable; nos llevamos bien desde el principio.

Mi trabajo sería sencillo, pero me ponía nerviosa pensar en que podía equivocarme y perjudicar la imagen de los chicos; a pesar de eso intenté permanecer tranquila. Tras muchas obvias indicaciones, Lernie nos dejó solas en nuestra "oficina", así que pudimos conversar mucho. Kendall trabajaba con One Direction desde hacía varios meses y se llevaba bien con todos, pero tenía una conexión especial con Niall. Ambos se gustaban, pero no pude confirmarlo en ese momento preciso.

En fin... Debía ver los atuendos de los chicos para el miércoles, ya que estaban invitados a una fiesta de la revista London Free, a la que asistirían celebridades de todo tipo y habrían cientos de paparazzis observando su ropa. Sin presiones, Jessica.

Never Let You GoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora