—¿Joseph?... ¿Eres tú? —Diana rompió con el silencio y la tensión en todo el lugar.
—¿Mamá...? —rápidamente aquel chico que parecía ser el líder del otro grupo de personas corrió y se juntó con Diana en un gran abrazo— Mamá... creí que habías muerto...
La escena fue conmovedora y a la vez intrigante, nadie sabía con exactitud qué era lo que estaba ocurriendo ante sus ojos.—¿Qué sucede aquí? —inquirió Sam finalmente.
—Chicos, él es Joseph... mi hijo —le acarició el rostro, como si quisiera asegurarse de que era real y no una alucinación.
—¿Tienes otro hijo? —preguntó Noah bastante sorprendido. Y con toda la razón, él había sido uno de los primeros habitantes de Fort Hope, y en ningún momento supo acerca de la existencia de él.
—Él es el mayor, y estaba viviendo en el Distrito ocho —aclaró sonriente—. Pero, ¿por qué están aquí?
—El Distrito ocho ya no existe más, fue destruido —soltó bastante afectado. Era realmente parecido a Diana y a Jonathan, piel clara y cabello castaño bastante claro, a demás de la nariz fina que los distingía.
—¿Qué sucedió? —dudó nuevamente su madre.
—Unas criaturas rojas atacaron una noche, creo que solo sobrevivimos nosotros... —no hizo falta decir más, si los Rojos habían atacado todos coincidían en que gracias a un milagro estaban ahí.
De igual manera su grupo era en verdad pequeño, dos hombres y tres mujeres, tenían armas y algunas provisiones pero nada del otro mundo.—¿Donde está Jonathan? ¿Y donde está papá? —plantó nuevamente el silencio en todo el lugar tras preguntar aquello.
—Siéntate hijo... —luego de unos cuantos minutos le explicó todo a Joseph, desde el alzamiento al poder de La Hermandad, hasta su llegada a la ciudad, sin omitir ningún detalle.
—Tenemos que hacer algo, no... no podemos permitir que ellos ganen —soltó sin poder controlar las lágrimas.
—Ya no se puede hacer nada...
perdimos —declaró Ann sin mirar nada en lo absoluto.—No podemos rendirnos ahora, piensen, La Hermandad es prácticamente un pequeño ejército, tienen las habilidades, armas y maquinaria suficiente para invadir y adueñarse de los distritos faltantes, si lo permitimos, los muertos pasarán a segundo plano y la verdadera amenaza serán los que respiran —
comentó Sam ante todos.—Tenemos que dar un último golpe, destruir sus vehículos, liberar a los pobladores de Fort Hope, matar a todos y lo más importante... —aseveró Joseph.
—Matar al padre Solomon... —concluyó Sam cerrando sus puños.
—Debemos idear un plan —agregó Noah.
—Tengo uno en mente —comenzó Sam-. Yo, junto a otros dos entraremos sigilosamente por la puerta principal de la comunidad, acabaremos con todos los guardias y vigías del perímetro para después cederle el paso al segundo grupo.
El cual entrará y se dirigirá hacia sus vehículos para luego destruirlos. Eso causará caos en todo el lugar, así que deberemos aprovechar y asesinar a Solomon lo antes posible, sin un líder y sin vehículos lograremos someter a La Hermandad.—Suena realmente peligroso, pero puede funcionar, yo entro —se apuntó Joseph antes que todos.
—Yo igual —dijo Noah. Tras esto, todos.
—Una cosa más, necesitaremos más armas y algo de protección.
—Yo me encargo de eso —Joseph se levantó ante la petición de Sam y se le acercó mientras todos comenzaban a movilizarse—. Una cosa más Sam, quiero a Joel con vida... —miró su rostro y éste le recordó al suyo, un gran ira se notaba en él.
—Es tuyo... —Joseph asintió y se alejó del grupo. Sam miró como todos se preparaban de alguna u otra forma para el golpe, pero entre la gente no alcanzaba a ver por ningún lado a Ann.
Salió de ahí y nuevamente rondó por los pasillos hasta que la encontró, estaba en un antiguo cuarto que no tenía una pared, así que aquello le proporcionaba una vista espectacular de la ciudad y de la lluvia. Volteó asustada pero se tranquilizó al verlo, comía algunas frituras de una bolsa.
—Aún tengo hambre —mordió una nueva y él se acercó.—Ann, ¿no crees que eso es algo un tanto extraño? —dejó de comer y lo miró confundida—. ¿Estás enferma?
—No lo creo.
—Igual deberías revisarte, solo por si acaso —estuvo a punto de salir de la habitación—. Creo que deberías venir, para que nadie sospeche...
Salió de ahí sin decir o hacer otra cosa, Ann se levantó, pero antes de seguirlo acarició su estómago, como si por un segundo algo le hubiera forzado a hacerlo, no sabía con exactitud qué pasaba, pero algo extraño le estaba ocurriendo.
____________________________________
Voten, y comenten que les pareció el capítulo.
Si te gustan mis historias por favor sigueme.
Muchas Gracias por leer.
ESTÁS LEYENDO
LA CEPA: DOMINACIÓN (En Edición)
Science FictionSegunda parte de LA CEPA. Meses después de la llegada de los sobrevivientes a Fuerte Esperanza, finalmente su vida parece marchar por el buen camino. Pero todo cambiará cuando un asesinato desencadene una serie de eventos catastróficos, en los cuale...