No quiero estar sola

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Narra Santi

Cuando salimos del bar, después de ofrecerme voluntario para acompañar a Carolina a su casa, pensé que la vuelta seria incomoda y en silencio.
Pero me equivocaba.

Ella iba haciendo el tonto, riendo, y hablábamos de anécdotas varias que nos hacían reír.

Al principio tenia q sujetarla de la cintura y ella se agarraba a mis hombros pero a mitad de camino ya le había bajado un poco el alcohol y podía andar sola.

-¿Te acuerdas de la profesora loca de sexto de primaria?- me pregunta riendo mientras abre el portal para entrar al edificio.
-¿Monica? Estaba como una puta cabra- le contesto riendo.
-Tirando tizas a los alumnos, cantando en clase... No era normal- dice a la vez que apreta el botón del ascensor.

Al entrar, el ascensor se llena de un gran silencio incómodo.
Yo miro a Carolina de reojo y ella parece perdida mirando al infinito mientras se coloca el pelo detrás de la oreja.

El tin del ascensor nos "despierta" a los dos, para indicarnos que ya hemos llegado a nuestro piso.

Coge sus llaves y las mete en la cerradura para entrar a la casa.

-Estoy agotada...- dice mientras se tira al sofá boca arriba.
-Ya somos dos- le hago un ademán con la mano, para que me deje espacio para sentarme.
Ella se sienta y deja la cabeza en la parte vertical del sofá mientras mira al techo.

-¿Desde cuando bebes?- le pregunto mirándole, tiene un perfil hermoso.

-Desde que cumplí 18, la fiesta que montaron fue una locura- dice riendo para después incorporándose para mirarme.
-Me habría gustado estar- le digo.
-A mi me habría gustado que hubieras estado... O sea tu y todos los demás- dice ella con una sonrisa nostálgica.
-¿Estas menos pedo?- le pregunto por cambiar de tema y que no vuelva ha haber un silencio incómodo.
-No sabría que decir, sigo encontrándome un poco mal- responde ella mirándose las manos nerviosa.

Yo le paso mi brazo por sus hombros y la acerco a mi.
-Pues yo te cuido, estoy acostumbrado a las borracheras- le digo sonriente colocando mi pulgar en su barbilla para que me mire.

Ella me sonríe ligeramente y se queda fija en mis ojos, igual que yo en los suyos.

Su color azulgrisaceo la hace especial, no todos tienen ese color de ojos, con esa mirada tan profunda que provoca que algo raro sienta en mi estómago y no pueda parar de mirarla. Solo ella sabe hacerme sentir así, solo con su mirada.

Nos íbamos acercando como otras veces, nuestros alientos se mezclaban, sentía su respiración junto a la mía, mi corazón iba a mil, no podía evitar ponerme nervioso, le puse mi mano en su mejilla. Cuando nuestros labios estaban solo a milímetro entre sí, ella se frenó, nuestros labios apenas se estaban rozando cuando ella se separó.

¡SE SEPARÓ! HE ESTADO A MENOS DE UN MILIMETRO DE SUS TIERNOS, CARNOSOS Y APETITOSOS LABIOS.

-No, no, esto no esta bien, no te puedo besar- dice alejándose de mi y quitando mi mano de su mejilla.
-Las mejores cosas no siempre están bien- le digo estrechándole mi mano con la suya en medio de los dos.
-No, no, no puedo además...- para en seco la frase que estaba diciendo y abre los ojos como platos.
-¿Que pasa? ¿estas bien?- le digo preocupado.

Ella se levanta corriendo del asiento y sale de la sala.

Yo la sigo y veo como se mete en el baño.

Veo como se pone de rodillas y lo tira todo.

Yo me acerco a ella y le agarro el pelo, pobrecita, esto es una de las peores partes de beber.

-No me mires, estaré horrible- dice sentándose en el suelo.
-Tranquila, ¿te crees que a las personas no les pasa esto al beber?- le digo para consolarla.
-Me encuentro fat...- no acaba la frase porque vuelve a interrumpirla las arcadas.
-Seguro que te estaré dando mucho asco- dice mientras se quita el sudor de la frente.
-¿Asco? ¿Estas loca? Para que tu me des asco tendrías que matar a alguien o hacer algo muy malo, así me pareces... Tierna- la consuelo.
-¿Tierna? Una chica vomitando, tiernisimo...- dice con ironía y una ligera sonrisa.

Pero enseguida desaparece por otra arcada, y vuelve a echar por tercera vez, el alcohol.

Estamos así un rato, hasta que veo que ya no puede vomitar nada más y se lava la cara.

-No vuelvo a beber tanto en mi vida- dice mientras se enjuaga la boca.
-Eso dicen todos- le digo observándola.

Ella se sienta en la tapa del váter apoyando la cabeza en la pared.

-¿Que pasa?- le pregunto poniéndome a su altura.
-No me quiero mover...- dice agotada.
-Pues no te muevas- le digo con una sonrisa.

Ella cierra los ojos y aprovecho para cogerla en brazos, coloco mi mano debajo de sus rodillas y con la otra la agarro por la espalda.

-¿Que haces?- me pregunta con un hilillo de voz, adormilada, agarrada a mi cuello.
-Llevarte a la cama- le susurro.

Llegamos a su habitación y la dejo con delicadeza sobre su cama, le quito los zapatos, le miro por ultima vez y me dispongo a salir.

Pero algo me agarra de la muñeca.
-No me dejes sola- me dice.

Así tumbada parece una niña inocente, que lleva todo el día enferma y necesita a alguien.

Yo le sonrio.

-Esta bien- cojo una silla de una esquina de su habitación y me pongo a su lado, ella me da su mano para que la estreche.

Y así hago.

Cuando parece que esta dormida le suelto la mano y dejo la silla donde estaba.

Antes de irme la observo, esta tranquila en su cama, durmiendo plácidamente, ahora si que parece una niña inocente.

Me acerco a su cara, tiene unas facciones perfectas, es hermosa.
Sus labios son tentadores, rosados y apetecibles, me muerdo el labio inferior por la tentación de besarlos, pero me resisto.
Le aparto un mechón de pelo de la frente, y se la beso.

Ahora si que puedo salir de la habitación.

Al salir cierro la puerta y me encuentro con una figura en la cocina.

-Oh, que bonito, el exnovio intentando ayudar a su exnovia en una noche de borrachera para reenamorarla, todo un culebrón romántico- dice cruzada de brazos mientras se apoya en el marco de la puerta de la cocina.
-¿Alejandra? Pues si, ¿algún problema?- digo sonriendole con malicia.
-Pues mira por donde, si. Ella tiene novio, y le quiere, obviamente mas que a ti, tu la dejaste dos veces-
-Eso es mentira, no la deje dos veces, la segunda ella se tenia que venir a vivir aqui, no podíamos hacer nada-
-Bueno, pues una, suficiente para que ella no se vuelva a enamorar por ti ¿entiendes?- me contesta mientras se mira las uñas desinteresada.
-Oh vamos, se bien que Carolina aún siente algo por mi, y lo haré salir cueste lo que cueste... Ademas, ¿Que hago hablando de esto comtigo? ¿Tu que sabrás sobre Carolina y yo?- le miro enfadado.

Me estaba empezando a hartar, desde que ha dicho lo de que le quiere más a él que de lo que me ha querido a mi.

-Mas de lo que crees- dice mirándome por encima del hombro y yéndose a su habitación.

¿Por qué se mete todo el mundo donde no les llaman?- pienso para mis adentros.

Y...¿Donde estará Spencer? A pasado mucho tiempo desde que hemos vuelto, si que se le alargan las fiestas...

Diario de una (no tan) preadolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora