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Querido diario:
21 de octubre de 2019

Fran seguía de pie junto a mi, esperando una respuesta.
No puedo decir que sí, tengo novio y además no podría salir con él, ¿Fran? Jamás, y si digo que no... No se que me haría, aun tengo la marca de su mano grabada en mi muñeca.

-Carolina...- me dice metiendome prisa, mientras se cruza sus brazos y me levanta una ceja.
-Es muy tarde, me tengo que ir- digo de sopetón cambiando de tema repentinamente y dándole la espalda.

Noto que me empieza a arder la muñeca otra vez, me la está apretando demasiado.
-¿Eso es un no?- dice con la mandíbula tensa.
-Eso es un tengo prisa- pretendo decir tranquila y amenazante.
-Falta el paseo... No te vas- dice soltandome y ofreciéndome su brazo, como si fuera un caballero, pero es todo lo contrario.
-¿Un paseo?¿Ahora? No me apetece- digo LIBRE caminando dirección a mi casa.
-Si que te apetece- pasa su brazo por mis hombros y me lleva en contradirección.
-No, de verdad, no... No... Me encuentro bien, eso, me encuentro mal- digo fingiendo una cara de dolor y agarrandome el estómago.

-¿Quieres que te lleve a casa?- pregunta, sorprendentemente preocupado.
-No, gracias- digo soltandome de su brazo que estaba sobre mis hombros.
El presiona el brazo ahí, y decido dejar de intentarlo.
-Vamos a por el coche- dice guiandome mientras hago fuerza para no caminar, pero los tacones no lo ponen fácil.
-¿Coche? Si vivo cerca de aquí- digo con el ceño fruncido y la nariz arrugada.
Me extraña que quiera coger el coche para, tan solo, cuatro manzanas.

Llegamos a su coche y me abre la puerta del copiloto.
-No me refería a tu casa- dice sonriente guiñandome un ojo.
-Me niego a...- pero antes de acabar la frase me ha empujado dejándome sentada en el coche.

De repente alguien se tropieza y cae al suelo con Fran.
-Lo siento, enserio, no veía por donde iba...- dice una voz familiar para mí.
Esa persona se levanta y puedo reconocer quien es, Santi, pero lleva unas gafas y la "cresta" que suele llevar, se la ha aplanado.

Enserio, ¿como lo hace? Siempre aparece, de la nada, en el peor momento.

El me guiña un ojo sonriente sin que Fran se de cuenta.
-Lo siento, de verdad... Uy ¿Carolina? Iba para casa, ¿qué haces aquí?- me dice Santi, actúa distinto, se suponía que él sabia que había quedado con Fran.
-¿Os conocéis? ¿Quién eres? Me suena tu cara de algo.- dice Fran con los ojos entornados, colocándose bien el traje.
-No, no nos conocemos, yo soy... Su primo- dice Santi nervioso.
-¿Vives con tu primo?- dice Fran ahora, dirigiéndose hacia mí.
-Si...- digo dudosa mirando a Santi.

Fran no se queda muy convencido con mi respuesta, pero no dice nada.
-Bueno, si nos disculpas...- dice Fran intentando cerrar la puerta del coche.
Yo abro los ojos como platos y abro la puerta.
-Mejor, me voy a casa con mi... Primo- digo a Fran.

El se tensa aprieta la mandíbula y convierte sus manos en puños tornando sus nudillos blancos por la presión.
-Adiós, hasta otra- dice Santi agarrandome por los hombros.
-Adiós Fran- digo despidiéndose con la mano.

Cuando veo que se va en el coche, me relajo... Tenia mucho agobio estar con él a solas.
-Santi, ¿cómo has sabido donde estaba?- digo quitando su brazo de mis hombros.

-Yo... Eh... Pasaba por aquí y...- dice rascándose la nuca y mirando hacia otro lado.
-Y has pasado justo por el restaurante donde he cenado- digo levantando una ceja y cruzandome de brazos.
-¡Exacto! Sin darme cuenta he pasado al lado de donde habéis cenado- dice con una sonrisa pensando que se ha salido con la suya.

-¡Me has espiado!- digo parando de caminar y golpeándole el pecho con la palma de mi mano y con la otra le quito las gafas falsas.
-¿Que? Por favor...- dice apartándome de en medio y peinándose su pelo para que vuelva a estar hacia arriba.
-No te has negado...- digo levantando una ceja y cruzándole de brazos.

Diario de una (no tan) preadolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora