Videollamada

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Querido diario:
20 de noviembre de 2019

Estaba llegando al hotel, tenía muchas ganas de ver a mis amigas y hablar y seguramente les contaré todo lo que pasó, Fran esta hospedado en el hotel con ellas, deben tener cuidado.

Cuando llegué a recepción, la chica que trabaja tras el mostrador me saludó y yo se lo devolví con una sonrisa.
Pulso el botón del ascensor y entro.

Cuando las puertas están a punto de cerrarse alguien entra.
-Buenos días- digo sin saber a quien he saludado porque estaba mirando mis pies.
-Buenos di... ¿Qué haces aquí?- escucho una voz femenina.

Levanto la cabeza, puedo ver una melena rubia, ojos verdes y piel pálida. Támara.

-¿Y a ti qué te importa?- le digo poniendo cara de asco. ¿Qué más le dará a ella?
-¿No vendrás a por Fran? Por lo de que es unos de lo mejores luchadores ¿verdad? Por lo de la otra noche- dice un poco enfadada.
-No, no he venido a por tu bestia- digo mirándola de reojo despectivamente.
-¿Bestia? La única bestia que conozco eres tu... ¿Has visto los pelos que llevas?- dice señalando con su codo encogido y con el índice e incluso con la ceja derecha levantada.
-Estamos en noviembre, hay viento. Yo podría decirte que vas maquillada como una puta, pero como es tu trabajo no hace falta que te lo diga. Se sobre entiende que voy despeinada por el viento- de pronto noto como mi cabeza me empieza a doler, en concreto, el pelo.

-SUELTAME ZORRA- grito intentando quitar mi pelo de su asquerosa mano.
-Retira eso. YA.- tira más fuerte

A mi me salen algunas lágrimas, decido cogerle a ella también del pelo. Lo más fuerte que puedo... No es mucho.

Ella suelta un horrible grito de dolor.
-MI PRECIOSO PELO- se queja ante los tirones que le doy, aunque los suyos no se quedan atrás.
-No lo voy a retirar, además lo eres, ¿por qué sino estás viviendo con Fran y cuando lucha, vas vestida como una furcia?- al fin consigo soltarme y le pego una bofetada, quedándome con sus polvos en mi mano.

-Fran me quiere, y le gusta que me vista así, me lo pide- me agarra por los hombros para intentar tirarme al suelo del ascensor, pero yo me la llevo conmigo.
Ella se queda sobre mí.

-No, no te quiere. Te vistes así para gustarle pero a él le importa otra persona- evito nombrarme, no vaya a ser que me pegue más fuerte.
Ella me abofetea la cara y yo le pego en la suya. Después la empujo y la aparto de encima de mí.

Me levanto corriendo respirando a un ritmo rápido.
Ella también está delante de mí mirándome con una cara asesina.
Yo no puedo evitar que se me refleje el terror que siento ahora mismo.

Ella sonríe, sabe que estoy asustada... Mierda.
Se abalanza sobre mí y empezamos una pelea.

El tin de la puerta suena, pero lo ignoramos, seguimos peleando como si estuviéramos solas.

Alguien me agarra de la cintura y me intenta separar, a ella le hacen lo mismo.
-¡Queréis estaros quietas!- dice una voz vagamente familiar.
-¡Zorra!- me grita.
En una mano tenía un matojo de pelos suyos. Son extensiones. No puedo evitar soltar una carcajada.

Ella se lleva la mano al pelo y se toca la parte de cabello que le he arrancado.

Fran esta agarrándome de la cintura separándome de ella y detrás de ella hay un vecino que no se quién es.

-Gracias, señor. Coja el ascensor ya bajaré después.- le dice Fran.
El hombre se despide con un movimiento de cabeza y entra en el ascensor.

Fran nos mira enfadado a las dos... Puf, como si fuera mi padre... Además me llevó a traición a adonde combate, creo que debería huir.

Diario de una (no tan) preadolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora