Pomada

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Querido diario:
7 noviembre de 2019

Nada más levantarme, me dolía horrores la cabeza, no recordaba nada del día anterior. Le preguntaré a Spencer, seguramente será resaca pero, no recuerdo haberme ido de fiesta...

Salgo de la habitación con la mano en mi cabeza, a por una aspirina.
De pronto veo unos trozos de plato roto en el suelo del salón. ¿Que narices...?
Me agacho a recogerlo, pero la cabeza al agacharme me duele más, así que decido dejarlo donde está, que lo recoja otro.
Me acerco al armarito de los vasos y lleno uno de agua, para la pastilla.
Al volver a la habitación me cruzo con Spencer al que saludo con un sonoro 'Buenos días' que él ignora.
¿Uy a este que le pasa?- pienso al instante.
No le doy importancia y voy a la cama.
¿Por que no me acuerdo de nada? ¿Tanto me emborracharía? Tampoco bebo tanto... Que extraño.
A continuación de estos pensamientos consigo dormirme.

Pasan 3 horas, parece que el malestar ha cesado un poco. Decido levantarme y moverme un poco por la casa. Nada más salir, escucho unos murmuros.

Es Santi, esta pensando en voz alta.
-Santi, ¿Spencer se ha ido ya?- le pregunto tocándole el hombro, ya que él esta sentado en el sofá y no me ha visto acercarme.
El da un saltito en el sitio y gira su cabeza.

Se levanta corriendo y me da un abrazo, que consigue dejarme sin respiración, aunque su colonia invictus me embriaga.
Se aparta de mi, pero continua agarrando mis hombros.
El me mira con el ceño fruncido y una expresión de extrañeza. ¿Que estará mirando?

-Ey, ¿qué pasa?¿Tengo monos en la cara?- digo bromeando.
-Tienes un chichón en la frente- contesta agarrandome de los mofletes y estrujándomelos e inclinando mi cabeza para mirarlo mejor.

Yo le aparté sus manos de mi cara, en la que aun sentía un ligero cosquilleo a su tacto.
¿Un chichón? ¿Como me lo haría? Y el intenta tocarlo pero en un acto reflejo le pego un golpe a su brazos, llevo mis dedos al bulto que sobresale ligeramente de mi cabeza.
Me arde al tacto.

-Santi... ¿Salí de fiesta anoche?- pregunto mirando a la pared mientras continuaba rozando mi golpe.
-No- dice rotundo yendo al baño.
-¿Seguro? No me ha podido salir un chichón de la nada- digo mas para mi misma que para él.
No obtengo respuesta alguna.

A los 5 minutos vuelve del servicio con pomada.
-Anda, ¿teníamos pomada? No lo recordaba- digo agarrando el bote de su mano.
-De nada- dice con una ligera sonrisa irónica.
Yo río.
-Gracias...- le contesto destapando el tubo y en dirección al baño.

El me sigue y al llegar se apoya en el marco de la puerta y cruza sus fuertes brazos, por cierto diario, ¿he mencionado que va sin camiseta? Bueno pues ya lo sabes.
El me observa con una mirada perdida.
-Enserio... ¿Enserio no recuerdas nada de anoche?- me pregunta apenado posando ahora la mirada hacia el suelo.
-No... La verdad es que no. Mi hipótesis es que iba muy borracha pero me has dicho que no salí, así que no se porque no recuerdo nada...- digo tras restregarle la pomada por el bulto de mi frente que esta de color morado y rojizo.
Él me sigue mirando espectante, sus ojos me inquietan... Me ponen muy nerviosa, tiene una mirada culpable... ¿Será por algo de ayer?
Espera, a lo mejor... No, no puede ser posible... Aunque no habría estado mal, pero no...
Yo le miro, nerviosa, tengo las manos llenas de sudor, odio que pase eso... Bueno, se lo tengo que preguntar.
-Santi...- digo en un susurro, mirando al suelo, no me creo que vaya a preguntarle esto.
Oigo como se acerca a mi y me levanta la cabeza con su dedo índice bajo mi barbilla.
-No nos acostamos tranquila...- dice sonriendo.

Ay diario, enserio, me encanta su sonrisa, es tan... Blanca, podría hacer un anuncio de pasta de dientes perfectamente.
Aunque, una parte de mi, le habría gustado que hubiera pasado... Debo controlar el afecto hacia este hombre.
Va a ser difícil.

Diario de una (no tan) preadolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora