Capítulo 37.

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Los días pasaban lentamente, ya habían pasado dos semanas desde que Harry no me dirigía una palabra, ni siquiera una mirada.

Los medios se habían encargado de hacerle saber a todo el mundo que habíamos terminado, y gracias a esas fotos de mí saliendo de la casa de Christopher, yo era la persona más odiada de Londres... y luego seguía él, por supuesto. No podía salir a ningún sitio sin que alguien me reconocieran, cada vez que una fan me veía comenzaba a insultarme, los periodistas me perseguían para una exclusiva, etcétera. No era nada agradable, lo que contribuía a que me sintiera como la peor basura del mundo todo el tiempo. Las noches las había pasado en vela, sin poder cerrar los ojos; no podía comer, cualquier cosa que intentaba ingerir me provocaba náuseas. Ya me había acostumbrado a convivir con ese madito nudo en la garganta, que me impedía hablar, respirar, y cada vez que tenía la oportunidad me hacía derramar todas las lágrimas. Me sentía pésimo, si hubiera sido por mí habría permanecido en la cama el resto de mi vida, pero debía cumplir con mis responsabilidades. Debía ir al estudio todos los días y, ante las miradas acusadoras de todos los que trabajaban allí, seguir con mi trabajo.

Ese día no hubo mucho para hacer, por lo que no podía pensar en nada más que en Harry. La culpa que sentía sólo me hacía querer lanzarme desde la ventana.

Ya faltaba poco para las 6pm, así que comencé a arreglar mis cosas con la intención de salir de allí lo antes posible. Oí la puerta cerrarse detrás de mí así que volví a la sala principal del closet para ver quién estaba allí.

-¿Qué haces aquí, Melrose?- pregunté con la voz quebrada, que no podía mejorar.

-Sólo vine a saludarte, lindura.- sonrió sentándose en el sofá. -Pensé que te sentirías muy sola, muy mal, así que vine a conversar un poco contigo... Siéntate.- me señaló el pequeño sofá frente a ella. Dudé un momento en hacer lo que ella pedía. -No voy a golpearte, Jess. Siéntate, sólo quiero hablar...- sonrió. Le hice caso y me senté. -Oh, Jessica... Pequeña e "inocente" Jessica.- dijo haciendo comillas con los dedos. Luego lanzó un carcajada. -¿Quién iba a decir que íbamos a ser tan parecidas? Hasta tú creíste que no era cierto...- murmuró.

-Tú y yo no nos parecemos en nada, Melrose... Somos totalmente diferentes.- respondí segura.

-¿En serio lo crees?

-Yo amo a Harry con todo lo que soy...

-Y por eso lo engañaste... Claro, eso tiene mucho sentido.- se burló con un tono sarcástico.

-Yo, no...- negué con la cabeza mientras las lágrimas comenzaban a recorrer mis mejillas.

Ella tomó la caja de pañuelos que tenía sobre un estante y la puso en la pequeña mesa que nos separaba.

-Está bien, cariño... Crees que no es tu culpa, claro. Es algo normal, ¿sabes? Yo también lo viví... ¿Y sabes qué más? Dentro de un tiempo todos lo olvidarán... También tú lo olvidarás con el tiempo, encontrarás a alguien más y seguirás tu vida.- dijo con un intento de sonrisa comprensiva. -Y Harry... pobre Harry. Se debe sentir tan mal... Debe estar vulnerable ante cualquier cosa, cualquier palabra de aliento le vendrá bien... Tal vez deba ir a hacerle algo de compañía, ¿no crees? Así, de una vez por todas terminará olvidando nuestros problemas y volveremos a lo que éramos antes.- rió como triunfadora.

-¿Qué?- dije con un hilo de voz limpiando mis lágrimas con un pañuelo.

Se sentó junto a mí y me sonrió.

-Conozco a Harry, sé como reacciona en momentos así, y sé lo que se debe tener para llamar su atención. Creo que ganaré esta vez, Jessie...- murmuró.

-Pero...

-¿Creíste que las cosas te saldrían bien? Pensé que te había quedado claro que no podrías conmigo, Jessica.

Never Let You GoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora