17. Rojo como la sangre

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Todos miraban como Diana se derrumbaba, sentada en un tronco miraba a la hoguera sin dejar de llorar, mientras que por su lado, Sam seguía de pie, mirándola.

—Debemos hacer algo —comentó Noah al mirar con preocupación a Sam.

—¿Y qué podemos hacer? Ya somos menos que antes, y si seguimos con este conflicto... —Peter negó con la cabeza.
Noah se acercó a Sam, quien no hizo ningún movimiento, observó sus ojos enrojecidos y suspiró.

—Amigo... creo que deberías descansar, tomar agua y comer un poco. Llevas de pie casi dos horas —se notaba preocupado, Sam finalmante volteó a verlo, pero no dijo nada—. Ven, están preocupadas.

Miró hacia Lizz y Ann, ambas se levantaron una vez que el reaccionó.

—¿Escuchan eso? —preguntó Jennifer, todos guardaron silencio. Se escuchaba algo de el cielo, a la par que el horizonte se pintaba de un profundo carmesí.

—Oh no... —todos miraron al cielo, dos helicópteros aparecieron en cuestión de segundos. El más cercano dejó caer un barril en las cercanías del campamento, este cayó y estalló en una marea de fuego que los alcanzó con rapidez.

—¡Corran! —Peter apuntó contra el helicóptero que arrojaba el Napalm, cuando apareció el segundo y comenzó a disparar contra todos en el campamento.
Las balas alcanzaron con rapidez a muchos, y para cuando Sam había salido a correr, Jennifer fue alcanzada...
Corrió intentando eludir la ráfaga, pero las balas la alcanzaron y terminó en el suelo cubierta por decenas de agujeros sangrantes. De igual manera corrió evitando las balas y el fuego, ya veía a todos. Llegó junto a Peter y sin dejar de correr le preguntó:

—¡¿Dónde está el vehículo?! —saltó un leño en llamas.

—¡En aquella colina! —Sam volteó a todas partes. A su derecha corrían Lizz, Lily y Diana, mientras que al otro lado Noah cargaba a Mariana y Ann les ayudaba con los muertos que aparecían frente a ellos.

Los vehículos de la Hermandad aparecían en el bosque, pero también tenían que librar a todos los infectados que eran atraídos por el fuego. Sam se agachó con rapidez y tomó una gran rama cubierta de fuego, se aproximó a un zombie y lo golpeó justo en la cabeza, las ascuas y la sangre salieron volando a la par de su cabeza decapitada.
El fuego y el humo incrementaron demasiado. Tanto que la vista de Sam se nubló y afectó su andar, un soldado saltó de entre un árbol y lo derribó.

El soldado sacó un cuchillo y lo encaminó con rapidez al cuello de Sam, logró detenerlo pero él aún no se rendía. Sam lo goleó con fuerza, tomó una roca del suelo y la estrelló contra su cabeza, el soldado terminó con un agujero en la frente. Sam revisó el cuerpo y tomó una pistola. Siguió corriendo.

Aún con el fuego y el caos el vehículo anfibio ya se alcanzaba a ver, todos los que quedaban apresuraron el paso, cuando un camión apareció, de el bajaron un par de soldados, y también Solomon...
Tenía un atuendo de predicador, pero adornado con un chaleco blindado y una máscara de gas, apuntó una ametralladora contra ellos y disparó.

—¡No! —Peter cayó. Sam pudo ver como el tiempo se congelaba mientras su amigo se desplomaba al suelo con un agujero, en donde alguna vez estaba su ojo izquierdo.
Disparó sin dejar de gritar, Solomon se cubrió junto con sus soldados tras el camión.

—¡Corran! —siguió disparando, el grupo salió corriendo directo al vehículo.

—¡Escucha! —Solomon salió de cobertura y se quitó la máscara, a pesar de todo, mantenía aquella maldita sonrisa—. ¡Por favor, rinde a tu gente y acabemos con esto!

—¡Eres un asesino! —seguía mirando el cuerpo de Peter.

—¡Un asesino de asesinos! —sonrió nuevamente—. No puedes ganar, Dios está conmigo —una ráfaga impactó tan cerca de él que lo hizo saltar.
Noah había regresado.

—¡Vámonos de aquí! —llegó junto a él, pero Sam no quería irse, estaba más lleno de ira que nunca— escucha... sobrevive hoy, pelea mañana —Solomon se levantaba con rapidez.

—Juro... que voy a matarte —pronunció en cólera.
Ambos estuvieron a punto de salir, cuando miraron el cuerpo de Peter.

—Alto —Noah se acercó—. Creo que se movió... —nuevamente un espasmo  lo hizo sacudirse por completo, casi los mata del susto a todos, pero Peter seguía con vida.
Ambos sujetaron a Peter y lo llevaron cargando hasta el vehículo, todos estaban ahí, al menos todos los que alcanzaron al sobrevivir. El vehículo arrancó dejando finalmente atrás todo el bosque cubierto de un rojo como la sangre.





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LA CEPA: DOMINACIÓN (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora