—Tienes suerte, la bala logró salir —terminó de vendar su herida.
—Gracias —respondió ya con mucho más ánimo.
—Creo que debería buscar algunos antibióticos, para que puedas sanar más rápido.
—Espera... solo encuentro mí arma —intentó levantarse pero ella lo detuvo.
—No. Iré yo sola, tú descansa, puedo cuidarme.
—Pero...
—Debes descansar, volveré rápido—se levantó, tomó su arma y antes de salir se acercó a él y le dió un largo beso. Se separó sonriente y finalmente salió.
Se quedó unos minutos en la sala de aquella casa, pero decidió explorar un poco, se levantó con demasiada dificultad, tomó su revolver y comenzó a recorrer la casa. Revisó la cocina, no había nada útil ni mucho menos algo comestible, hasta que al mirar en las alacenas encontró una barra de cereales. Siguió caminando mientras disfrutaba de aquel pequeño bocadillo.
Acabó con la barra una vez que llegó a las escaleras, respiró profundamente pues sabía que lo que se avecinaba era difícil. Se demoró un par de minutos en llegar al segundo piso, pero una vez llegó fue directo al baño. Mientras revisaba encontró unas tijeras, meditó un poco si debía hacerlo o no, finalmente tomó un mechón de su cabello y lo cortó.
Cortó bastante de su cabello, no era perfecto, pero no se veía mal, se acercó a la regadera movió la llave y comenzó a salir agua.
Sam se despojó de su ropa y sus vendajes y se cubrió por el agua fría. Ciertamente no era una temperatura muy agradable, pero con tal de sentirse limpio, resistía. La sangre, suciedad, cabello y más caían de su cuerpo y se perdían en el drenaje, acabó y se comenzó a secar con una toalla que había ahí. Salió del baño y caminó a una habitación, se puso nuevamente los vendajes al igual que algo de ropa limpia que encontró ahí.
Aquello lo hizo sentir revitalizado, se acostó en la cama de la habitación y se dispuso a dormir un poco.—Hey Aron, busca arriba, nosotros registraremos lo demás —el barullo creado por voces desconocidas lo arrancó de su sueño en un segundo.
Alguien subía las escaleras, Sam bajó del colchón y se ocultó bajo la cama, ni siquiera recordaba el dolor en su costado.Se quedó mirando la puerta mientras temblaba sin control. Un tipo apareció, empuñaba una escopeta y miraba por toda la habitación, cuando no encontró nada salió de la habitación. Sam estuvo a punto de salir de su escondite, cuando el hombre regresó, y no volvió solo.
Llevaba presa a una chica, alta, rubia y de complexión delgada, estaba completamente sucia y con el cabello enmarañado. La chica alcanzó a ver a Sam bajo la cama, abrió los ojos como nunca y el hombre que la tenía atada se percató.
—¿Qué diablos estás mirando? —Sam colocó su índice en sus labios y le imploró con una simple mirada que no dijera nada, el hombre iba a mirar.
—Nada... —respondió con una voz débil y adolorida. El hombre la miró enfurecido y la abofeteó con fuerza, para después sujetarla del cuello.
—¿A caso crees que soy estúpido? —mientras la sujetaba Sam observó la vestimenta de aquel sujeto: simples ropajes descoloridos y harapientos, pero lo que resaltaba, era un enorme cráneo rojo pintado en la espalda de su chaleco. Sam cerró los ojos con terror.
El chico volteó lentamente, y vio algo extraño en el suelo, se acercó y la tomó, era la toalla húmeda de Sam.
—Hay alguien aquí —arrojó la toalla.
El corazón de Sam comenzó a latir cómo nunca, se tapó la boca para no emitir un sollozo por el terror que sentía—. Avisaré a los chicos que tenemos compañía, no intentes nada...El chico bajó las escaleras. Rápidamente salió de la cama y se acercó a la chica.
—¿Cuántos son? —preguntó susurrando. La chica no respondió, estaba en estado de Shock—. Ey... ¿cuántos?
—Ocho... —respondió ella mirando a la nada. Sam se tapó la boca para no gritar de pánico— pero aquí solo hay cuatro.
—Bien, bien, ¿cuál es tu nombre? —el sudor le cubría completamente y sus palabras eran rápidas y silenciosas.
—Mariana.
—Muy bien Mariana, voy a salir de aquí... ¿quieres venir conmigo? —ella se sorprendió.
—Sí —dijo sin más.
—Entonces mantenlo distraído —nuevamente se escondió al escuchar que alguien subía, en un armario que estaba a lado de la puerta.
—¿Con quién hablas? —preguntó el chico entrando bruscamente a la habitación.
—Con nadie —respondió como una niña asustada.
—Más te vale no mentir... ya sabes lo que les pasa a las niñas que dicen mentiras —el tipo comenzó a besar su cuello, mientras que introducía su mano derecha entre sus piernas.
Sam salió lentamente de el armario, con un plástico que protegía un abrigo de piel. Tomó el plástico con firmeza y con un movimiento rápido y silente atrapó la cara del hombre, comenzó a asfixiarlo sin piedad
—No debiste ponerle ni un dedo encima —murmuró al oído del chico con un tono de voz más frío que el hielo. Aquel hombre solo empezó a balbucear, movía las piernas y los brazos de una manera espeluznante intentando adquirir un poco de aire, hasta que simplemente dejó de moverse.
Sam soltó el cadaver ya morado del Cráneo. Tomó un cuchillo que el tenía, al igual que la escopeta.
—¿Qué dices si nos vamos de aquí?
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Muchas Gracias por leer
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LA CEPA: DOMINACIÓN (En Edición)
Science FictionSegunda parte de LA CEPA. Meses después de la llegada de los sobrevivientes a Fuerte Esperanza, finalmente su vida parece marchar por el buen camino. Pero todo cambiará cuando un asesinato desencadene una serie de eventos catastróficos, en los cuale...